El atracador del machete reaparece y asalta un quiosco en Miranda

El reloj marcaba las 9.30 horas cuando María levantó la vista y vio en su pequeño local a un hombre encapuchado. Al principio pensó que se trataba de una broma de mal gusto, pero al ver el largo cuchillo que esgrimía en la mano, entendió lo que pasaba. Sin oponer resistencia, María accedió a entregar la caja, pero por el tipo de negocio que regenta y la hora que era, apenas había dinero porque «solo habían entrado tres o cuatro clientes».

Molesto con el escaso botín, el atracador exigió a la dependienta que le diera también lo que llevaba en su cartera personal. María abrió el bolso y le dio los billetes que tenía. Igual que cuando robó en la farmacia, el hombre salió sin apuro del establecimiento, giró en dirección al puente y se perdió entre las calles.

Cuando fue a presentar la denuncia, los policías mostraron a María las imágenes que las cámaras habían registrado del atraco a la farmacia. En principio, parece la misma persona en ambos casos por lo que las fuerzas de seguridad trabajan ya para localizar al autor de dos delitos que generan inquietud en una zona en la que no hay muchos establecimientos comerciales. Lo que más sorprende, es la impunidad con la que el atracador opera a plena luz del día y que porte un arma blanca tan grande para llevarse botines no muy suculentos.

«No se ha llevado mucho dinero pero el susto te lo llevas igual», remarca María, que prefiere pasar página y olvidar cuanto antes un suceso que se ha repetido en la misma calle en un corto periodo de tiempo, por lo que los agentes creen que es alguien que conoce bien el lugar y que vigila los locales antes de entrar.