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Toni Caballero
Domingo, 13 de abril 2025, 00:02
Un alcorque vivo es aquel en el que se siembra o se deja crecer de forma natural flora y vegetación autóctona. Estos espacios suponen pequeñas ... islas de biodiversidad que favorecen la presencia de insectos, aves y pequeños invertebrados que pueden resultar claves en el control biológico de plagas dañinas para el arbolado urbano. La presencia de plantas y flores silvestres no sólo supone una mejora visual con respecto a los alcorques de tierra, normalmente plagados de colillas, basuras y excrementos, sino que además favorecen la retención de agua, y la materia orgánica, resultado del ciclo vital de las flores, ofrece también un aporte de nutrientes, mejorando la calidad del suelo.
En este contexto, la Concejalía de medio Ambiente del Ayuntamiento de Miranda ha puesto en marcha el proyecto piloto 'Alcorques Vivos', en un momento «delicado» en el marco del cambio climático.
«Es necesario cambiar la forma de ver la ciudad tal y como se ha hecho hasta ahora. Los insectos están desapareciendo como consecuencia de la sobreexplotación de la tierra, las grandes extensiones de monocultivos, el cambio climático y la proliferación de especies invasoras. Es nuestro deber revertir esta situación en la medida de lo posible», subraya María Cueva, titular del departamento.
Por el momento, la prueba se ha llevado a cabo en Ronda del Ferrocarril, «la hemos hecho esta semana y ya hemos puesto carteles. La intención es dejarlos vivos en la periferia de la ciudad. En el centro, por el momento y salvo en Ronda de Ferrocarril, los seguiremos cortando mientras la población se sensibiliza poco a poco. Luego se haría en toda la ciudad, dependiendo de cómo vayan reaccionando y del mantenimiento que requieran, que tampoco se trata de tener hierbas que impida el tránsito», añade la edil.
Y es que la hierba en los alcorques no atiende a una falta de mantenimiento sino a una conciencia medioambiental, a una oportunidad para educar en el respeto a la naturaleza y en las plantas y flores autóctonas con su fauna asociada, claves para el equilibrio de nuestros ecosistemas.
«Es por ello por lo que, vamos a hacer pruebas en distintas zonas de la ciudad, sembrando semillas de flores autóctonas, mientras que en otros alcorques de la periferia iremos viendo qué tipo de vegetación prolifera para valorar las futuras actuaciones. En la calle Francia se sembraron en septiembre bulbos de invierno y de primavera», añade.
A pesar de su pequeño tamaño, la cantidad de alcorques en su conjunto tiene un impacto muy positivo en la biodiversidad urbana: facilita los flujos ecosistémicos actuando como un corredor de biodiversidad;el aumento de la biodiversidad vegetal favorece la aparición de fauna auxiliar, como los insectos polinizadores, que además puede servir para el control de las plagas que puede sufrir el árbol; mejora de la calidad del suelo mejorando su permeabilidad y aireación favoreciendo la microbiota radicular; y el aumento de vegetación disminuye la contaminación atmosférica, mejorando la calidad del aire, regula la temperatura, y, por tanto, la calidad de vida en la ciudad.
«Es una actuación que requiere tiempo, no es de un día para el otro. Luego, deberemos iniciar acciones individuales dependiendo de qué crezca y cómo en cada uno de ellos. Es una iniciativa bonita y hay que buscar un equilibrio con el mantenimiento» zanja la máxima responsable del departamento de Medio Ambiente en la ciudad.
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