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Cristina Ortiz
Viernes, 31 de enero 2025, 23:30
33 centilitros. Ésa es la capacidad que tiene una lata de refresco. Volumen suficiente para una bebida que sacie la sed y también para servir de armazón a un satélite. Sí, a un satélite espacial que están diseñando y construyendo los alumnos de Bachillerato del ... IES Montes Obarenes, que esperan ganar la fase regional del certamen CanSat para que su proyecto sea puesto en órbita por la Agencia Espacial Europea. De Miranda, al cielo.
Ése es el reto. De momento, han sido elegidos como centro que representa a la provincia en una iniciativa científica que ha despertado mucho interés y concitado la implicación de varios departamentos, incluidos los alumnos del aula de Transición a la Vida Adulta, que se van a encargar de construir el paracaídas del satélite.
Y es que el CanSat debe regresar a tierra sano y salvo tras ser lanzado a un kilómetro de distancia en dirección al espacio. 1.000 metros sobre el nivel del suelo que, en lo que dure el descenso, el minisatélite deberá aprovechar para la recogida de datos, cuantos más mejor, para los que haya sido programado.
Y en eso están trabajando los alumnos de Montes Obarenes, que como misión científica de su proyecto han optado por crear un sistema para localización de personas en caso de emergencia. La idea surgió con la DANA de Valencia.
Todo ello con un presupuesto de 500 euros. Un dinero que tienen que obtener mediante patrocinio y colaboraciones. Todo suma en la competición, también la visibilidad que sean capaces de dar a su proyecto a través de redes sociales y de medios de comunicación. Cuantos más puntos obtengan más posibilidades tendrán de ganar la fase regional y, por tanto, de que su satélite sea puesto en órbita.
Esencial para ser los primeros clasificados y, por tanto, los elegidos para asistir a una exposición en una ciudad europea aún por definir. «Es un proyecto muy atractivo para el alumnado», valoró David Santos, profesor del departamento de Tecnología y coordinador del programa.
El desafío para los estudiantes, que están dedicando unas cuatro horas semanales al proyecto al que han denominado Horizon Aegis, es adaptar todos los sistemas principales que se encuentran en un satélite, como la energía, los sensores y un sistema de comunicación, dentro de este espacio tan reducido. «Es un reto muy grande introducir 4 o 5 placas, una batería, cables, sensores... pero conocemos materiales que sabemos que van a caber ahí. La disposición en el interior dependerá de lo que nos permita el peso y el diámetro», detalló.
Y es que el CanSat tiene que ser capaz, en su descenso, de tomar medidas generales de altitud, temperatura... y las específicas vinculadas a su proyecto científico, que es el que les diferencia del resto de participantes. En este caso, las de posicionamiento, para la localización de personas, y la comunicación de esa información a un puesto de mando central que, a priori, estará en el Montes Obarenes. «Vamos a intentar hacer un satélite capaz de captar señales de socorro de balizas o de teléfonos, en ese momento y desde su posición; y, a continuación, mandarlas a un punto fijo», detalló Santos.
No fue fácil decidir qué hacer porque, aunque es la primera vez que el centro participa, la competición lleva años desarrollándose, y no se pueden repetir proyectos. «Había que buscar algo original, que no se hubiera hecho, para que no fuera susceptible de tomarse como copia». Si lo es o no y si cuaja la idea se sabrá en mayo, ya que para entonces ya están previstos los primeros lanzamientos.
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