La UDP pide la implicación de los socios de la era pre Covid para evitar desaparecer

Es cierto, como ocurre en todas las entidades, que no todos participaban de una manera activa, pero sí pagaban los 6 euros de cuota anual que les hacía miembros de pleno derecho. El problema es que ya en 2020 no se cobraron esos importes y tampoco se ha hecho hasta el momento porque su sede Torre de Miranda ha reabierto sus puertas hace un mes y es ahí donde se hacía el cobro.

El abono se hacía en efectivo, no estaba domiciliado ni se cuenta con una base de datos informatizada que sirva como punto de partida para intentar localizar gente y ver quién está y quién no. «No tenemos datos de cuántos somos ahora mismo. No tenemos ni un listado de fallecidos en estos años». De ahí, que quien lleva 14 años ejerciendo de presidente de la UDP en la ciudad, Federico Urquidi, haga un llamamiento desesperado a que quien con anterioridad a la pandemia formaba parte de la entidad se pase por el local del colectivo (de 11.00 a 13.00 horas de lunes a jueves) y también a que alguno se implique para formar parte de una junta directiva que se ha visto reducida casi a la mínima expresión.

«Necesitamos ayuda para reorganizarnos y después volver a programar actividades a partir de septiembre», incidió Urquidi; consciente de que sería una verdadera pena que, después de todo el esfuerzo y el tiempo empleado durante años en revitalizar la asociación y llenarla de dinamismo y vida para el disfrute de sus socios, se cerrara para siempre la puerta.

Pero es lo que pasará si no logran enganchar de nuevo con pensionistas y jubilados para que vean la conveniencia de contar con un colectivo centrado en responder a sus intereses, ya sean de ocio, formación o de reivindicaciones; sin olvidar la gestión y negociación de descuentos vinculados a servicios que demandan (vista, audición, dentista...).

El problema es que sin miembros no hay colectivo y a la reunión informal a la que convocaron a sus antiguos socios, en la que «no había orden del día y sólo se trataba de sopesar la situación e inquietudes, acudieron dos. En la segunda asamblea que fijamos el resultado fue parecido», recordó el presidente del colectivo; que se reconocía sorprendido por la falta de interés, aunque no tenía claro a qué podía deberse, si a que de verdad los antiguos miembros quieren desentenderse, no se han enterado, se han ido a otras ciudades o, simplemente han fallecido.

De todos modos, Urquidi aún no quiere darse por vencido y seguirá intentándolo. Al menos hasta que llegue el momento de la Muestra de Asociaciones a finales de septiembre, cuando su presencia en la calle con el resto de colectivos de la ciudad les permitirá ganar visibilidad, aunque sea por un día, y que se vea que siguen ahí, al pie del cañón.

De hecho, ya tienen listo una propuesta de actividades para llevar a cabo, entre las que los viajes, una de las iniciativas más valoradas con anterioridad, vuelven a tener peso. Por eso, pide a los socios que «vuelvan. A ver si entre todos ponemos de nuevo en marcha la asociación. Necesitamos sus ideas y su ayuda», zanjó.