r. c. g.
Martes, 23 de noviembre 2021, 23:27
La crisis de la construcción había dejado a Fernando Martín sin trabajo, pero se las ingeniaba para sobrevivir gracias a la escasa paga que recibía y algunas chapuzas que hacía en casas de particulares.
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Escayolista de profesión, quienes le conocían le definen como «un tipo ... majete» que no solía meterse en problemas, que mantenía una buena relación con su familia, incluida su exmujer a pesar de que llevaba años separado, y que no tenía problema de adicciones. Sus allegados desconocían que ocasionalmente consumiera cocaína, según manifestaron en la sala, pero sus testimonios desmontaron la imagen que se había podido generar a raíz de algunos asuntos turbios que han trascendido en la investigación. Parece acreditado que guardaba la droga de sus vecinos para sacarse un dinero adicional en un momento en el que atravesaba dificultades económicas, pero no era un delincuente habitual ni frecuentaba esos mundos.
«Almorzábamos casi todos los días juntos, era un tío normal, buena gente», aseguraba José Antonio, la última persona que le vio con vida. Unas horas antes del crimen habían compartido charla sobre fútbol, unas sardinas rebozadas y un par de vinos antes de que ambos se fueran a casa.
Como en las mañanas posteriores, Fernando no apareció por el bar en el que solían quedar, sospechó que algo no iba bien y alertó a la policía de la desaparición de su amigo. Fue el hermano de la víctima, acompañado de los agentes y con la ayuda de los bomberos (la puerta había sido forzada para sacar el cadáver por lo que ya no era posible abrir con la llave) quien accedió al interior del inmueble cuatro días después.
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Encontraron la casa un poco revuelta, pero no percibieron indicios de que se hubiera cometido un asesinato en la vivienda. «Mi hermano tenía su círculo de amigos y hacía una vida como la de cualquier persona que toma de vez en cuando unas cervezas por ahí. Solía venir a mi casa a comer una vez por semana y siempre nos reuníamos en las Navidades», recordaba el hermano, el único familiar que ha sido citado a testificar en el procedimiento.
Unos días más tarde, cuando ya la larga ausencia de Fernando invitaba a pensar en una desgracia, el cuerpo sin vida del escayolista apareció en las lagunas de Montañana, lugar en el que lo encontró un vecino que paseaba por la zona y que ayer también prestó declaración telemática.
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