«La capacidad de sufrimiento es el factor decisivo para poder pelear por El Conquis»

–¿Cuándo decidió apuntarse a esta aventura?

–Es un reto, me veía ahí sufriendo. Tenía muchísimas ganas y, al tercer casting, pude entrar. Al haber ido en la edición del Caimán al plató para hablar, Isma ya me conocía y fue todo con más confianza. Salió solo.

–Siempre tuvo claro que iba a ganar, ¿llevaba estrategia?

–Soy un apasionado del programa, me sabía las pruebas y sabía cómo me tenía que colocar en cada situación. Era como llevar fotografías en mi cabeza de lo que debía hacer. Era cómo haberlo vivido antes, además siempre he sido un mono y fui sin miedo a nada, claro.

–La fortaleza mental, clave.

–Tenía una meta, la ikurriña final. Pero tenía claro que, ganase o no, iba a dejar huella. Tienes que apuntar lo más arriba posible, pero luego hay que disfrutar de la aventura porque es algo único y tratar de no pasar desapercibido, de ser tú mismo.

–Una vez sabe que entra, ¿se preparó para ello?

–Hice hasta raíces cuadradas, que se me habían olvidado(risas). También estuve entrenando en el gimnasio de Aitor, unas sesiones muy enfocadas al programa, y es alguien a quien conocí a través de Caimán y Celada. Luego, a nivel comer, comí algo más antes de ir, pero cuando llega la previa ya ni te cabe, estás muy nervioso y es casi mejor dejarlo estar. Yo perdí 9 kilos durante el programa, volví con 65 kilos, y eso que no tengo chicha. Cuando llegó el momento, me despedí de los cuatro de casa, porque tenía que ser un secreto, y me marché.

–¿Qué es lo peor del Conquis?

–El tiempo muerto, sin dudas. Te llevan en una lancha a una prueba, se pone a jarrear y te puedes tirar cuatro horas en una barca atrapado sin hacer nada. Luego sale el sol, te mata el calor y uno desfallece allí mismo. La organización quiere que todos los equipos vean todo a la vez, te tiras mucho rato de espera y demás. El tiempo muerto es lo peor.

–Miranda dejando el pabellón en lo más alto, puede generar un efecto llamada, ¿qué le aconsejaría al siguiente en probar?

–Que es algo que tienes que querer hacer de verdad, mentalmente. El gimnasio y el ejercicio físico ayuda, pero todo se iguala cuando vienen cinco días sin comer. Saber que vas a ir a pruebas sin fuerzas, que vas a desfallecer, pero tienes que ir igual. La capacidad de sufrimiento, la cabeza.

–¿Cambiaría algo de lo que ha hecho en la aventura?

–No cambiaría nada, la verdad, porque hasta lo de intentar hacer el intercambio dio bastante juego y fue algo que hicimos en grupos (risas)

–¿Su peor momento?

–Cuando me quitaron la última lata fue un momento clave. Ahí estaba jodido, junto con el duelo con Zuru y Etxe, que lo acabé con el alma y estaba derrumbado. La cabeza empieza a pasarte malas jugadas, llevas muchos días de comer, que si los cocos, las trampas, a los demás les premian por callarse; y te pega un bajón terrible. Pero, también he de decir que Sojo, en la prueba de las anclas, compartió dos anchoas conmigo sabiendo que nos íbamos a duelar. Un grande.

–Lo mejor de la aventura...

–Volver y valorar lo que tienes aquí. Abrir el frigorífico y que no falte de nada. Tu, cuando estás allí, ves que hay gente viviendo en la zona que tiene incluso menos que tú. El poder vivir nuestra vida es algo de agradecer.

–Lo de pedir matrimonio en la final, ¿estaba pensado?

–Quería ganar, sí o sí. Si no hubiese sido así, no lo hubiera hecho en el plató, sólo valía si ganaba.

–Y toda la ciudad parecía saber el puesto en el que había quedado...

–De locos, no sabes la de gente que se me ha acercado para decirme que había quedado en un puesto u otro, calculando. Yo no decía nada y me reía(risas). Alguno me decía que, más o menos, viendo que no había movido el coche en un tiempo determinado, había quedado tal. Yo les decía, si cada uno me dice un puesto, alguno se estará equivocando(risas). Fue una aventura tan bonita y disfrutona que quería que la gente la viviese con la misma intensidad. No sabía prácticamente nadie cómo había quedado, me callé durante ese tiempo. Pocos sabían el día en el que me fui, los mismos que saben el día que volví. De esta manera, como tenéis mil retos para pensar que me puedo ir a casa, disfrutad del programa.

–En la final, ¿cuándo tiene claro que ya no se escapa?

–Cuando llevábamos la mitad de la tirolina. Iba mirando a Etxe y, cuando el tiraba, yo iba tirando también. Mantuve la distancia y luego, con las cámaras, pues le dan más tensión, pero ya ves la bandera y tienes claro que no se escapa. Lo pasé mal en la otra cuerda y con el frío, pero sabía dónde podía estar el banderín y la encontré rápido.

–El año que viene, ¿capitán?

–Veremos a ver, a mi me encantaría volver. Al final, te da pena hasta que acabe el programa, te quedas con ganas de más.

–Recibirá miles de mensajes diarios, incluso algunos pidiendo que sea el pregonero de las Fiestas de septiembre...

–Tengo un teléfono con 15.000 seguidores, menos mal que me ayuda mi mujer. Contesto poco a poco a todo. Y lo del pregón, estaría guapo, pero prefiero que la Alcaldesa me quite el IBI (risas).