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Llámenlo prejuicio, pero me cuesta creerme a una activista metida en el cuerpo de la muñeca Barbie. Me resulta tan chocante como imaginarme a Arturo Fernández con pendiente de pirata y pañuelo palestino al cuello. Ya sé que hoy día existe la Barbie LGTBI (y ... griega y zeta), la Barbie feminista y hasta la Barbie Frida Kahlo (que si levantara la cabeza iba a necesitar una botella entera de tequila para superarlo). Está la Barbie astronauta y la Barbie astrofísica. Porque ahora esta muñeca está dispuesta a abanderar todas las batallas (la pacifista, la animalista, la igualitaria) sin renunciar a ser lo que ha sido siempre: una 'modeluqui' diseñada para seducir. Algo parecido me ocurre con Amal Clooney... Llámenlo prejuicio, pero me cuesta ver en esta mujer con cuerpo de Barbie, vicios de multimillonaria y maneras de estrella de Hollywood, a esa abnegada defensora de los débiles, a esa guerrillera de los derechos humanos... ¿Que no debería ser incompatible? Vale, quizás no. Pero chirriante es un rato.

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