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Iterar significa repetir, volver a hacer algo y es esa la razón por la que en Cáritas se eligió en su momento el nombre de Itera para el programa en el que pueden participar jóvenes de entre los 16 y los 30 años y que « ... de alguna manera vuelven a intentar reengancharse a los estudios y la formación que les pueda permitir adquirir formación en competencias personales y laborales básicas», apunta el responsable del programa, Francisco Delgado.
En el último curso, el 2022/23, participaron del programa Itera un total de 67 personas, 41 hombres y 27 mujeres; la mayoría de ellos de procedencia extranjera. «Hemos trabajado este curso con ocho españoles y cincuenta y nueve extranjeros, la mayoría, cincuenta y cinco, extracomunitarios, fundamentalmente árabes y sudamericanos».
Buscar opciones de empleabilidad para quienes se acercan a Cáritas y deciden participar en el programa Itera, es el principal objetivo y, aunque «evidentemente los trabajos a los que acaban accediendo no son de alto nivel, son la puerta de entrada al mercado laboral porque les sirven para incluirlos como experiencia en su currículum». Lo apunta Delgado que comenta que «es un buen dato» poder decir que durante el tiempo que se ha desarrollado el programa este curso han acabado encontrando algún trabajo el 28% de los participante; lo que se traduce en un total de diecinueve personas.
La empleabilidad ha sido muy pareja en cuanto al sexo de los que han conseguido acceder al mercado laboral pues en ese tiempo lo hicieron diez hombres y nueve mujeres.
67 han sido las personas que participaron en el curso 2022/23 3n 3l programa Itera. Concretamente 41 hombres y 26 mujeres.
88% de todos ellos, concretamente 59 han sido jóvenes de procedencia extranjera y el resto, 8, españoles.
Muchos de los extranjeros beneficiarios del programa están en Miranda en situación irregular y por eso desde Cáritas se les facilita un acompañamiento individualizado en el proceso «que suele durar dos o tres años», de regularización, y se les estimula también para que en el caso de que hubieran abandonado prematuramente sus estudios, vuelvan a interesarse por tener formación que les permita acceder a empleos de mejor nivel.
Para quienes en ese tiempo que están pendientes de conseguir todos los papeles apuestan, por ejemplo, por estudiar, se les facilitan becas, de unos 80 o 90 euros al mes para «motivarles a que no dejen los estudios y poder pagar los libros».
Teniendo en cuenta que en el último curso fueron 26 personas las que acabaron participando en algún proceso de formación, puede decirse que el trabajo de motivación que se está haciendo a través del programa Itera está siendo productivo.
Entre septiembre de 2022 y junio del 23 tres personas realizaron cursos para conseguir el título de ESO, ocho están en proceso de homologación de sus estudios con esa titulación, la prueba de acceso a grado medio la realizaron seis personas de las que consiguieron aprobar tres, y otros diez pidieron ayuda a Cáritas para que les ayudaran a tramitar la homologación de los estudios que realizaron en sus países de origen para poder matricularse en grados medios o superiores.
Esta labor va a traer como consecuencia que «creemos que para el próximo curso serán dieciséis las personas que se matricularán en grados medios o superiores y, además, dos van a hacerlo en grados universitarios».
También el curso pasado quienes se beneficiaban del programa Itera participaron en cursos no reglados ofrecidos en el centro de adultos de Aquende o en Academias, así como los planteados desde la propia Cáritas, en este caso uno de limpieza en espacios abiertos e instalaciones industriales, y otro de competencias digitales. De cara al próximo octubre se va a plantear otro de Gestión de almacén y manejo de las distintas carretillas.
«Les animamos a que sean activos para no perder contacto con el mercado laboral y para que cuando se tramite su regularización se perciba que desean integrarse y trabajar», argumenta.
El verano llega para todos y también por lo tanto para los chicos y chicas que durante el curso escolar acuden al CAM (Centro de Apoyo al Menor), y para ellos cambia el día a día en las actividades en las que participan. Si durante el tiempo en el que todos ellos acuden a clase la función prioritaria que se desarrolla es la del apoyo escolar que se salpica con algunas pinceladas de actividades de ocio, llegado el verano todo cambia y el protagonismo lo adquieren las actividades lúdicas que se ven acompañadas, si es necesario por algún tipo de apoyo. En estos meses los usuarios un total de 38, de los que 23 son chicos y 15 chicas, han participado en juegos de calle, han realizado excursiones, han acudido a la piscina y han podido, por ejemplo, realizar patinaje o piragüismo. La mayoría de los usuarios del CAM llegan a Cáritas a través de los Servicios Sociales y en este último curso de todos los que recibieron atención, 21 eran españoles y los 17 restantes tenían procedencia extranjera.
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