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El 'eterno profesor', como su propia mujer señalaba ayer que definían alumnos y discípulos de todas las épocas al científico mirandés y Premio Nacional de Física, José Antonio de Saja Sáez, tiene desde ayer un espacio propio en el Fray Pedro de Urbina. Allí, en ... el centro, su nombre irá ligado al de uno de los laboratorios, con el convencimiento de que su figura y trayectoria -tanto en lo personal como en lo profesional- servirán de «referente» para futuras vocaciones investigadoras, tal y como destacó el director del IES, Jesús Asensio.
El reconocimiento de su labor en la ciudad en la que nació, y a la que siempre volvía como buen mirandés y mirandilla, reunió en el instituto, del que además fue alumno en sus primeros años, a familiares y amigos, pero también a un buen número de investigadores, sobre todo de la Universidad de Valladolid, a la que estuvo vinculado durante décadas.
Nadie quiso perderse un homenaje póstumo (falleció en 2017) que estaban convencidos que le hubiese supuesto una grata satisfacción. Ha sido en su ciudad y por su faceta como investigador y docente, sus pasiones. Fue uno de sus hijos, Raúl de Saja, quien recordó que si hubo dos reconocimientos, de los muchos que recibió su padre, que le marcaron, fueron el que de manera privada le realizaron sus colegas y alumnos de la UVA meses antes de fallecer y su nombramiento como pregonero de las fiestas de la Virgen de Altamira 2011.
«El del balcón de la plaza del Ayuntamiento es el primer discurso que preparó en su vida y el que le puso nervioso de verdad. Nunca dejó del todo esta ciudad pese a vivir en muchos lugares del mundo. Miranda era tan parte de él como lo era su cátedra, sus amigos o su familia», destacó; al tiempo que hacía un rápido retrato sobre el hombre, el padre y el científico como una persona «rebelde, inconformista, que lo cuestionaba todo, que aprendía todos los días, un trabajador incansable...», pero que también sabía disfrutar de los pequeños-grandes placeres, como salir con la motos domingos, pescar, esculpir con sus nietos o tocar la guitarra, aunque lo hiciera «regular», bromeó.
Pero es que si hay algo que por encima de todo define a un científico es «ser curioso» y José Antonio de Saja Sáez lo era al máximo. «Es lo que mueve el mundo y marca el futuro de las personas; y eso no está al alcance de todo el mundo. Hay mucha gente que es muy profesional en la ciencia, pero ser buen científico implica tener mucha curiosidad», tal y como puso de manifiesto su colega y amigo, además de mirandés, Mario Mellado, director del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC.
Mario mellado
No dudó tampoco en destacar su importancia en lo que respecta a la difusión y la traslación del conocimiento a la sociedad. «Era un referente en eso. Consiguió la implicación de las empresas para montar su laboratorio de certificación y hacer lo que más le gustaba, su ciencia académica. Me pareció algo impactante porque no es nada habitual dentro de la carrera científica».
Entre los que durante años la compartieron con él en la UVA estaba Óscar Martínez, vicerrector de investigación de esa universidad, y que ayer lo recordaba como una persona «entusiasta y animada», que era motor de toda la actividad del departamento de física de la materia condensada del que fue su creador y a través del que consolidó «cinco grupos de investigación muy potentes».
Sin dejar de lado su propia actividad investigadora que le reportó no pocos premios, como el de TALGO a la innovación; el Física, Innovación y Tecnología de la Real Sociedad Española de Física-Fundación BBVA o el Castilla y León de Investigación Científica y Técnica. El currículum, parte del que se encargó de repasar, es mucho más que extenso tanto en el campo científico como en el docente.
Trayectoria que también ensalzó la alcaldesa, Aitana Hernando, poniendo de relieve el orgullo que para la ciudad supone contar con gente que «con esfuerzo, dedicación, talento, humildad y capacidad de trabajo ha llegado muy alto y, además, ejerciendo de mirandés allá donde iba».
Por eso, Roberto Alonso, patrono de la Fundación Cantera Burgos, y persona que propuso al IES Fray Pedro de Urbina el reconocimiento para un antiguo alumno de los orígenes del centro, cuando era de estudios laborales, aseguró ver en el acto de ayer «un sueño cumplido», por lo que significaba de poner de relieve la figura de «una persona tan poco conocida y que ha aportado tanto».
Y puede seguir haciéndolo. Porque si en algo coincidieron todos los presentes es en la importancia de dar ejemplos cercanos a las nuevas generaciones, a los estudiantes de ESO y Bachillerato, necesitados de estímulos positivos. «Nos parece muy importante que se hagan homenajes como el que se está haciendo a José Antonio de Saja. Tener aquí un laboratorio dedicado a él permite a nuestro alumnado contar con referentes de su localidad que han llegado a lo más alto en investigación con mucho esfuerzo trabajo y dedicación. Para nosotros como docentes es muy importantes que tengan este tipo de figuras», incidió Marta Carrasco, inspectora de la Dirección Provincial de Educación.
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