Acogida y debate

En aquel momento la llegada de menores no acompañados se disparaba. En 2018 llegaron más de mil a Bizkaia. En lo que va de año, parece que la cifra no supera los quinientos. Lo curioso es que, más allá de las estadísticas, las ocasiones en las que la política aborda en voz alta esta cuestión terminan siendo puntuales: meras alteraciones de un silencio mucho más insistente y opaco. Eso favorece un fenómeno peligroso: en la conversación a pie de calle la acogida de 'menas' es un tema constante que tiende a exponerse de un modo viciado e inflamable. Sin embargo, en el debate público, que entre otras cosas debería ser la versión acrisolada y solvente de esa conversación cotidiana, el asunto no está presente. La Administración lo elude de modo sistemático, frecuentemente aludiendo a la obviedad de que los menores son menores. Como si se tratase de hacer públicos datos privados y no de salir a explicar con convicción un argumento general y una gestión concreta.

A lo más que llegan los políticos al mando es a exigir corresponsabilidad y una actuación global. Eso tiene tanta lógica que es un escándalo que suene como una letanía. Como suena lo de que el problema es muy complejo. Ya. Es hasta endiablado. También porque una sociedad que envejece necesita jóvenes con la misma intensidad con la que se vuelve temerosa. Quizá convenga salir pronto a defender con decisión algunas ideas más que defendibles. El hermetismo es una solución extraña.