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Cristina Ortiz
Martes, 18 de marzo 2025, 19:38
Diez nacionalidades conviven entre las 57 personas que la plantilla del Grupo Bocca. Un sector, el de la hostelería, con una elevada demanda de personal ... que no es fácil de encontrar y, mucho menos, ya cualificado. Barrera que el responsable de la empresa, Jesús Conde, se ha propuesto derribar incluyendo aulas de capacitación rápida en el obrador que tiene proyectado para atender un área de negocio creciente dentro del mundo de la restauración: el catering.
Es una rama de su actividad que está sumando enteros, hasta el punto de hacer inviable el poder atender la demanda tirando de las cocinas del restaurante Carbón. Lo han venido haciendo organizando dos turnos de cocina, pero ya no pueden crecer más; por lo que han apostado por sacar esa parte del negocio a un local específico, una cocina central que van a construir desde cero en otro local, en Alfonso VI número 71, donde prevén empezar las obras en abril para tenerlo todo listo en «tres o cuatro meses».
Una ampliación de instalaciones y de la actividad que han decidido aprovechar para crear en ese lugar unas aulas de formación en las que capacitar a inmigrantes, muchos de ellos sin papeles, en tareas relacionadas con la hostelería, de cara a que una vez que regularicen su situación –algo que espera Conde que se modifique para hacerlo más rápido y ágil–, tengan una cualificación, aunque no oficial, que les facilite el acceso al mundo laboral y en un sector con mucha demanda de profesionales.
En principio, se plantea realizar cursos de tres meses de duración con unas 15 personas por grupo a las que se enseñaría desde cómo poner un café, tirar una caña o realizar el servicio en sala. «Hay una demanda enorme en el mundo de la hostelería, pero si no hay conocimiento tampoco pueden entrar», explicó Conde; que tiene claro que la propuesta pasa por «hacer algo muy práctico» y que, al acabar, incluiría la entrega de un título que, aunque no tenga ningún valor académico oficial, sí puede servir de cara al currículum y demostrar unos conocimientos ante un posible empleador.
Además, en función de cómo funcione la experiencia, el responsable del Grupo Bocca tampoco descarta ampliarla para dar formación en cocina. De hecho, pensando ya en esa posibilidad, el aula que van a montar dentro del obrador va a incluir esa dotación.
«Lo ideal es que después pudieran entrar a la Escuela de Hostelería del ITM. Pero la verdad, es que aunque les queremos ayudar, todo son problemas en el plano legal», lamentó.
Y tiene claro que pasar por ese centro les abriría muchas más puertas laborales en un sector en crecimiento. De hecho, esa constatación de que sigue habiendo un campo muy amplio que atender es el que llevó al grupo a montar el obrador.
«Estamos trabajando ya con muchas bodegas de La Rioja, donde hay una oportunidad muy interesante para seguir creciendo y hemos apostado por ello», apuntó Conde.
Lo hizo en el marco del I Foro de Empresas Socialmente Comprometidas organizado por Manos Unidas, donde participaba este martes en una mesa redonda para abordar el papel de la empresa como agente de transformación, junto al responsable de comunicación de Aciturri, Nacho Fernández; y el propietario de Galletas Coral, José Luis Solana, que no dudó en asegurar que el principio en torno al que giraba la convocatoria lo ha mantenido inalterable en su trayectoria empresarial desde los años 40 del siglo pasado.
«Pensando en emprender siempre tuve claro que eso pasaba por hacerlo creando equipo y unos principios, llevando a cabo las cosas en conjunto y bien, sin pensar en el dinero; que, por añadidura, vendrá después. Ésa ha sido mi trayectoria en todos estos años», explicó.
Aciturri hace años que tiene aprobada una política de gestión ética y socialmente sostenible que aplica en su actividad diaria, pero también reconocía Fernández Baragaño que no siempre es lo que más interesa. De hecho, tienen claro que no está entre lo más analizado cuando presentan sus balances. «Los instrumentos de reporte digitales nos permiten saber que realmente son datos que se consultan poco. Y si los ciudadanos exigimos transparencia luego tenemos que ver lo que hacen esas empresas, porque cuando hacen cosas que pasan desapercibidas caemos en el riesgo de que no se sigan haciendo».
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Pío García
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