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T. Nieva
Martes, 6 de junio 2023
Escoltada por la Policía Nacional, de madrugada y mientras eran increpados por decenas de personas que permanecían aún en la calle, junto al puente Carlos III. Así abandonó de madrugada, pasada la una y media de la noche del miércoles, la familia el piso del número 77 de Real Aquende en el que durante varias horas había permanecido atrincherada tras su negativa a acatar, al parecer, el destierro impuesto por un clan local con el que había mantenido un enfrentamiento por un robo.
Después de varias horas de negociación, en las que la Policía Nacional contó con la colaboración de un pastor evangelista para mediar, se consiguió que las cinco personas que permanecían en el interior de la vivienda –una pareja, sus dos hijos menores y el abuelo– aceptaran salir.
Cuando lo hicieron, de ahí fueron acompañados al inmueble que tenían okupado en las inmediaciones del Conservatorio de Música para recoger sus enseres personales y montarse en los vehículos en los que, junto a otra familia también integrante del mismo clan procedente de Cuéllar, salieron de la ciudad por carretera en dirección Burgos. Un recorrido en el que también contaron con el acompañamiento de varias efectivos policiales.
De manera paralela, otros agentes registraron minuciosamente el interior de la vivienda en la que la familia se había atrincherado en busca de un arma que se supone que portaba el mayor de la familia, según parecía apreciarse en las imágenes de un vídeo grabado a primera hora de la tarde del martes, cuando comenzaron en la zona las amenazas y la aglomeración de gente, y al que tuvo acceso la policía, que fue alertada sobre las cuatro de la tarde de problemas en Real Aquende. Pero la supuesta escopeta no aparecido, ni lo hizo ninguna otra arma de fuego.
Tampoco se llevó a cabo ninguna detención en una operación en el que la Policía Nacional, contó con el apoyo de varias unidades de efectivos llegados de Burgos, entre los que se encontraba una unidad de prevención y reacción.
Se trataba de evitar que fuera a más y se descontrolara el fuerte enfrentamiento entre dos familias mantuvo en vilo al Casco Antiguo de la ciudad durante la jornada de ayer martes. Según fuentes policiales, la escalada de tensión comenzó por la mañana cuando una de las familias, natural de Miranda, trató de desterrar al segundo de los clanes, oriundo de Cuéllar (Segovia), debido a un altercado previo entre miembros de ambos bandos. Pero, supuestamente, la familia segoviana se negó y se parapetó en una vivienda de la calle Real Aquende, 77, mientras una multitud comenzó a agolparse con la intención de expulsarlos por la fuerza.
Pasaban las cuatro de la tarde cuando los vecinos de la Parte Vieja comenzaron a notar que algo no marchaba bien en el barrio. Una disputa entre dos familias, uno llegado desde la localidad segoviana, el mismo que ocupó hace varios meses el inmueble aledaño al Conservatorio de Música, desembocó en que decenas de personas acudieran hasta una segunda vivienda, en Real Aquende 77, con la intención de desterrar al otro bando. El motivo, al parecer, apunta a un robo entre familias.
La escalada de violencia fue a más con el transcurso de las horas, la tensión se disparó y una marea de personas hizo presencia en el exterior del inmueble para sacar por las bravas al clan rival. Sin embargo, según fuentes policiales, el bando llegado desde Cuéllar se atrincheró en la vivienda, oponiéndose al destierro, y pertrechado con un arma de fuego con la que llegó a amenazar a los asaltantes.
Vecinos del barrio apuntaron que el clan de Segovia ya había sido expulsado de otros dos municipios años atrás por diferentes conflictos y, al parecer, ayer se pudo vivir el tercero. Varias dotaciones de Policía Nacional de Miranda, acompañados por Policía Local, tuvieron que pedir refuerzos a la Comisaría Nacional de Burgos y la situación comenzó a calmarse pasadas las ocho y media de la tarde.
Hasta cinco dotaciones de agentes, varios de ellos antidisturbios armados con escopetas, formaron una hilera frente al inmueble de Real Aquende para enfriar los ánimos. Sin embargo, ninguna de las dos familias estaba dispuesta a ceder y nadie abandonaba la zona. Pasadas las diez, los patriarcas negociaban en los aledaños de la vivienda una posible salida sin violencia.
Llegados a este punto, los agentes de Policía Nacional ofrecieron a la familia de Segovia salir custodiada de la vivienda en la que estaban, así como una escolta policial hasta que abandonarán la ciudad, pero declinaron la oferta. Por su parte, el bando mirandés aguardaba todavía en el exterior del edificio con el mismo objetivo que a primera hora de la tarde: desterrarles de la ciudad. Al filo de la media noche de este martes, el conflicto todavía no se había solucionado, una trifulca en la que participaron cerca de un centenar de personas entre ambos bandos.
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