Una lección de vida en Nepal

Su trabajo, junto a otra compañera, se ha centrado en un colegio de niños de educación especial situado en una zona rural a las afueras de Hetauda, la séptima ciudad más grande de ese país, donde ese proyecto lleva una década en marcha y cuenta con un centro ocupacional de empleo y una residencia. Instalaciones en las que, en total, se atiende a medio centenar de personas discapacitadas a través de esa ONG a la que llegó desde Fisios Mundi, dedicada a propagar los beneficios de la fisioterapia.

«Era algo que me apetecía mucho hacer y cuando me llamaron para decirme que me habían seleccionado para un proyecto no me lo pensé mucho», reconoce Íñigo ya de vuelta en Miranda, para quien la decisión no pudo ser más acertada en ese momento.

Tras el choque cultural y social inicial que experimento al llegar a la capital, a Katmandú, la primera impresión tanto de la ONG con la que iba a colaborar como de la iniciativa no pudo ser más positiva. «Creo que es un proyecto que está muy bien llevado a cabo y muy bien organizado».

Se trata de un centro que acoge a más de 40 chicos y chicas de edades variadas distribuidos en cuatro clases distintas en función de sus capacidades. «Es algo que facilita el aprendizaje», valoró.

Y lo hace sin olvidar el resto de las necesidades gracias a una docena de personas que se encarga de su formación pero también de la cocina, la seguridad o la residencia. A ellas hay que unir las dos personas que se encargan de la fisioterapia y con las que Íñigo trabajó más directamente, tratando de aportar el mayor número de conocimientos prácticos, fundamentalmente, en los cuatro meses que ha permanecido allí.

«Hemos intentado que toda la información que trasmitíamos fuese efectiva en su actividad del día a día. Estoy muy orgullo del trabajo que hemos hecho tanto nosotros como ellas. Tienen una base y saben cómo trabajar», reconoció el joven mirandés; al tiempo que ponía el acento en que «el trato con ellas desde el primer momento ha sido de diez. Hemos establecido mucha confianza. Acabamos siendo muy amigos pese a ser gente de culturas muy diferentes y distintas puntas del mundo», que quiere mantener unidas.

Por eso, para hablar de su trabajo como voluntario y de la labor que desarrolla la ONG Familia Hetaura, ha organizado una charla en la Casa de Cultura para el lunes 9 a las 19.00 horas, en la que contará con la presencia de Aina Barca, coordinadora y fundadora del proyecto, para tratar de captar apoyos, consciente de que en los próximos meses otros fisioterapeutas irán a completar su labor y que hay otras muchas necesidades.

«La experiencia me ha aportado más, sin ninguna duda, de lo que lo he hecho yo, tanto a nivel humano como profesional. Me he dado cuenta de que el mundo es muy grande pero que sea donde sea en todos los sitios encontramos gente afín a nosotros si sabes buscar. Me llevo de allí buenos. Son gente acogedora, risueña y siempre dispuesta a ayudar. Y eso se contagia», zanjó.