El Consejo Europeo clausurado ayer en Bruselas atenuó las diferencias que afloraban entre los socios de la Unión y en el seno de muchos de ellos ante la migración, pero al precio de no ofrecer una solución efectiva y duradera al desafío más dramático que ... concierne a los países de la UE. El presidente Pedro Sánchez se mostró especialmente elocuente cuando realzó que la cumbre había logrado lo más importante: alcanzar un acuerdo. En realidad había logrado que los gobiernos más reacios a asumir cuotas de acogida de migrantes y aquellos que se mostraban más combativos al respecto se salieran con la suya mediante un 'mapa' que carga el problema -porque también es un problema- sobre aquellos socios que se ofrezcan más solidarios. De entrada, la diferenciación entre migrantes que pudieran tener derecho a asilo a causa de conflictos que ponen en riesgo su integridad y aquellos cuya vida se ha visto amenazada por la hambruna y la pobreza extrema resulta siempre discutible. La Unión Europea no puede derivar la fijación de criterios sobre acogida e integración de migrantes a organizaciones ajenas, que en demasiadas ocasiones se pronuncian de manera equívoca o discrepando entre ellas. No puede sacudirse sus propias responsabilidades, aunque su asunción comprometa la unidad europea. La cumbre optó por preservar un mínimo común en cuanto a política migratoria. Pero la necesidad de ese común mínimo para salvar la UE dejó sin una respuesta solvente y comprometida a la imparable afluencia de migrantes que buscan a este lado del Mediterráneo mucho más que una mejora en sus condiciones de vida: buscan vivir, porque es su vida la que han visto en peligro, también durante su largo éxodo. Un éxodo que se vuelve terrorífico para las mujeres que aspiran a dejar atrás una existencia horrorosa. Del mismo modo que la distribución por cuotas de los migrantes país por país quedó en papel mojado, los evasivos enunciados de las conclusiones del Consejo invitan a que cada socio actúe como quiera a partir de hoy. Ni siquiera el compromiso asumido por Sánchez de hacerse cargo de los migrantes que hubieran entrado por España para llegar a Alemania constituye un mensaje que involucre moralmente al resto de los países de la UE.
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