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Cristina Ortiz
Domingo, 13 de abril 2025, 00:02
Empleo y discapacidad son dos conceptos que no casan bien, salvo que el contratador sea un centro especial de empleo al que subcontrata otra empresa. ... Ésa es, por la experiencia de Salud Mental Miranda, la vía de acceso más rápida a un contrato. Sobre todo cuando el empleado tiene una discapacidad psicosocial, que todavía «a las compañías ordinarias les asusta un poco. Tanto por el desconocimiento en sí de la enfermedad como por el hecho de que vayan a coger más bajas o más horas para consultas. Cuando se trata de un problema físico, es más fácil entrar», reconocía Lara Anuncibay, técnico de empleo de la asociación.
De todos modos, también valora de manera importante el cambio social en muchas compañías que están introduciendo el tema de la responsabilidad social como un aspecto importante a tener en cuenta, lo que facilita la inserción de personas con discapacidad reconocida. Aún así «nos sigue costando entrar en la empresa privada».
Quizá porque más que ofertas laborales lo que les llegan son propuestas para que sea el propio colectivo el que haga de empleador y de empresa que presta sus servicios a otra;y, ahora mismo, la entidad no está constituida como centro especial de empleo.
De hecho, también han constatado que aquellos contratos que gestionan a través de esas empresas especiales son indefinidos o de larga duración; mientras que aquellos que firman con compañías ordinarias suelen ser temporales, aunque poco a poco eso va cambiando. En ambos casos, lo que más se mueve son ofertas para limpieza y almacén. Ése es un aspecto en el que creen que aún hay mucho trabajo por hacer, ya que «aunque la persona tenga una formación y unos estudios, termina haciendo trabajos de baja cualificación». En algunos casos porque tampoco pueden afrontar el estrés o la ansiedad que les genera un empleo que conlleva cierta responsabilidad. Ahora, en la bolsa de demandantes, el colectivo cuenta con 52 personas, pero ha llegado a tener 70.
Llevaba varios años con una discapacidad del 51% reconocida cuando el boca a boca la llevó a Salud Mental. Y es que aunque siempre ha trabajado nunca había conseguido mantener una estabilidad laboral. No paraba de encadenar un contrato con otro y nunca de larga duración; salvo un periodo de dos años de camarera.
Por lo que el hecho de estar ahora, por primera vez, indefinida es algo que valora de manera muy positiva. Un gran éxito dentro de una carrera de obstáculos que cree más larga y dura para las personas que tienen discapacidad.
«Cuando lo dices, a veces, discriminan más, y en otros casos, no adaptan el puesto. Depende de la empresa», valoraba Vanesa; que sólo cuenta su situación si va a una oferta de empleo gestionada a través de Salud Mental. Cuando no es así, es una información que omite «por si acaso me dicen que no a la primera de cambio».
Es algo que, por ejemplo, ha hecho cuando ha buscado empleo en hostelería; no en la situación laboral actual, ya que aunque trabaja en la plataforma logística de DIAen la carretera de Bilbao, lo hace a través de una subcontrata que es un centro especial de empleo gracias al que ha conseguido que sus necesidades se tengan en cuenta de cara a la adaptación del turno o de las consultas médicas.
Aún así, pese a ser un derecho, cree que no es algo fácil de lograr. Para empezar porque ante el temor de que contratar a una persona con discapacidad implique más bajas, las empresas opten por otros perfiles dejando al suyo al margen; pese a que incorporarles también conlleve ayudas y rebajas de cuotas en la Seguridad Social. «A veces pagamos justos por pecadores», lamentaba.
Y no sólo por la creencia de que se van a ausentar más del puesto, también porque «creen que vas a tardar más en aprender que otra persona sin esa discapacidad. Quedan muchas barreras que derribar», señaló Vanesa.
Y eso que, en estos momentos se siente afortunada porque el centro especial de Empleo con el que trabaja en DIA la cogió pese a no tener experiencia, la formaron para los puestos que iba a desempeñar y adaptaron el trabajo a sus condiciones. «Es en las que más facilidades he tenido, no he tenido ninguna pega». De ahí que tenga claro que le gustaría quedarse de manera permanente, desde los 42 años que ahora tiene hasta la jubilación.
