Niño de Elche durante su actuación justo antes de recibir el Premio Ruido.

Niño de Elche: «Me gusta que no sepan definirme, solo busco sentirme libre»

El ecléctico cantaor ha sido galardonado con el primer Premio Ruido por el indefinible 'Voces del extremo'. Ahora, planea grabar con la banda de hardcore Toundra: «Siempre estoy en proceso de cambio, es la necesidad de respirar»

Eider Burgos

Miércoles, 3 de febrero 2016, 19:38

La crítica le ha puesto por las nubes y no son pocos quienes le han erigido como el mejor disco del año 2015. Todos coinciden: el último trabajo de Niño de Elche es arriesgado, ecléctico, indefinible y muy crítico. Iniciado en el mundo del flamenco ... con 'Voces del extremo' (2015) difumina las fronteras del género hasta hacerlas desaparecer y se deja invadir por la electrónica, la psicodelia o el krautrock. Una apuesta valiente con la que el cantaor ilicitano no solo ha salido victorioso en las reseñas, sino por la que además acaba de recibir el primer Premio Ruido, organizado por la recién nacida Periodistas Asociados de Música (PAM). Lejos de esperarse recoger la estuilla -«vengo de una trayectoria sin reconocimientos»-, Francisco Contreras, Paco en las distancias cortas, ve en el galardón una forma de «afianzar» su «manera de hacer las cosas»: simplemente, explorar.

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Mucho se ha hablado de 'Voces del extremo' y aún nadie ha sabido etiquetarlo.

Me alegra que la gente no sepa definirlo porque eso es precisamente lo que intentamos: desintegrar las etiquetas y que la gente se centre en otras cosas más importantes, como la letra o la música.

De Alicante, aficando en Sevilla. Comenzó por el flamenco y ahora se mete en el sonido experimental con un disco que además produce David Alonso, de los alternativos Pony Bravo. ¿En qué momento cambió el flamenco por todo lo demás?

La idea de cambio es un concepto kafkiano. No cambié en un momento concreto, sino que es algo diario, constante. Siempre, en mayor o menor medida, intento seguir en ese proceso de cambio, de perspectiva, de prisma... Aunque sí sé el por qué. Es ante todo una necesidad de respirar, de encontrar microespacios que me aporten sensación de libertad. Solo busco sentirme libre y quitarme etiquetas, lo que extropolo a todos los ámbitos de mi vida.

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¿Es el flamenco un mundo demasiado encorsetado?

No lo es menos que otros mundos y estilos. Todo lo que trate de etiquetarse o definirse es encorsetado. Y el flamenco de hoy sí que es así.

Si lo que hace no es flamenco, ¿podríamos seguir definiéndole como 'cantaor'?

Lo cierto es que lo de 'cantaor' no cuenta la totalidad, sino solo una parte de mí. No podría definirme con una sola palabra, e intentarlo iría en contra de todo mi discurso. Las definiciones vienen del exterior: cuando vives en un espacio en el que te sientes atacado, definirte como una cosa u otra es un acto de defensa. Pero yo no tengo esa necesidad. No podría encajarme en un solo concepto.

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¿Quién le ha inspirado en esa mezcolanza que es 'Voces del extremo'?

Aparte de las influencias en lo musical que cada uno traíamos en la mochila, también bebemos de otras artes, como la danza o la improvisación libre. Por mencionar algunos, el músico Jonathan Richman, el violonchelista Arthur Russell, el intérprete de mugam árabe Alim Qasimov, el poeta Antonio Orihuela, el músico Alan Vega...

Si en su primer disco, 'Sí, a Miguel Hernández' (2013), musicalizó los poemas del alicantino, ahora es el turno de contemporáneos como Inma Lunas, Enrique Falcón, Jorge Riechmann... ¿Cuál fue el criterio a la hora de escoger los escritos?

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Todo empezó en los encuentros 'Voces del extremo' que organiza Antonio Orihuela [en Moguer, Huelva, dan nombre al disco]. Allí di con unos, él me pasó otros y yo me dejé guiar por la intuición. Empezamos a jugar con las letras, a musicarlas... Y cuando teníamos unas cuantas líneas musicales se las pasaba a Daniel Alonso, que terminaba de adaptarlas.

Las letras son de un marcado carácter activista y muy explícitas. 'Mercados', 'El comunista', 'Miénteme', 'Que os follen'...

Es algo que pertenece a mi día a día. Pero la carga política no solo está en los textos. También en la música, en la estética, en la forma en la que presentamos el disco... Que prioricemos unos temas u otros depende del momento y de los colectivos en los que nos estemos moviendo en ese momento.

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¿Y cuáles son los asuntos que a día de hoy más le remueven?

Me gusta estar al tanto de todas las problemáticas sociales, pero hay algunas que, por vivencias, te azotan más fuerte que otras. Siento muy de cerca los desahucios, y lo abordamos especialmente en Cantes Tóxicos, un proyecto de flamenco 'híbrido' junto a Orihuela y el artista Isaías Griñolo; la reforma de la Constitución y el Artículo 135; la problemática ecológica en Huelva; cuestiones de género; el maltrato animal; el conflicto palestino-israelí...

Acaba de anunciar 'exquirla', un proyecto junto a Toundra, banda de hardcore instrumental. Muy lejos de sus orígenes.

El hardcore y el rock son, de hecho, las primeras músicas que me hicieron empezar a moverme a través de otros estilos. El de Toundra es un género con el que he trabajado con anterioridad a nivel personal, pero lo de ahora es un privilegio: voy a ser la primera voz de la banda, y eso me enorgullece. Nos conocimos en el festival Monkey Week, divagando toda una mañana sobre música, conocíamos nuestra obra a distancia, establecimos un contacto amistoso y me propusieron colaborar.

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Las letras, esta vez serán extraídas de 'La marcha de 150.000.000', del valenciano Enrique Falcón: oda al poeta como instrumento crítico de la realidad. Sigue en su línea.

Sí. En mi opinión, un libro de presencia obligada en la cabecera de todo el mundo. Va a ser muy emocionante.

¿A qué sonará 'exquirla'?

En un principio será el sonido de Toundra al que se le añadirá mi voz, pero esperamos que vaya cambiando. No solo adaptándose a su forma de trabajar y a la mía, sino al contenido de las letras de Falcón.

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Después de todo esto, ¿hay algún género que aún se le resista? ¿Alguna espinita clavada?

Hay tantos estilos, tantas técnicas... Pero sobre todo, tantas gentes. Personas muy interesantes y también incatalogables. Con muchos de ellos trabajo solo en salas de ensayos, y algunos los exploro a través de varios proyectos. Pero es que la música es un mundo inabarcable.

En contacto constante con la danza, la improvisación o el teatro, Niño de Elche cuida tanto la composición como la puesta en escena. Boquiabierto dejó al personal en el Sònar 2015 junto a Los Voluble con el espectáculo RaVerdial, fusión de rave y de los fandangos conocidos como verdiales. Esta noche, se subirá a las tablas de la sala DabaDaba en San Sebastián. Junto a Darío del Moral y su inseparable guitarrista Raúl Cantizano, darán cuenta de que lo suyo no es encajonarse. «Siempre me pongo nervioso cuando vengo. Es una ciudad que me encanta»

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