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Raúl Canales
Lunes, 10 de abril 2023, 00:03
Lo que iba a ser un complejo residencial para personas con cierto poder adquisitivo, se ha convertido en una fuente inagotable de problemas. La crisis del ladrillo dejó varias promociones urbanísticas sin terminar en El Crucero, que con el paso de los años han sido ... devoradas por la maleza. Una de ellas es la hilera de chalés de la calle Gloria Fuertes, que fueron abandonados en su última fase, cuando ya casi estaban listos para la venta.
Al tener la estructura casi completa, son un objetivo atractivo. El año pasado uno de los inmuebles fue okupado por una pareja a la que los vecinos acusaban de trapichear con droga y provocar incidentes. La gota que colmó la paciencia de los residentes en la zona fue un incendio ocasionado por un cóctel molotov que supuestamente arrojó desde una moto un sujeto que un rato antes había mantenido una acalorada discusión con los okupas. Tras la polémica suscitada y las correspondientes denuncias, la pareja decidió abandonar el lugar.
El problema ahora son los adolescentes que han hecho de esos chalés un punto habitual de botellón. Más que las molestias que pueden generar, a los vecinos les preocupa la seguridad de los jóvenes. «Las casas parece que están bien por fuera pero llevan abandonadas muchos años y la estructura interna no sabemos hasta que punto puede estar dañada», aseguran.
Desde que la promoción fue abandonada, los chalés han sido un blanco fácil para los ladrones de chatarra, que han desvalijado casi por completo las viviendas. Al no haber tampoco servicios básicos como agua o luz, los adolescentes se reúnen en unas condiciones muy precarias. «Han llevado sillones y colchones viejos, y se alumbran con velas, con el riesgo que eso conlleva. Cualquier día vamos a tener que lamentar una desgracia», afirman los vecinos de El Crucero, que ya han trasladado en varias ocasiones al equipo de Gobierno su preocupación. Por ahora, sus quejas no han encontrado respuesta municipal.
La quiebra de la constructora hizo que el complejo residencial pasara a manos de los bancos, pero la titularidad de la propiedad es difusa. Eso complica las actuaciones para garantizar la seguridad, como en su momento los pasos judiciales para desalojar a los okupas. «Entendemos que no sea fácil reclamar a los dueños que pongan las medidas necesarias para la conservación de las casas, pero de forma subsidiaria el Ayuntamiento debería hacer algo. No pedimos gran cosa, simplemente que se tapie con ladrillos las entradas a las casas, que es una obra menor que puede hacerse en un par de días y sin gastar mucho dinero», apuntan los afectados, que consideran que es cuestión de tiempo que algún adolescente sufra un accidente.
Botellas vacías, preservativos y restos de comida, evidencian que el lugar es frecuentado por varios grupos. «No nos molesta que hagan botellón, porque entendemos es algo habitual a esa edad, Lo que nos da miedo son las condiciones en las que están dentro de las casas, porque hay hasta agujeros en el suelo en los que pueden caerse y romperse algo o provocar un incendio con las velas y no ser capaces de salir de la habitación», afirman los vecinos, hartos de no encontrar ayuda.
Además, la calle Gloria Fuertes será en poco tiempo el punto de acceso al barrio desde la Nacional, una vez finalicen las obras para suprimir el paso a nivel de El Crucero. «La primera imagen que se van a llevar los que vengan a Miranda no es precisamente la ideal», zanjan los residentes en la zona.
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