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Imagen exterior de la central nuclear de Santa María de Garoña. e. c.

Una gran familia que fue pionera en un sector siempre bajo la lupa

Trabajar en Nuclenor significaba unas buenas condiciones laborales pero también soportar el rechazo a la planta de una parte de la población

r. c. g.

Sábado, 19 de noviembre 2022, 02:01

En los ojos de Manuel, Vicente, David y Javier se nota que aún les duele Garoña. Aunque su cabeza hace años que está centrada en disfrutar de los nietos, ver como se ha apagado la empresa a la que dieron los mejores años de su ... vida les produce nostalgia. Desde que se jubilaron, apenas han vuelto una o dos veces.

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Su mirada cambia cuando se reencuentran con sus compañeros y vuelven a aflorar las anécdotas. Para los cuatro, Nuclenor representa los sueños cumplidos. Su trabajo no solo les permitió ganarse la vida, sino que «fuimos muy felices» en la central.

Hubo momentos duros porque se trataba de abrir camino en un mundo muy desconocido en la España de los 70. Había que superar la presión social, el halo del miedo y formarse en un sector del que apenas conocían nada. Pero pronto se conformó una gran familia de jóvenes procedentes de diferentes puntos de la geografía española, sobre todo de Cantabria, País Vasco y Asturias. «El ambiente y el compañerismo que se respiraba era único. En ninguna otra central pasaba lo mismo y por eso todos querían venir a Garoña», aseguran.

«El ambiente y compañerismo que se respiraba era único; todos querían venir a trabajar en Garoña»

Las condiciones laborales también eran muy buenas: salarios altos para la época, transporte y comedor. «Recuerdo que una vez fuimos a pedir un aumento de un 18% y la empresa nos ofreció casi el doble. En muchos aspectos éramos privilegiados, no nos podíamos quejar», recuerda Gorráiz, que llegó de Burgos cuando solo había una caseta y la central se estaba construyendo. «No sabía ni dónde había echado el curriculum», rememora entre risas.

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En Garoña no solo se compartía trabajo, sino que la mayoría eran y siguen siendo vecinos, porque residen en la urbanización construida por Nuclenor. Eso ayudaba a estrechar lazos y forjar amistades que siguen vigentes tras la jubilación.

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