Está inmersa en un proceso de búsqueda activa de empleo, porque ahora sólo trabaja unas horas a la semana en limpieza y no son suficientes. Tiene 60 años y necesita cotizar para poder cobrar algún día la jubilación; pero, el logro ya alcanzado gracias a Salud Mental, ha sido su cambio de actitud.
Problemas de espalda y columna hacen que tenga reconocida una discapacidad del 46%. Un porcentaje que no le impide trabajar, tal y como viene demostrando en los empleos a los que ha accedido. Oportunidad que agradece, no sólo por el dinero y la cotización, sino porque le hace sentirse útil.
Y es que ella también cree que la discapacidad es un problema a la hora de tener un contrato de trabajo porque «no saben si te vas a coger muchas bajas». Ella no lo ha hecho. Al menos en el plano psicológico se encuentra mucho mejor que cuando llegó a Salud Mental. «Estaba muy deprimida y necesitaba trabajo. Estaba viviendo con mis hijas y quería ayudar, no que me ayudaran ellas a mí. Vi un cartel y entré en la asociación». Ahí encontró, hace dos años, una mano tendida, cuando «me costaba hasta salir de casa». Se le juntaban dos cosas, la discapacidad y la edad, un factor que aún cree que pesa más. «Me han dado mucho apoyo. Es muy importante, te ayuda a salir de donde estás».
Saber que su constante cansancio y otros problemas de salud tenían nombre: fibromialgia, fue una alivió pero también un diagnóstico que no fue capaz de asumir y que, unido al divorcio, la sumió en una profunda tristeza que, reconoce que ha podido superar gracias al apoyo de Salud Mental y a su acompañamiento para encontrar trabajo. «Cuando me dieron la discapacidad entré en depresión y me costó mucho remontar. De hecho, aún lo estoy haciendo. No me veía en ningún trabajo. Estaba cerrada al mundo».
Se abrió cuando llegó a la asociación aconsejada por su psiquiatra. Y tiene claro que fue un acierto tanto por el apoyo psicológico como laboral, porque a través del colectivo le llegó la oportunidad de entrar en Adif Acerca, un servicio de apoyo a viajeros con problemas. Ha estado varios meses y ahora ha firmado un contrato de mayo a diciembre, lo que le garantiza ya cierta estabilidad en un puesto en el que se siente realizada y a gusto. «La gente es muy agradecida, es un trabajo que te hace crecer. Te sientes útil», valoró.
Además, tiene claro que si se cierra esa puerta se abrirán otras, porque ya ha recibido alguna oferta más de empresas que buscaban a gente con un grado de discapacidad. «Divorciada, con hijos, gastos... tener la garantía de que si esto se acaba hay otras cosas, te da tranquilidad».
Aunque espera que lo de Adif Acerca le dure mucho porque es un trabajo que disfruta, en el que se siente valorada tanto por viajeros como por los compañeros de la estación. «Desde que empecé a trabajar me he vuelto a maquillar, a quererme más... porque la fibromialgia te quita la ganas de todo».
No le ha resultado fácil remontar hasta la situación actual, porque cuando recibió el diagnóstico hace cuatro años, con 35, «ya me veía inútil y que haya trabajos como el de Acerca, para mí, es una maravilla. Es perfecto, aunque también llegue con dolores a casa». Tiene claro que el apoyo psicológico y laboral del colectivo «me ha dado vida».
Tras muchos años trabajando en tiendas de ropa y supermercados, el reconocimiento de la discapacidad lo vinculó al fin de cualquier opción de empleo. «No veía salida, iba de la cama al sofá, no paraba de pensar que no me iban a coger en ningún sitio, que cuando estuviera de baja iban a decir que era una vaga... el dolor no se ve. Y a mí, a veces, me duele hasta el respirar. Que no te crean y que tengas que dar tantas explicaciones es horrible».
Pero ahora, echa la vista atrás, a cómo estaba hace 4 años y «no me creo estar aquí y así». De hecho, está pensando ya en formarse para trabajar con personas con discapacidad, niños con autismo... Algo vinculado a ayudar.
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