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SILVIA DE DIEGO
Sábado, 27 de junio 2020
Huellas de caminantes arropados por preciosos campos de cereal. El trigo y la cebada daban la bienvenida a una mañana soleada que suponía la vuelta con muchas ganas de las actividades culturales ideadas desde la Cofradía Mirandesa de Bilbao. Había deseo de reencontrarse con ... amistades y de disfrutar de uno de los parajes arqueológicos más importantes de la comarca. A las once de la mañana de ayer una veintena de personas, respetando las medidas de seguridad, esperaban las explicaciones del alcalde de Bozoó, Javier Abad, maestro jubilado que embarcó con sus palabras a los visitantes en un viaje en el que confluían historia y vivencias de otra época.
A poco más de un kilómetro de Villanueva Soportilla descansa en la eternidad la necrópolis altomedieval de Santa María de Tejuela, una de las más grandes del norte peninsular. Las primeras investigaciones en el yacimiento, descubierto por Mariano Valdizán, comenzaron en la década de los 70 de la mano del catedrático Alberto del Castillo. Suyos fueron los primeros trabajos de excavación, que se vieron paralizados durante años hasta que en la década pasada, la Diputación se hizo con las riendas y la labor de puesta en valor recaía en la empresa arqueológica Aratikos.
En el año 2008 comenzó una excavación que sacaba a la luz grandes tesoros y que permitiría conocer mucho más sobre una de las necrópolis más enigmáticas de las existentes en toda la provincia. «En ella se han documentado hasta la fecha 340 tumbas talladas en la roca viva, así como dos sarcófagos, los restos de un templo, de un pequeño poblado y de un edículo, quizá el elemento más interesante y a la vez desconcertante de todo el conjunto», recordaba Javier Abad en sus explicaciones.
Un recorrido narrativo sobre las dataciones llevadas a cabo que apuntaron a que la zona tuvo una población más o menos estable entre los siglos VIII y XII. Poco se sabe de la comunidad que habitó esas tierras, ya que apenas quedan registros históricos sobre su paso, si bien, las evidencias indican que se dedicaban fundamentalmente a la agricultura y la ganadería, aprovechando el roquedal para practicar sus ritos funerarios y litúrgicos.
Las tumbas no corresponden a un único periodo, sino que su uso se prolongó durante varios siglos. A medida que iban muriendo, los habitantes eran enterrados en los agujeros practicados en la roca, realizados todos ellos con orientación este-oeste y fundamentalmente con perfiles antropomórficos. La cabeza siempre mirando hacia la salida del sol y un único cadáver por tumba. Esta, de hecho, es otra de las características de las tumbas, en las que no se han localizado evidencias de uso compartido, como así se ha documentado en otros lugares.
La historia de todo este legado no tendría significado si no se analiza el entorno. Una auténtica maravilla enclavada muy cerca de los cánticos que rodean al Ebro, en un paisaje dominado por la tranquilidad y el sosiego. «Que todo esté tan bien cuidado es fruto del trabajo de muchas mujeres del pueblo que suben a limpiar la zona», recordó Abad. Lo cierto es que en todo este tiempo «ha habido una enorme colaboración», no sólo de la institución provincial, sino del Ayuntamiento de Bozoó –municipio en el que se sitúa la necrópolis–, a la junta vecinal de Villanueva Soportilla y a los vecinos de la zona. Gracias a ellos se recuperó la romería que se hacía allá por los años 40. «Ahora todos los años en el mes de mayo este paraje natural se convierte en una auténtica fiesta en honor de la Virgen».
Finalizada la ruta, era el momento de conocer la gran belleza que ofrece el Granero de San Francisco en un aperitivo musical. El precioso color lila de los campos de lavanda invitaban al visitante a perderse y dejarse llevar a lo largo de las instalaciones al arrullo también de una fuente. En este paraje esperaba el plato fuerte de la mano de la inconfundible voz de Luis Pinedo 'Pititi', con Javier Rodríguez y Juanma Greño.
Un centenar de personas pudieron disfrutar de esta excepcional cita cultural que marcaba el inicio dentro de una nueva normalidad en la que las mascarillas, la medición de temperatura, los geles hidroalcohólicos y la distancia de seguridad estaban más que presentes. «Es una gozada poder disfrutar después de tantos meses encerrados en nuestras casas de un espectáculo tanto natural como artístico de estas características. Es de alabar toda la organización», reconocía una de las asistentes.
La cosecha de lavanda fresca procedente de tres hectáreas de terreno, unida a los fardos de planta seca guardados de la campaña pasada, se emplearán para poner en marcha la destilería profesional de plantas aromáticas en la que los impulsores del proyecto Granero de San Francisco invertirán unos 200.000 euros y en la que esperan poder trabajar ya en agosto. Por ahora, ultiman unos mapas con los que, situándose como punto de partida, propondrán tres rutas culturales a los turistas que se acerquen. Una enlazará Salinas de Añana, Valpuesta y Orduña; otra, Frías, Oña y Poza; y la última, Pancorbo, Haro y Briones.
100 personas pudieron disfrutar de este arranque cultural en el que las medidas higiénico-sanitarias para evitar contagios de coronavirus estuvieron muy presentes.
340 tumbas han sido contabilizadas en la necrópolis de Santa María de Tejuela en el proceso de una investigación que se inició en la década de los setenta.
16 kilómetros. Esa es la distancia entre Miranda y Santa María de Tejuela, una joya natural e histórica enclavada al arrullo del río Ebro y en un paisaje excepcional.
3 rutas culturales propondrán los impulsores del proyecto del Granero de San Francisco. Sobre ellas están ultimando diferentes mapas para no perderse ni un detalle.
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