Resistencia frente a los grandes

Autoservicios ·

La versión 'mini' de los supermercados pone el acento en el trato cercano y familiar, además de en la calidad, para mantener y ganar clientes en la ciudad

Domingo, 11 de julio 2021, 00:19

Entre los grandes espacios comerciales, con cientos de metros y largos lineales de productos que ir metiendo en el carro de la compra antes de pasar por caja o, incluso, autocobrarse, siguen luchando por mantenerse los tradicionales autoservicios. Supermercados en formato mini, regentados por un ... comerciante con nombre y apellidos y no por un cadena, que subsisten en distintos barrios de la ciudad y que tratan de diferenciarse o especializarse de los grandes, sobre todo, apostando por el trato cercano y personal con los clientes. Gente a la que, en algunos casos consideran de su familia, los han visto crecer.

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Pero al margen de la cercanía con el consumidor, el mantenimiento de los negocios depende de que salgan las cuentas y para tratar de lograrlo cada uno aplica aquellas fórmulas que entiende que pueden ser las más adecuadas, ya sea la especialización en algunos productos, lo ecológico, la producción de kilómetro cero... Los pequeños cambios son una tónica habitual y generalizada en un sector que tiene que adaptarse a los hábitos de consumo y al mercado, pero que en su esencia mantiene vivo el concepto del comercio de cercanía que le ha permitido mantenerse durante no pocos décadas con el mismo o diferentes titulares.

Javier Martínez | Autoservicio Martínez

«Queremos una tienda sostenible en la que no sólo vas a comprar»

Martínez en la zona de frutas y verduras del establecimiento. c. o.

Apuesta por el producto fresco ecológico y la elaboración propia en la carnicería

Lleva más de 25 años al frente de su establecimiento en la calle Río Ebro, un negocio con el que decidió establecerse por su cuenta en un sector que ya conocía porque sus padres habían tenido una tienda en la Parte Vieja. Desde entonces el suyo ha sido un trabajo de pequeños cambios pero continuos para adaptarse cada día a la demanda de los consumidores y mantener un número importante de clientes.

En su caso, el estar en una zona con un volumen alto de población cree que ayuda, pero sobre todo apuestas como el ofrecer verduras ecológicas y productos de elaboración propia en la zona de carnicería. Su idea es la «de seguir avanzando con una vuelta al comercio tradicional, una tienda sostenible donde encontrar productos de proximidad y en la que no sólo vas a comprar sino que encuentras una especie de hogar, donde te puedes relacionar, un lugar cercano a la gente. Ese es el objetivo que busco», explicó.

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De hecho, esa filosofía es la que cree que valora la gente del barrio en el que tiene abierta sus puertas y donde vive buena parte de su clientela. «Intentamos ser muy cordiales con todos ellos. Pero, además, como nos estamos especializando en el producto ecológico fresco también tenemos demanda de consumidores que vienen de otras zonas buscando eso».

De todos modos, sí reconoce que un porcentaje importante de los clientes habituales son gente mayor. Los jóvenes cree que son más de supermercado y cada vez con más tendencia a comprar en Internet. Habrá que ver qué pasa con las futuras generaciones. «Creo que todo tiene su vuelta aunque, como para todo, se necesita tiempo».

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Tiene claro que competir en coste con los supermercados es imposible, pero tampoco es su objetivo. «Si vienen aquí a hacer la compra y se gastan 40 o 50 euros sé que allí sería más porque están preparados para que adquieran muchas más cosas. Los supermercados tienen muchas referencias, muchas marcas y eso hace que la gente gaste más».

De hecho, en parte él reconoce que también apuesta por esa variedad para equilibrar los gastos que tiene, incluido personal, porque «de compras pequeñas hoy en días es difícil vivir. Con las 'faltas' es complicado salir adelante».

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Pero en su caso, en los últimos años, las ventas han aumentado. Nada vinculado a la pandemia, ya que aunque entonces sí aumentó la clientela por las restricciones de movimiento, según se fue normalizando la situación volvieron al punto de partida.

