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Manejarse en el idioma del país en el que se va a vivir es esencial; tanto para tramitar documentación como para encontrar un empleo. Si alguien no te entiende o tú no le entiendes, difícilmente te va a dar un trabajo. Por eso, tras pasar ... por la asesoría jurídica, la mayoría enfila sus pasos a las clases de castellano -exceptuando los de América Latina, evidentemente-. Un servicio que cuenta con 7 voluntarios, profesores jubilados y otro tipo de profesionales dispuestos a dar su tiempo para enseñar su idioma, que el año pasado atendieron a 76 personas en las aulas. Más de la mitad, hasta 46 fueron marroquíes, 6 senegaleses, cuatro de Gambia y Rumanía; y 3 de Brasil, Ghana y Costa de Marfil, entre otros.
Ésta fue una actividad que se paró en marzo por la pandemia y que se intentará retomar en septiembre con todas las medidas de seguridad posibles. Algo que, a priori, pasa por tener a la mitad de gente por clase. «Hay que guardar una distancia y unas medidas de higiene, por lo que estamos un poco a la espera». Las aulas que tienen cedidas en la parroquia de Santa Casilda tampoco dan para mantener el número de las clases garantizando la distancia exigida y no tienen claro si van a poder duplicar los horarios tanto por espacios como por profesores.
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