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Cristina Ortiz
Miércoles, 18 de septiembre 2024, 23:45
Septiembre es, sin duda, el mes de la vuelta al cole, a la escuela. En este caso a la Escuela de Maquinista de Renfe de ... Miranda que cuenta este curso con 16 alumnos matriculados, gente de distintas edades y procedencias (sólo 3 son de Miranda) que van a pasar diez meses en la ciudad adquiriendo los conocimientos ferroviarios necesarios para ponerse a los mandos de un tren, ya sea de cercanías, mercancías o AVE.
De hecho, la posibilidad de hacer prácticas en una amplio abanico de trenes es uno de los grandes atractivos que tiene este centro formativo de Renfe para Juan Carlos Escribano, de 34 años, que se ha mudado desde Barcelona con su pareja –dedicada ahora a buscar un trabajo– para pasar, al menos un año en la ciudad. «Es como si fuera un Erasmus».
Aunque un poco más caro. Calcula que le va a salir por unos 30.000 euros. A los 21.500 del curso le tiene que sumar el alquiler, que ha pagado de golpe para todo el tiempo, porque no tener nómina lo complica todo. Pero tiene ahorros y se lo ha podido permitir. De hecho, se ha lanzado a intentarlo cuando ha contado con el dinero necesario para mantenerse los dos años que calcula que tardará en incorporarse a un empleo en el sector ferroviario.
Los trenes han sido una gran pasión para él desde niño, «me tiraba horas viendo pasar los Rodalíes»; pero para poder llegar hasta aquí con la cuantía necesario antes ha trabajado de camarero, mozo de almacén, en Logirail... Si bien, además de tener el dinero hace falta «atreverse, porque dejas un trabajo por estudiar. Tiene que compensar». Y el tiene claro que entrar en Renfe lo compensará, aunque para lograrlo antes tenga que superar el curso, el examen que da derecho al carnet de maquinista (al que tendrán que enfrentarse a finales de octubre de 2025, aproximadamente) y luego la OPE de Renfe.
Todo ello le añade presión, por el temor a no superar las fases;pero también motivación para estudiar. Es mucha la inversión y el esfuerzo; así que «una vez que acabe el curso hay que espabilar. A mí me gustaría entrar en Renfe, pero si hay que estar un tiempo en la privada, no pasa nada».
Y más en su caso, que no consiguió una de las 28 plazas que se ofertaban en Barcelona y que le hubieran ahorrado el coste de vivir en la ciudad. Una opción que eligió frente a Bilbao, donde también pudo ir y que descartó por el mayor coste de la vida en la capital vizcaína.
Además, también le motivó que en Miranda va a poder hacer probar con diferente material. «Aquí tocas de todo. Tienes media distancia, larga distancia, AVE en Burgos, mercancías... En Barcelona sólo es con cercanías y si quieres aprender un poco de todos aquí hay más variedad; así que he pedido hacer las prácticas aquí».
Es algo que no se ha tenido que plantear Daniel Fuentes. Es de Miranda, así que en su caso estar en casa era la mejor opción para hacer algo que siempre le ha apasionado. De hecho, si no se ha presentado antes es porque no podía.
Acaba de cumplir 20 años, la edad mínima para acceder a la escuela de Renfe en estos momentos; así que antes se fue a FP y se sacó un grado medio en Mantenimiento y uno superior en Mecatrónica. Había que aprovechar el tiempo hasta alcanzar la edad y se decantó por una formación técnica que confía en que le ayude a conseguir su sueño de ponerse a los mandos de un tren.
«Es algo que me gusta desde pequeño, cuando me llevaba mi abuelo a la estación; y hasta ahora, que voy a ser maquinista», aseveró con confianza. Lo tiene claro. «Desde niño quería conducir y aquí estoy». Si luego acaba en Renfe o en otra empresa privada es algo que ahora le da igual, siempre y cuando pueda trabajar subido a una locomotora.
Así que tener que dedicar muchas horas al estudio después de las clases no lo ve como un problema. Además, es algo que ya tenía claro antes de empezar y de recibir ayer el temario porque un amigo suyo ya pasó por la escuela en la promoción anterior.
Nada que ver con la situación de Isabel Godoy, una de las dos alumnas del curso. Para ella todo es nuevo. Su formación previa está en la rama sanitaria y para adentrarse en el mundo ferroviario se ha desplazado a Miranda desde Jaén; aunque sí tiene tradición familiar ferroviaria. De hecho, es su padre quien la ha animado a subirse al tren y lo ha hecho. En parte motivada porque cree que «el salario vale la pena» si entra en Renfe, que es su objetivo. Ella se ve conduciendo trenes en el futuro y aunque le daría igual un tipo que otro, reconoce que le gustaría más llevar pasajeros y que cada vez sean más las mujeres que lo hacen. De hecho, reconoce que antes de venir estaba preocupada por si era la única, así que coincidir con otra más, ha sido una alegría.
Ellos son tres de los 16 alumnos de la Escuela de Maquinistas de Miranda que empezaron ayer un curso que consta de 1.150 horas, de las cuales 250 serán de prácticas de conducción efectiva. Con esta promoción, este centro habrá formado a 183 alumnos desde el inicio de su actividad en 2010. Gente llegada a la ciudad de muy distintos puntos de España por un curso que, salvo aquí, tiene sus centros en capitales de provincia.
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