Daniel Fernández de Gamboa | Autoservicio Gamboa

«Las cosas ahora son muy cambiantes y en muy poco tiempo»

Fernández de Gamboa sigue al frente del establecimiento que abrieron sus padres. e. c.

Ha optado por diferenciarse decantándose por la calidad y la variedad de vinos y licores

Desde que en 1950 abriera sus puertas Gamboa no ha cambiado de ubicación, aunque sí de modelo de negocio para tratar de adaptarse a los tiempos. Algo que ahora su titular reconoce que cada vez resulta más difícil.

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Gamboa comenzó como tienda, con un mostrador desde el que se despachaba pero hace ya cuarenta años que el establecimiento se reformó para cambiar su distribución, optando por estanterías, pasillos y cajas de cobro, convirtiéndose en un autoservicio en el que poder hacer la compra semanal de una familia. En el año 1981. «Fue cuando empezaron a irrumpir de manera más fuerte los supermercados en la ciudad. Se empezaba a ver que había otra forma de servir al público y decidimos apostar por ello», explicó.

Y fue un acierto que rentabilizaron durante más de dos décadas. «Hasta 2008 la evolución fue casi todos los años positiva, pero a partir de la crisis económica hay una caída, sino grande, sí prolongada y seguida en el tiempo». Y, al menos en su caso, cree que la vuelta de los consumidores a los establecimientos pequeños y tradicionales por la pandemia «ha sido testimonial».

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Quizá también porque desde hace algunos años su autoservicio, buscando esa diferenciación con los supermercados, se ha orientado hacia un consumo «más de capricho, de calidad y de variedad de vinos y licores. Ofreciendo productos que no tenga todo el mundo». Decisión que, evidentemente, ha influido en que el negocio no se alimente sólo de la gente que vive en el entorno, sino que abarca más zonas.

Pero eso tampoco significa que hayan desechado a quien hace la compra completa. En sus estanterías se siguen encontrando un buen número de referencias de alimentación, pero también de limpieza o droguería. «Es un cliente al que seguimos atendiendo y al que, incluso, le llevamos la compra a domicilio», señaló Fernández de Gamboa; al tiempo que reconocía, eso sí, que cada vez son menos los consumidores de ese modelo. «Creo que es algo a extinguir. El público joven se engancha a otro tipo de comercio, más grande y al que se puede llegar en coche».

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De todos modos, en la sociedad actual, cree que «las cosas son muy cambiantes y en poco tiempo; por tanto, no se puede aventurar qué va a pasar. No puedes hacerte una idea. No es como antes, cuando un negocio duraba 40 o 50 años». De momento, el suyo ha cumplido ya 70 y durante casi todos ellos, hasta la irrupción de la pandemia, Emilia, su madre fue el corazón de la tienda. «Bajaba todos los días», zanjó.

Jaqueline Salvatierra | Autoservicio Mauro

«Los mayores son los que más compran porque no van al súper»

Salvatierra lleva diez años abriendo su tienda en la calle San Juan. e. c.

Lamenta la pérdida de población y el «deterioro» del Casco Histórico que afectan al negocio

Hace diez años que decidió ponerse al frente de uno de los establecimientos con más tradición en el Casco Histórico para seguir abriendo a diario la puerta de Autoservicio Mauro, en la calle San Juan. Tenía como experiencia el trabajo previo desempeñado en un establecimiento de hostelería que también contaba con tienda en La Puebla de Arganzón. Era algo que le gustaba y decidió lanzarse a tener su propio negocio.

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Un autoservicio que ahora intenta mantener a flote porque reconoce que los últimos cinco años no han sido nada buenos. «En ese periodo ha bajado mucho. Ahora mismo no es ni la cuarta parte de lo que era hace diez años. En este momento está complicado».

Una realidad que vincula a las dificultades para mantener abierto un negocio pequeño que tiene que competir con los grandes y también al hecho de que «la Parte Vieja está muy deteriorada» y no para de perder población. «La gente mayor se va yendo. Antes había mucha más. Algunos han muerto, otros se han ido a una residencia o se han mudado al otro lado del río porque aquí no podían subir y bajar de su casa. Eso también pesa», reconoció.

