La misma ambición
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Irene Paredes y ahora Damaris y Oroz no dejan de ser las Javi Martínez, Llorente y Herrera del femeninoQue Damaris Egurrola y Maite Oroz hayan decidido dejar el Athletic, como en su día hizo Irene Paredes cuando se fue al PSG, ha provocado las reacciones habituales en estos casos. Que son las mismas -en esto sí que parece haber llegado la igualdad- de ... las que se producen cuando es un futbolista del equipo masculino el que hace la maleta y cambia de aires. Por un lado, la criminalización por parte de los dogmáticos y hasta los insultos rastreros de los talibanes de guardia. Por otro, la indiferencia resignada de una mayoría, que parece la actitud más coherente, como sucede cuando uno viaja a Escocia y se pasa las vacaciones de verano bajo la lluvia. Y queda un último sector reducido que es el de los buenistas, el de las almas de buen corazón, siempre positivas, que son los que mandan besos y expresan sus mejores deseos de prosperidad a los jugadores del Athletic que se van. En Escocia, después de diez días de aguacero, estos son los que aplaudirían la lluvia y se comprarían felices unas 'hunter' para pisar los charcos como es debido.
La marcha de estas dos futbolistas, a la que hay que sumar la de la donostiarra Amaiur Sarriegi, la goleadora del filial, que va a fichar por la Real Sociedad, no deja de ser un signo de los tiempos. Sabíamos que, tarde o temprano, y tal y como está evolucionando el fútbol femenino, iba a suceder. Si ha sorprendido un poco es por el hecho de que estas tres operaciones hayan coincidido en el tiempo. Esto sí que es una lástima por lo que supone para la planificación de la próxima temporada. Egurrola y Maite Oroz eran junto a Lucía García las mejores futbolistas del Athletic femenino, los ejes de su columna vertebral, y Sarriegi, una de las mejores promesas. El golpe, en fin, ha sido duro, pero no sólo hay que encajarlo con entereza sino preparar al club para los que vendrán en un futuro. Porque esta ola no se detiene.
Al fútbol femenino le sucede lo mismo que al masculino sólo que con décadas de retraso por la enorme diferencia que ha habido en su evolución. De esta forma, si al Athletic se le han ido la mayoría de sus mejores futbolistas en los últimos años en busca de equipos más competitivos, era inevitable que con las chicas sucediera lo mismo. A su manera, Irene Paredes, Damaris Egurrola y Maite Oroz son como Javi Martínez, Llorente y Herrera, por no hablar de Laporte o Kepa. Ni más ni menos. Quienes pensaban que con ellas iba a ser diferente no entienden que la igualdad entre hombres y mujeres que tanto se reivindica abarca igualmente a la ambición del deportista. Las futbolistas quieren jugar al máximo nivel y ganar títulos, algo que en un fútbol femenino cada vez más profesionalizado y globalizado -hasta el Real Madrid ha acabado cediendo y construyendo un equipo desde la nada a través de un club- ya no pueden hacer en el Athletic, salvo milagro. Es así de sencillo.
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