Una tradición que cada vez luce mucho más

Como si se tratase de una premonición, el mismo día que la Cofradía de Altamira finalizaba un nuevo elemento para la procesión, se decretó el confinamiento por coronavirus. Por eso han decidido bautizarla como la cruz de la pandemia, en homenaje a los mirandeses fallecidos, y saldrá a la calle mañana por primera vez. Será una de las novedades de una tradición que ha resurgido en la última década gracias al empeño de un reducido grupo de personas que de forma artesanal han ido restaurando los antiguos elementos y sumando otros a la colección. Aunque hay otras localidades que tienen piezas más vistosas, José Francisco Pérez defiende la calidad de la procesión mirandesa, y sobre todo pone en valor que todas las piezas han sido elaboradas por cofrades y voluntarios.

Como sucede con otros actos del programa festivo, como las carrozas, la procesión de los Faroles genera mucha expectación entre los mirandeses pero cuesta encontrar colaboradores. En la restauración comenzaron un grupo de ocho personas que se ha visto reducido a cuatro. Faltan manos, pero sobre todo para sacar los elementos, ya que se necesitan casi un centenar de porteadores.

Para completar la lista se ha recurrido a las parroquias, una ardua labor que año tras año tiene en vilo a la Cofradía hasta última hora por el temor a no llegar a ese número y tener que dejar en el museo alguna de las piezas. «Lo ideal sería que los clubes o asociaciones de la ciudad se implicaran y asumieran ese compromiso. En otros sitios hay familias que van pasando de generación en generación esta tradición pero aquí llevamos aún poco tiempo desde que la hemos recuperado como para que suceda eso», explica Pérez.

La nueva cruz de la pandemia no será la única sorpresa que podrán disfrutar mañana los mirandeses a partir de las 20.30 horas en Plaza España. Durante los últimos meses se ha trabajado para adecentar mejor el carro en el que va la Virgen, que contará con mucha más iluminación, lo que le hará ganar en vistosidad. Además, se dispondrá de megafonía, por lo que se podrá rezar el rosario.

A medio plazo, la intención es sumar a los cinco misterios del ya completos, dos letanías. Eso supondría ampliar la colección de faroles en otras sesenta piezas.

El problema radica en la falta de espacio, ya que el actual museo se ha quedado pequeño. «No consiste en amontonar elementos», asegura Pérez, motivo por el que el proyecto está estancado desde hace tiempo a la espera de encontrar una ubicación más grande para trasladar la muestra. No será sencillo porque el emplazamiento deseado es el entorno de la Plaza España y una de las pocas opciones para ello es la casa parroquial, al no disponer el Ayuntamiento de muchos espacios que se ajusten a las características requeridas.

Es una posibilidad que la Cofradía debe estudiar a futuro, igual que otras propuestas que se han puesto sobre la mesa aunque aún sin concretar, como pedir que la procesión se traslade al día de la patrona para darle aún más protagonismo, concentrando todos los actos religiosos.