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Raúl Canales
Domingo, 4 de junio 2023, 01:46
Bolgad ha cambiado las escarpadas montañas del norte por el cálido aire del Mediterráneo. Hasta hace unos meses, este ejemplar de caballo losino pastaba en Pancorbo; hoy lo hace en la finca que Pilar Abril tiene en Valencia. Veterinaria de profesión, Abril se ha embarcado ... en una aventura tan arriesgada como apasionante: garantizar la supervivencia de una raza que durante décadas ha estado en peligro de extinción.
La fácil adaptación a cualquier tipo de terreno convirtió durante siglos al caballo losino en una pieza cotizada, e incluso de otras regiones del país venían a la provincia para comprar ejemplares que posteriormente usaban principalmente en las tareas domésticas. Además, el losino jugó un papel importante en la Reconquista o en la colonización de América. Sin embargo la mecanización de las labores rurales le fue restando protagonismo y progresivamente fue reemplazado por otros tipos de equinos más grandes y también más productivos para la industria cárnica.
Hace apenas veinte años, no quedaban ni un centenar de ejemplares en todo el país, por lo que Pancorbo asumió el compromiso de preservar la raza equina más pura de las tres autóctonas de la Península Ibérica. En aquella época, en las ferias costaba vender un caballo por más de 50 euros.
La gran labor realizada ha permitido que actualmente corran por las laderas del municipio 240 cabezas, y sobre todo, que el losino haya recuperado parte de su reconocimiento. Pero la localidad no puede seguir asumiendo el gasto que supone mantener la cabaña, ni siquiera con las ayudas que recibe de las administraciones públicas, así que ha sacado la gestión de la misma a subasta. Ahí ha aparecido la figura 'salvadora' de Pilar Abril, que ha firmado un contrato por diez años, en los que asumirá todos los gastos que conlleva la alimentación y cuidado de los animales y los sueldos de las personas que trabajan en la explotación.
Esta joven veterinaria sabe que no será fácil sacar rendimiento económico a su apuesta, aunque su principal interés radica en el estudio genético. Conoció la existencia del losino gracias a su padre, que por cuestiones laborales frecuenta el entorno de Pancorbo, y rápidamente quedó enamorada de una raza «ágil, noble y muy rústica».
Acostumbrada a trabajar con ovejas, cabras y especies cinegéticas, la conservación del losino es un desafío para esta veterinaria que no oculta su emoción por un trabajo del que espera «aprender mucho». El primer objetivo es llevar a cabo test, en colaboración con la Universidad Católica de Valencia, para seleccionar los caballos que aporten mejor información genética, «aunque quizá no sean los de mayor belleza». A partir de los datos obtenidos, Abril pretende establecer un programa de cría que haga que con los años la raza sea cada vez más pura y deja claro que los mejores ejemplares siempre permanecerán en Pancorbo. Es parte del compromiso adquirido. A su finca de Valencia o a otros puntos del país únicamente se destinará el «excedente» de población.
En colaboración con la Universidad Católica, se harán test genéticos para mejorar la raza
Un caballo losino para equitación ronda los 800 euros; en los últimos años se ha revalorizado
En los pastos de Pancorbo hay actualmente 240 cabezas de diferentes edades
Pero la preservación pasa irremediablemente por la viabilidad económica a medio plazo. A diferencia de lo que ocurría hace años, cuando el losino ni siquiera se contemplaba como opción en la equitación, ahora es un caballo valorado y que va ganando adeptos en países como Francia y Alemania. Son los destinos en los que puede tener un mercado más inmediato, aunque la idea de Abril es impulsar su promoción en el territorio nacional.
Los últimos ejemplares han tenido un precio de salida que ronda los 800 euros. «Es un caballo que se adapta muy bien a todos los terrenos, ideal para lugares abruptos porque tiene mucha estabilidad. Además es muy fácil de domar y por su envergadura, es una gran opción para jinetes jóvenes», explica la nueva aparcera de la cabaña de Pancorbo. Su idea, es participar de todas las ferias posibles, además de las que se hagan en la localidad, para que el losino tenga visibilidad. A medida que vaya ganando peso en el mundo de la equitación, la propia demanda garantizará la conservación de la raza.
Una de las principales característica de este tipo de caballo es su fácil adaptación a todos los entornos, desde el clima a los pastos. La idea de Abril es que, mientras que la extensión de terreno del que dispone en Pancorbo lo permita, el número de ejemplares se aumente porque eso permitirá en un principio tener más capacidad para seleccionar las mejores cabezas. Luego, se priorizará la pureza genética, es decir la calidad sobre la cantidad. «Es un proyecto apasionante y que me atrae mucho. Siempre me ha llamado la atención la ganadería extensiva y además aquí se pueden realizar estudios y está en juego la conservación de una raza», remarca.
Los montes de Pancorbo esconden una joya de cuatro patas dentro de un entorno que tiene todos los reclamos para el turismo. Aunque el principal objetivo de Abril es la mejora genética de la raza, su trabajo depende de la viabilidad económica a medio plazo. Por eso, entre sus propuestas está la de potenciar las visitas a la cabaña de losinos. «Es un lugar digno de ver», remarca sin ocultar el orgullo que siente por ver a más de doscientos caballos correr en semilibertad por los Obarenes. Sobre la mesa hay varias propuestas como poner en marcha una escuela de equitación, organizar visitas guiadas, paseos a caballo,... actuaciones que se pueden complementar con otras que ya se realizan en la zona y que den un impulso al sector turístico y al losino.
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