La Ventilla, la única calle de Haro a la que se conocen dos principios y se ve sometida por enésima vez a cirugía estética, cuenta sus portales desde la Plaza de la Cruz, al ser el extremo más cercano al Consistorio, pero para el vecindario ... ha empezado siempre por La Pista, el bar que hacía esquina con lo que se llamó Senda de las Letanías (no sin razón) y hoy es Avenida Juan Carlos I, porque el local donde creció Félix Castrillo, dando continuidad a la bodeguilla que regentaban sus abuelos Antonina y Pío, y después sus tíos Juana y Enrique, daba la bienvenida al vecindario que se llegaba por el Oeste y liquidaba tributos en la caseta de consumo que había junto al Frontón Carrasco, para poder vender en la Plaza de Abastos sin mayor inconveniente fiscal.
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Allí se afincó el negocio en 1887 bajo la denominación de Pío hasta que la segunda generación, recuerda Félix, cambió de tarjeta de presentación para llamarlo Merendero La Pista Arro, que tal era el apellido de su tío, aprovechando que «era una huerta con árboles frutales y dos higueras muy grandes para poner mesas y que la gente pudiese merendar con sus cazuelas y bocadillos». Todo hasta 1950, el año en el que «se quitaron todos los árboles y se montó una pista grande de cemento, con sillas y mesas alrededor», para que el personal disfrutase de los bailes que comenzó a 'dar' el hostelero.
Ahí es donde encontró razón el definitivo cambio de identidad (La Pista) y donde creció Félix, que quedó huérfano en 1944 y fue acogido por sus familiares «como a un hijo».
Para que nos hagamos a la idea, recuerda el protagonista de esta singular historia. Por entonces, mediados de siglo XX, «el chiquito costaba 20 céntimos, la copa de orujo y de moscatel 25, y la de coñac y anís de marca 4. El vino se compraba por barricas en Briones o en Gimileo, en cada viaje se traían 125 cántaras que salían a eso de 6.500 ó 7.000 pesetas, vendiéndose la cántara por entre 50 y 55 y el litro por entre 3 y 3,5».
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Sólo se hacían tres viajes al año. Era más que suficiente.
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El portal de acceso a lo que era La Ventilla, una vía del extrarradio plagada de fincas y con el paso del tiempo una tira de talleres, dio «cientos de bodas», muchas por todo lo alto. «En una que dieron en el Frontón Carrasco y en la que se casaron Abilio Cuesta y Martín Penches con sus respectivas, hubo 306 invitados» que, seguramente, disfrutaron del cubierto más popular entonces. «Plato de entremeses, champiñones, gambas, fritos y de segundo merluza rebozada o al horno. Después medio pollo asado, postre, tarta y helado de La Italiana», que es de esos locales de los que se nos ha privado pero permanecen en la memoria del sabor. «Si el cubierto llevaba cordero asado, el precio se disparaba a las 130 pesetas». Todo un caudal.
Aunque lo que hizo de La Pista un lugar de encuentro fue, sin duda, los bailes que se programaban a lo largo de todo el verano con 'tocadiscos' y, años después, con conjuntos musicales en vivo los domingos y festivos.
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En el local de Félix tocaron Los Pumas, Los Ángeles del Infierno y los River Boys, con su vocalista Sussman, entre otras bandas que alentaron los primeros encuentros entre las señoritas, que pagaban 30 pesetas, y los caballeros, que desembolsaban 40 para conocerse, acercarse un tanto y guardar decoro, claro.
Todo hasta 1974, Aquel año comenzó a exigirse de los músicos que se convirtieran en profesionales y la cosa vino a menos porque dejó de rentarles. Así que a Félix no se le ocurrió mejor manera de animar el duro invierno en Haro que organizar desde ese mismo curso el Campeonato de Mus que se celebró en sus salones hasta 2004, con el respaldo de este medio, y que mantiene vivo la Cafetería El Mazo.
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Todo para animar las tardes de enero a marzo y forjar una amistad que reforzaba el ágape de cierre, después de la proclamación de los más avispados con las cartas y la entrega de regalos a todos los inscritos.
«Todo esto ocurrió en el edificio situado en el número 89 de la Calle de la Ventilla, que es donde me llegó la jubilación en 2006», añora nostálgico Félix Castrillo que se hizo con más de una edición del torneo acompañado de su hermano José Luis, 'Pichi'. «Hoy es el día que aún existe el Bar La Pista, en un edificio que pertenecía al local y donde tienen colocado un letrero (original) que recuerda que fue el Merendero La Pista Arro», fabricado en esmalte y plagado de recuerdos.
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