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Además, también es consciente de que en el barrio hay gente en el paro y con problemas económicos que a la hora de hacer la compra busca la opción más barata. «Es algo que entiendo. Vienen aquí para salir de algún apuro».

Considera que un establecimiento como el suyo, pequeño, «no es el que la gente elige para hacer la 'comprar' en general, pero vivimos del día a día, de que se venga a diario a por el pan, a por alguna cosa más a por algo que se te ha olvidado...».

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Aunque en esto hay una excepción. La gente mayor. En su caso, la práctica totalidad de la clientela que pasa por el autoservicio vive en la zona y, de ellos, los de más edad «son los que más compra hacen porque no van hasta el supermercado. También, buscan un trato más personal. Les ayudas a buscar las cosas, se lo colocas en las bolsas, les acompañas hasta casa... Además, eso me gusta».

Al igual que el hecho de conocer a todo el mundo que pasa por su autoservicio, los gustos de cada uno de ellos... Son los puntos fuertes de un negocio de proximidad. «Por las mañanas, por ejemplo, yo guardo el pan a mogollón de gente y eso se agradece, porque a la hora que venga el cliente va a tener su barra. También conoces cómo le gusta el corte del embutido a cada uno... A la gente le gusta ese trato y esa atención personalizada. Es en lo único en lo que podemos competir con el supermercado. Conoces a todo el mundo».

Isabel Cervantes | Isabel Tienda de Barrio

«Son muchas horas, pero si quieres que funciones hay que estar»

Cervantes ha reabierto esta misma semana tras la reforma del local. e. c.

Precios ajustados y la atención cercana tiene claro que forman parte de la clave del éxito

Durante muchas décadas fue la tienda de 'El Pimentonero', incluso cuando ya estaba al frente su actual responsable; pero desde esta misma semana, tras una importante reforma en el local de la calle Santa Lucía, el autoservicio ha pasado a denominarse Isabel, con la coletilla 'Tienda de barrio'. Una obra en la que se ha metido en este momento al tener muy claro que el suyo es un negocio que «va muy bien», pese a que requiere una gran dedicación.

Es un autoservicio en el que su titular lleva 14 años trabajando prácticamente a diario, de lunes a viernes pero también fines de semana y festivos, consciente de que abrir esos días «levanta muchísimo el negocio. Son muchas horas, pero si quieres que funciones hay que estar». Eso y que en la situación actual apuesta por «ganar lo justo» para no cargar demasiado el precio de los productos, porque «entonces no hay ventas». Su filosofía de negocio apuesta por repercutir un porcentaje pequeño en el importe y dar salida a los productos lo antes posible.

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Pero además, de ofrecer precios ajustados también busca dar a sus clientes productos de cercanía, tanto en las verduras y hortalizas como en el resto de las referencias de la tienda siempre que sea posible. «El café se lo compramos a Gometero, las galletas a Coral, las aguas a Exclusivas Viadas...», detalló.

Puntos fuertes a los que acaba de sumar una mejora en la imagen del local, para que también sea más cómodo para los clientes. «Hay más comodidad, más organización...», pero sin perder la esencia para que siga siendo más que reconocible como comercio de barrio.

El suyo es un establecimiento en el que atiende a gente del entorno pero también a clientes que llegan en coche, desde localidades cercanas como Rivabellosa, por ejemplo. Lo hacen buscando un trato personal y una atención cercana. Sobre todo, la gente mayor. «Hay gente que no quiere ir al supermercado porque se pierde. En cambio aquí, vienen, me dicen qué quieren, yo se lo busco y se lo saco».

En su caso la pandemia también ha tenido su aspecto positivo porque hay clientes que la conocieron en el periodo de mayores restricciones y que ahora tienen en su autoservicio una referencia en el que seguir haciendo la compra.

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«He caído en gracia a los clientes y el negocio sigue vivo», valoró. De todos modos, cuando se lanzó no lo hizo a la aventura, ante había trabajado en supermercados y en plataformas logísticas. También en Perú, su país natal había tenido una tienda. «Vi un letrero de que se alquilaba, la cogí y fue un acierto total», zanjó.

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