

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Cristina Ortiz
Domingo, 16 de marzo 2025, 23:21
La sociedad y las personas que forman parte de ella en cada momento están en constante movimiento. El mundo no para de girar y nosotros ... con él. Pero, ¿cómo? Con un movimiento de espiral hacia adentro, «que nos seca, nos angosta y nos marchita» a través del individualismo y enmimismamiento; o hacia afuera, con un movimiento hacia los demás, «ofreciendo y acogiendo lo que los otros nos dan» en una sociedad que apuesta por el bien común, como defenderá en el I Foro de Empresas Socialmente Comprometidas que se va a desarrollar mañana en la Casa de Cultura, a partir de las 10.15 horas, organizado por Manos Unidas.
–Va a poner sobre la mesa la función social que tiene la empresa. ¿Cree que es una forma de hacer negocios que casa bien con mirar la cuenta de resultados?
–Hay una concepción reduccionista o economicista de la empresa que dice que su función esencial es sacar beneficios y que todo hay que ponerlo al servicio de ese objetivo para los propietarios. Sin embargo, las empresas son una de las instituciones que tenemos más positivas para la sociedad en su conjunto.
–Arguméntelo
–Las empresas tienen una triple función que es importantísima y que otras instituciones no tienen. Primero, producen bienes y servicios útiles para la sociedad, por lo que es importante tener buenas compañías que hagan bien ese trabajo. Además, son las que nos permiten vivir, las que nos generan empleo. Y eso nos permite no sólo tener un salario digno para vivir, si es que nos lo pagan digno, evidentemente, sino también poder realizarnos como personas con nuestra vocación, poder ser más y mejor personas en el trabajo y además colaborar con otros para hacer algo útil para la sociedad, llegando más allá de lo que llegaríamos nosotros solos. Y, en tercer lugar, las empresas también articulan territorio, permiten que la gente se quede en el entorno. La dimensión que tiene la empresa para hacer el bien común es impresionante.
–Pero la economía, en términos generales, pone siempre el foco en el beneficio, en empresas que anunciar cuentas de resultados anuales que superan los balances anteriores.
– Eso es así, sí; pero porque estamos en una sociedad economicista donde lo que nos están diciendo es que lo que tenemos que hacer es crecer;y que para crecer la gente y las empresas tienen que ganar cada vez más dinero, que eso es bueno. Teóricamente, queremos que haya crecimiento y que se produzca más para que la gente esté mejor; pero en lugar de crear empresas para que la gente viva mejor, lo que estamos haciendo es subordinar a las personas al objetivo de tener más, porque eso es lo que nos va a llevar a estar mejor.
–De hecho, el triunfo, en la mayoría de las ocasiones, se vincula al dinero. Ahí está el éxito.
–Tenemos que cambiar ese paradigma de que lo que se ve bien y lo que se potencia es, precisamente, tener más, ganar más dinero. En una sociedad en la que él éxito pasa por ver quién tiene más, porque ése es el triunfador, lo que estoy diciendo es que la mayoría fracasamos, nos quedamos atrás. Tenemos que empezar a ver y cambiar el paradigma y decir, ¿cuáles son las mejores empresas? ¿Las que cada vez ganan más o las que cumplen bien su función social? Podemos construir una economía diferente en la que lo económico sirva de base a las personas, a lo que es importante en la vida. Evidentemente, también tiene que ser rentable, porque si no eso no lo vamos a poder hacer.
–¿Es fácil convencer a empresas de que cumplir esa función social no está reñido con ser económicamente viable?
–Hay gente que lo ve claro, que se da cuenta que lo está haciendo más o menos y hablar sobre esto le sirve para estimularla; y hay algunos que te dicen que eso es utópico, que no puede ser, porque el mundo es de otra manera. No se dan cuenta de que es de otra manera porque lo hemos construido así y lo podemos hacer de otra manera, no es irremediable.
–Eso pasaría por cambiar la mentalidad de empresas y trabajadores. De todo el mundo, en general.
–Por supuesto, porque al final, las personas, sobre todo los jóvenes que lo están viendo, lo que quieren es conseguir sus propios objetivos. No están pensando en qué voy a aportar a la sociedad, en voy a ganarme la vida haciendo algo útil para los demás; sino en yo lo que quiero es vivir bien, tener mis cosas, conseguir un salario muy alto; o, en otros casos, ganar lo suficiente porque lo de trabajar no va conmigo. Por eso estamos viendo en empresas que tienen una vocación diferente que les cuesta encontrar empleados que vean el trabajo, además de como un medio para ganarse la vida, como una vocación, como algo que hacen bien y en un sitio en el que están a gusto y que, además, les permite aportar algo útil para los demás.
–Nos colocamos frente al individualismo.
–Más que de individualismo, hablo de autorreferencia y de sociedad enmimismada, que vive en el yo-mi-me-conmigo. De hecho, tengo en imprenta un libro que voy a publicar con el título de 'Enmimismados' y que lleva por subtítulo: Manual para descentrarse. ¿Mi vida qué es? Lograr mis metas, plantearme mis objetivos, hacer realidad mis sueños. Tengo que dedicarme a lo mío, porque si me dedico a lo mío conseguiré llegar donde yo quiero. Yo sólo me sacrifico por mí mismo; por los demás, ¿qué voy a hacer? Vamos más allá del individualismo, se trata de poner lo mío por encima de cualquier cosa.
–Esa es la esencia del coaching motivacional tan de moda: si tu quieres, puedes.
– Exactamente. De hecho, en el libro que acabo de presentar, hay un capítulo donde hablo de eso, de todas esas fuerzas y de todos esos elementos que están reforzando esta manera de vivir y esas también falacias. Tú lo que sueñas no puedes conseguirlo. Eso es directamente mentira. Hay un movimiento de pseudo espiritualidades, de entrenadores de coaching, de terapias... que están potenciando el: dedícate a lo tuyo, tú solo puedes, no necesitas a nadie. Entonces, ese mundo enmimismado, cuando llega y decimos, la empresa es la institución que me gusta más, es una de las instituciones, de verdad, que más puede ayudar, y que más colaboran en la mejora de la sociedad; a la gente le da igual, sólo piensa en ganar dinero y gastarlo en lo que quiera.
–Eso iría en línea con la charla sobre la economía de lo suficiente y del deseo de la que hablará hoy en la Casa de Cultura (19.15 horas) en el ciclo 'Iglesia en el mundo actual'.
–El paradigma del economicismo se basa en los deseos, en decirte, cuanto más tengas, mejor vas a estar, en que vas a cubrir ese anhelo infinito; pero es imposible porque las cosas, los recursos, son finitos. Las necesidades se pueden cubrir con unos recursos limitados, pero cuando hablamos de deseos, que pueden ser infinitos, los recursos pasan a ser escasos y todos competimos y luchamos por lo mismo. Siempre queremos algo más y nos dicen que para conseguir nuestros deseos, con nuestra voluntad es suficiente, y eso no es verdad.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.