Ayer en el Congreso Pablo Casado volvió a reivindicar a Cánovas mientras a Pedro Sánchez se le ponía aire de Sagasta, pero en atlético. Como si don Práxedes hubiese jugado en Estudiantes. El presidente le tendió la mano al líder de la oposición y le ... invitó a «convivir» y trabajar juntos. Casado se ofreció a «mancharse» y pactar. La imagen era turbadora. Recordaba lo del barro en 'Lucía y el sexo'. Cuando Sánchez le dijo a Casado que él no es su enemigo y Casado habló de «un nuevo comienzo», yo pensé que saltaban del escaño y se plantaban un morreo como el de Honecker y Brezhnev. El 24-F del amor. También imaginé a Pablo Iglesias intentando separarles con la llave de Gutiérrez Mellado. Y a los bedeles pensando que era mejor cuando los guardias civiles entraban pegando tiros.

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En cualquier caso, la vibración de un cierto entendimiento entre PSOE y PP estaba ayer en el aire. Por el debate y sobre todo por la que se supone inminente renovación de la cúpula del Poder Judicial. Hay quien quiere ver movimiento en el pecho del viejo bipartidismo. «Pim-pum y está todo más o menos arreglado», diagnosticó ayer Aitor Esteban, al que a veces yo creo que en Madrid le confunden la entonación bilbaína con la emanación del mismísimo 'nous' platónico.

Que el PNV aparezca de pronto en el lado soleado del reparto de vocales del CGPJ indica que quizás haya algo sólido en ese acercamiento entre los grandes partidos. Por supuesto, eso no significa que las turbulencias en el Gobierno de coalición puedan terminar en aterrizaje o accidente, ambos forzosos. No antes de que a uno de los dos le convenga claramente. En realidad, las cosas entre los socios de Gobierno van como siempre. Ayer el presidente le dijo a Echenique que menos decibelios y a continuación se supo que la Fiscalía pedía investigar lo de la supuesta niñera de Irene Montero. Una cabeza de caballo en la cama de Jaume Asens y el secuestro de la cuenta de Netflix de Pablo Iglesias tampoco habría sorprendido tras lo de Hasél y la violencia callejera. Por cierto, el líder de Podemos volvió a recomendar en sede parlamentaria 'Baron Noir', una serie de políticos en la que todo, pero absolutamente todo, es cálculo y traición. Como avisando. O dejando claro que sabe dónde está.

PAÍS VASCO

'Vacunautos'

Pues el estreno de los 'vacunautos' tampoco fue muy prometedor. Acudieron más periodistas a cubrirlo que personas de más cien años a vacunarse. Hay que recordar que la vacunación va con cita previa. Así que fue Osakidetza quien, tras prometer vacunar de lunes a domingo en horario de mañana y tarde, citó a dieciocho personas por punto de vacunación automovilístico. Poco a poco. A media mañana, todo resuelto. En alguno de los aparcamientos se le aportó al panorama una explicación aritmética: tenían tres viales y de cada uno se extraen seis dosis. ¿Y no podían llevarse más viales y citar a más gente? Si el problema de disponibilidad de vacunas afecta de tal modo a una población a la que hay que proteger cuanto antes, el stock del Gobierno vasco igual adquiere un cariz abiertamente problemático. La opción mejor es que lo de ayer fuese solo el primer día, que haya que ir engrasando el 'vacunauto'. Y a los ingenieros.

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URDANGARIN

El cursillo

Del regreso de Urdangarin a Vitoria, lo mejor es el programa que va a seguir en Zaballa: rehabilitación de delincuentes económicos. Eso sí que no lo habíamos pensado nunca. Y está bien, claro. Del mismo modo que se puede ayudar al delincuente violento o fanatizado, podrá ayudarse al delincuente económico, que igual tiene también mucho instinto para lo suyo. Lo mandas sin terapia a por el pan y, en lo que dura la transacción, apenas unos segundos, ya tienes un panadero estafado al estilo piramidal y una offshore nueva en Islas Vírgenes.

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