El sorprendente nuevo escondite de la DGT para ocultar los radares

El balance de siniestralidad vial de la DGT registra un total de 34 personas fallecidas esta Semana Santa en las carreteras españolas. Es el número más elevado desde 2016 donde se reportaron 41 muertos. El dato más sorprendente del informe es que nueve de los fallecidos en turismo y furgoneta no hacían uso del cinturón de seguridad en el momento del siniestro.

Aunque esta vez no se hace hincapié en los excesos de velocidad, la DGT trabaja a conciencia en este aspecto, y la red Socialdrive ha desvelado que Tráfico ha colocado radares Veloláser durante las fiestas en lugares muy específicos que los han convertido en invisibles. Se desconoce el número de conductores cazados por estos dispositivos pero su sorprendete ubicación ha sido muy polémica. Se puede considerar como un gran escondite.

Esta red social ha desvelado la ubicación de tres Veloláser: uno en plena recta de la localidad de Palazuelo de Órbigo, en León; otro en el Puerto de Carrasqueta, en Alicante; y un último en la localidad de Sotillo de la Adrada, en Ávila. Todos ellos bien ocultos detrás de varias señales.

El nuevo radar de la Dirección General de Tráfico puede detectar una infracción de velocidad tres veces por segundo con un margen de error de 2 kilómetros por hora desde una distancia de 1.500 metros. Sin embargo, no importa: su tamaño diminuto hace que sea prácticamente irreconocible hasta que es demasiado tarde, lo que les ha granjeado el apodo de «radares invisibles».

Veloláser es el nombre oficial del sistema, y Tráfico ha dispuesto 60 unidades en las carreteras. Los agentes de seguridad vial llevan empleándolo desde 2018, pero su efectividad en comparación con los cinemómetros fijos es hasta 10 veces superior, y el Ministerio de Interior ya ha expresado su intención de crear más de 80 puntos de control de velocidad.

Una de las fortalezas del Veloláser es su versatilidad, pues es móvil y opera sin cables —su batería tiene una duración de 8 horas—, enviando las imágenes de manera inmediata a los servidores de la Policía para identificar el vehículo infractor, que detectan independientemente del sentido de la marcha.

Pueden ser operados, además, de manera móvil en un helicóptero o dron, o estáticos en un trípode o en un coche patrulla. El control de velocidad reconoce hasta 250 km/h, hasta tres carriles, distingue entre vehículos pesados y ligeros, detecta automáticamente las matrículas, puede calcular la distancia de seguridad y funcionar tanto de día como de noche.

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