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Raúl Canales
Sábado, 29 de marzo 2025, 23:30
Con escuchar un bombo y un platillo, los pies ya se mueven solos. Más en estas fechas, en las que la cuenta atrás para San ... Juan ya ha comenzado. Miranda y las charangas tienen un idilio especial porque son la banda sonora de las fiestas más populares, en las que casi un centenar de agrupaciones de este tipo toman las calles para animar el ambiente de las cuadrillas. Pero ya no hace falta esperar a desempolvar la blusa para escuchar 'Paquito el chocolatero' o 'pincho, pincho de tortilla' porque las charangas han extendido su radio de actuación a casi todo el calendario anual. Sin ir más lejos, ayer diferentes bares de la ciudad acogieron un encuentro organizado por los Txipirones para celebrar su aniversario y que fue un rotundo éxito.
Los Txipirones
«En verano ya sabes que es difícil cogerte vacaciones»
'Todos los días sale el sol' es sin duda un clásico fiestero, un himno que todos hemos coreado en infinidad de ocasiones con el vaso en alto y del que toma su nombre la charanga mirandesa más activa. Los Txipirones dieron el año pasado más de 90 bolos, lo que supone que muchos días estuvieron hasta en tres pueblos distintos, una paliza que obliga a sacrificar vacaciones y días de trabajo. «Si tocas en una charanga ya sabes que julio y agosto lo tienes muy ocupado», explica Javier, que suele tomarse un respiro fuera de la temporada estival. Aún así, también en invierno la agenda está repleta de fechas. «Antes solo había charangas en las fiestas pero ahora mucha gente las contrata para cumpleaños o para diferentes eventos. Si quisiéramos, podríamos actuar todos los fines de semana», asegura.
Tras doce años en la brecha, no hay fiesta del entorno que no conozcan. «Después de San Juan, la que más nos gusta es La Blanca. En Vitoria llevamos mucho tiempo con la misma cuadrilla y lo pasamos muy bien. La gente lo da todo cuando tocas», afirma Javier, testigo directo del cambio experimentado por las charangas en los últimos tiempos. Antes el repertorio era similar en todas; ahora la última canción de moda que suena en la radio es reconvertida para poder interpretarse con vientos y percusión. «Hace unos años con saber tocar mínimamente un instrumento podías formar parte de una charanga, pero hoy en día sino eres capaz de leer una partitura, no tienes opción».
La Kuarta
«Somos tan jóvenes que nos acompañan nuestros padres»
Poza de la Sal puede presumir de ser uno de los pueblos con más músicos por habitante. Ahí tiene sus orígenes familiares Izán y también la charanga La Kuarta, porque cuando este adolescente vio el ambiente que se montaba en un festival organizado en la localidad natal de Rodríguez de la Fuente, decidió que había juntar a unos cuantos colegas para montar una charanga. Muchos no han alcanzado la mayoría de edad y el componente más joven tiene apenas once años. Por su edad, evitan los eventos muy nocturnos, y cuando les contratan fuera de la ciudad, les llevan sus padres. «La mayoría se sorprende de que seamos tan jóvenes, pero cumplimos como el que más», afirma Izán.
Esa incredulidad todavía invade a sus colegas cuando los fines de semana les dicen que no puede salir con ellos porque tiene actuación. «Me encanta la fiesta, pero me gusta más vivirla con la charanga porque ves que la gente disfruta con lo que tocas».
Cada fanfarria tiene un estilo. La Kuarta se caracteriza por adaptar música moderna «aunque algún pasodoble también metemos de vez en cuando», confiesa Izán, que tiene claro su sueño: tocar en las fallas de Valencia. Mientras tanto, disfrutará al máximo tocando 'bacalao salao' en San Juan, ya que tienen actuaciones programadas para el sábado. El resto de días, los dejarán libres para poder estar con cuadrilla y amigos.
Los Zumbaos
«Salimos cuando nos apetece por el simple placer de tocar»
Los Zumbaos tienen un patrón que marca su filosofía vital, 'San Queremos'. Esta peculiar charanga no mira mucho el calendario festivo sino que sale a la calle de forma aleatoria. El sábado que están animados, cogen los bártulos y recorren los bares de la ciudad sin más pretensión que alegrar la tarde a los que se cruzan en su camino y tomarse una ronda de caldos.
Su nombre ejemplifica el espíritu más puro de los charangueros, la herencia de las viejas cuadrillas de amigos que se arrancaban en los bares si alguien les invitaba a un par de vinos. «Cuando tienes la música dentro y la vives, tocas en cualquier momento», asegura Valentín Puertas, fundador de un combo vocacional que se da el gusto de tocar cuando realmente les apetece sin compromisos impuestos.
En su repertorio, hay de todo. Abundan los clásicos pero también 'La Potra salvaje' o 'Despacito'. «Cuando estás por la calle o en un desfile le puedes meter más caña, pero en los bares hay que tocar lo que llamamos 'de parao'. Son temas animados pero que no tienes que saltar con ellos», explica Puertas, que antepone el placer de tocar al dinero. «La mayor parte de veces no cubrimos ni los gastos. Si los bares nos invitan a la ronda bien, pero sino la pagamos. Y lo que sacamos lo gastamos en irnos a cenar», sentencia.
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