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toni caballero
Sábado, 11 de diciembre 2021, 00:19
Algunos se quejan ostensiblemente, otros optan por llevar la procesión por dentro, sin embargo, todos y cada uno de los vecinos mirandeses que ayer se vieron afectados por la riada del Ebro coinciden en que el agua ha vuelto a pillar por sorpresa a la ... ciudad por enésima ocasión. «Las previsiones de la CHE suelen fallar, son erróneas, ya pasó hace unas semanas, se suelen quedar cortos en cuanto al agua que arrastra el río. Además, nos han avisado con poca antelación», comparten varios de los testimonios recogidos en el día de ayer.
Es el caso de Bicicletas Hermanos Peral, la tienda situada en la calle Río Ebro 17, donde poco antes de alcanzar el mediodía el agua ya llamaba a la puerta del establecimiento. «Tenemos el río aquí al lado ya, hemos sacado todas las bicicletas y los elementos que hemos podido. Lo peor es que nos hemos ido enterando por las redes sociales, nadie nos ha avisado», lamentaban. En esta línea, Inma Gómez, responsable del Club Recrea de la Fundación Caja de Burgos, ubicado en Ronda de Ferrocarril 8, mostraba mayor preocupación por la entrada de agua a su local: «Nos está entrando agua a tope, los chorros llegan con bastante fuerza. Hemos podido sacar todos los elementos de valor, pero esto pinta muy feo», reiteraba.
Inma Gómez
Club Recrea
Jonatán Fernández
Vecino evacuado
La confluencia de las calles Arenal y Ronda del Ferrocarril volvió a verse anegada por el Ebro menos de un mes después de la última avenida. «Estaba previsto que, sobre las doce de la mañana, se llegase a picos de 700 u 800 metros cúbicos de agua. El concejal de Seguridad Ciudadana, Pablo Gómez, nos alertó de que tendríamos el agua en la guardería para las siete u ocho de la mañana. Hemos echado más espuma que nunca para tratar de sellar todos los huecos y hemos subido el material al piso superior, pero el agua siempre se abre paso y, para las seis de la mañana, ha acabado inundando el local», comentaba resignada Virginia González, de la Guardería Colorines.
La titular del centro infantil obtuvo la cesión del espacio de la Ludoteka, en el Centro Cívico, por parte del Consistorio para ofrecer su servicio a los niños y niñas de la guardería. «Ahora volveremos a la guardería para ver hasta dónde llegan los desperfectos, los cuales deberán evaluarse una vez disminuya el nivel del agua. Es una ruina», zanjaba González.
Otras dos vías que no tardaron demasiado en sucumbir a la riada fueron las calles Álava y Bilbao, que permanecieron cerradas desde primera hora de la mañana mientras el Servicio de Salvamento de Miranda evacuaba en una lancha a algunos vecinos del número 2. «Estaba en el trabajo y me he escapado para recoger unas cuantas cosas de casa porque no tiene pinta que podamos dormir hoy en nuestro domicilio. El agua ya ha llegado al portal y parece que va a seguir subiendo, así que me han sacado en la embarcación para que pueda trasladarme a casa de un familiar, por lo menos, esta noche», apuntaba Jonatán Fernández, uno de los evacuados.
Patxi Abellán
La Higuera
Virginia González
Guardería Colorines
La calle Independencia también acabó sumergida en el río Ebro y, junto a ella, uno de los mesones con mayor renombre de la ciudad, La Higuera. «Tenemos todo el bar inundado, hay medio metro de agua o incluso más dentro. Tenemos todo levantado para intentar que el daño sea el menor posible, salvo la maquinaria pesada que no podemos movilizarla», subrayaba Patxi Abellán, trabajador del establecimiento.
Con el transcurrir de la tarde y con la tendencia del caudal ya estabilizada, Abellán comenzaba a pensar en el episodio que otras tantas veces se han visto obligados a vivir: el episodio posterior a la riada. «Normalmente solemos tardar una semana en limpiar todo y colocar el bar como estaba para poder abrir de nuevo. Hay mucha humedad, ha entrado mucha agua, por lo que no podremos volver a trabajar en siete días, más o menos», cerró.
Reza el dicho que lo mejor de las personas acostumbra a aparecer en las peores situaciones, pues bien, la crecida del Ebro también nos dejó estampas repletas de solidaridad protagonizadas por la ciudadanía mirandesa.
El propio Patxi Abellán fue sorprendido por nuestro fotógrafo llevando el pan a su vecina Cati, de la calle San Llorente, que se vio atrapada por el agua. «Estaba su hija a la altura del Tertulia con el pan y no podía pasar hasta casa de su madre. Ellos tampoco podían salir de casa y, al estar yo con las botas de agua, he atado la bolsa del pan a una cuerda y se lo hemos podido subir por la terraza. Son vecinos nuestros de La Higuera», resumía el hostelero.
En esta línea, un simple paseo por las calles mirandesas bastaba para ver cómo vecinos y vecinas unían sus fuerzas para achicar agua de sus negocios y portales bien a través de mangueras, cubos u cualquier otro recipiente valido para retirar el líquido del interior de los establecimientos. La fraternidad también se hizo visible en la colocación de sacos de arena y hasta en el traslado a 'carricotas' de personas que no poseían botas de agua hasta sus portales.
6.00horas, el punto horario en el que el agua comenzó a entrar en Ronda de Ferrocarril
7jornadas de media tardan los establecimientos hosteleros en limpiar la humedad de los locales para poder reabrir
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