Un antiguo binomio

Un binomio en el que a veces ha prevalecido más la finalidad artística que la descriptiva. Recuérdense no solo los dibujos de Paul Iribe para Poiret, sino también la influencia en el género del art noveau, el fauvismo o el cubismo. En otras ocasiones, la ilustración de moda se ha orientado más al encargo y al reportaje de los desfiles, los cócteles y la vida cotidiana. Todo ello sin renunciar a su consideración artística, desde Sáenz de Tejada a Bérard, Bouché, Benigni, Grau o incluso al más reciente Antonio López.

Que ahora se repase en el Museo Balenciaga y bajo el epígrafe 'Fina Estampa' la nueva ola de ilustradores que han recuperado con brío un género decaído en los 60 por la preponderancia de la fotografía resulta enormemente pertinente. Sobre todo por la especial vinculación que el maestro de Getaria tuvo con el género y con algunos ilustradores históricos como Bérard, Bouché, Benigni, Grau, etc. Pero también, obviamente, por la formidable eclosión de un arte más libre ahora en su interpretación y desfiguración, en su paleta cromática y hasta en su capacidad para reflejar el ambiente del microcosmos de la moda, la intimidad formal o incluso un instante expresivo. Que las revistas, las marcas y los medios tecnológicos hayan vuelto a la ilustración de moda testimonia por igual la efervescencia del género y el enorme interés de esta muestra.