Azucarera planifica una campaña de siete semanas que arranque «a finales de octubre»

«El periodo de siembras ha sido escalonado por las precipitaciones que hubo a partir de la segunda quincena de abril. Sobretodo en Álava, donde se prolongaron hasta mayo, mientras que en el resto de territorios habían terminado en abril», explica Pablo Gómez, responsable agrícola de Azucarera.

Así, el objetivo de la próxima campaña no es otro que superar un rendimiento de 100 toneladas de remolacha tipo por hectárea cosechada para producir en torno a 250.000 toneladas de remolacha molturada (60.000 más que en 2021). Sin embargo, este factor dependerá, en gran medida, de los factores meteorológicos y las enfermedades que puedan lastrar el desarrollo de la planta.

«El 80% de los factores que influyen en el desarrollo de la remolacha no son manejables por nosotros. Es cierto que las casas de semillas están haciendo un gran esfuerzo para generar especies que no sufran enfermedades en sus hojas y demás, pero no podemos controlar el tiempo que hará en los próximos meses, y eso influye en su crecimiento», argumenta Gómez.

Por el momento, y atendiendo siempre a las lluvias que puedan imposibilitar el arranque de la raíz retrasando así el inicio de la campaña, desde el área Agrícola de Azucarera se planifica una campaña de «entre 6 y 7 semanas» para la planta mirandesa. «La idea es comenzar a finales de octubre, principios de noviembre, y que ésta concluya antes de las navidades. Sin embargo, la climatología ya ha hecho que nos comamos las uvas en la fábrica algún año que otro (risas)», apunta el responsable.

Sea como fuere, la compañía valora los guarismos de siembra como «muy positivos», más teniendo en cuenta la tendencia descendente de cursos anteriores y que se ha producido un crecimiento reseñable en la contratación de cultivo «en una situación complicada del mercado agrícola, con mucha volatilidad por la sequía y las costas del riego».

En otro orden de novedades, cabe destacar que Azucarera suma 715 nuevas hectáreas a la producción de la planta mirandesa, mientras que cerca de 400 hectáreas han tenido que ser dadas de baja por causas naturales. También ha cambiado la distribución de la superficie, en la que cuela por primera vez Aragón.

Por áreas de producción, la llanada alavesa, los valles alaveses, Treviño y Bureba, suman un total de 1.046 hectáreas de remolacha cultivada; La Rioja hace lo propio con 630; las zonas Arlanzón-Pisuerga y Aranda-Soria (Burgos) acumulan cerca de 420 hectáreas y Navarra 223 hectáreas. Asimismo, Huesca participará por primera vez en la producción de remolacha para la campaña de Miranda, y lo hará con 165 hectáreas de cultivo.

En tierras aragonesas, la firma azucarera está colaborando con Nafosa, una empresa de origen navarro especializada en la alfalfa, para impulsar un medio de transporte que permita trasladar los recursos de una forma más económica y sostenible. «Es un proyecto piloto que se va a probar este año en los cultivos de Huesca. La idea es transportar la remolacha en ferrocarril hasta Miranda, lo cual supondría un ahorro grande a nivel económico y también un apuesta por la sostenibilidad, se eliminaría el uso del combustible», señala Gómez.

El principal escollo para su implantación radica en la gran dificultad técnica del traslado. «Antes, las fábricas azucarera tenían su línea ferroviaria en el interior y llegaban los recursos directamente. Se apostó por los camiones y ahora hay que llevar la remolacha hasta el tren, almacenarla correctamente y transportarla hasta la ciudad, donde ha de ser recogida y llevada hasta la fábrica», concluye.