Controles de la Guardia Civil a primera hora de ayer en la rotonda de acceso a la A-1 con motivo del segundo confinamiento de Miranda. Avelino Gómez

Álava recibe con escasos controles a los tres mil mirandeses que trabajan en el territorio

Mirandeses y vitorianos se aseguran de llevar consigo salvoconductos, pero apenas se reclaman a quienes utilizan el transporte público

Martes, 29 de septiembre 2020, 09:24

La situación sanitaria en Miranda, con 35.500 habitantes, empeoró considerablemente la semana pasada y, a efectos de contener «lo que ya parece una ineludible transmisión comunitaria de la pandemia», la ciudad enfrenta su segundo confinamiento hasta el próximo 10 de octubre. Alrededor ... de 3.000 mirandeses se trasladan cada día al territorio alavés para acudir a sus puestos de trabajo, ya sea en la capital alavesa o a fábricas ubicadas en Lantarón o Ribabellosa. Otros municipios como Armiñón, Berantevilla, Ribera Baja y Zambrana también mantienen estrechos lazos económicos y sociales con la ciudad burgalesa, pero estos días únicamente las personas que puedan justificar sus desplazamientos tienen permitido salir o adentrarse en Miranda. Ayer no fue una cuestión que entrañara mucha dificultad. Según la mayoría de los consultados, a los usuarios del transporte público apenas se le exigieron sus salvoconductos y quienes lo hicieron en vehículos privados pudieron cruzar la 'muga' sin apenas explicaciones.

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La Diputación alavesa no esperaba que el confinamiento de este municipio industrial situado a 35 kilómetros de Vitoria afectase «de forma importante a la relación que Álava mantiene con la localidad» al permitir la movilidad por motivos sanitarios, educativos y laborales. Y así fue. Los jóvenes que cada día atraviesan la frontera siguieron visitando sus centros educativos sin complicaciones y los trabajadores no faltaron a sus puestos durante el primer día laborable tras el confinamiento. Las jornadas de antelación con las que conoció el cierre de municipio y la experiencia adquirida durante el estado de alarma permitieron a trabajadores, empresas y familiares de enfermos hacerse con los tan necesarios permisos para justificar sus idas y venidas, pero para sorpresa de mirandeses y vitorianos no están siendo necesarios. «La empresa preparó nuevos justificantes para los trabajadores de Miranda y los colgó en la plataforma para que los imprimiéramos. A mí, por lo pronto, no me ha hecho falta», explicaba Jesús María Naharro, uno de los cerca de 200 mirandeses que cada día se desplaza hasta la fábrica vitoriana de Mercedes. Sus compañeros vieron algunas patrullas a las afueras del municipio sobre las seis de la mañana, pero él pudo abandonar la localidad sin detener su vehículo. Íñigo Miranda, otro lo de los empleados mirandeses de la planta alemana, sí fue interpelado por agentes de la Policía local y Nacional.

Empresas como Mercedes, con numerosos empleados mirandeses, les facilitaron nuevos justificantes

salvoconductos

«A la una o a las siete de la tarde son más estrictos, pero tampoco paran a todo el mundo. Si vuelves tarde o sales temprano, deben asumir que vas a trabajar porque no te paran; tampoco lo hacían en marzo», señala. Aunque la salud es lo primero, los mirandeses admiten sentirse un poco desanimados ante un segundo confinamiento. El personal del hospital Santiago Apóstol de Miranda llevaba tiempo alertando del empeoramiento de la situación, que ya sobrepasa la crisis de marzo, por lo que a muchos vecinos la decisión no les sorprendió demasiado.

La ferroviaria Talgo, en Ribabellosa, es otra de las empresas en suelo alavés con un alto porcentaje de mirandeses entre sus filas. Más de la mitad de sus 700 empleados tiene su domicilio aquí. «Tenemos la opción de acercarnos en los autobuses de empresa que nos conectan con Miranda y Vitoria», señala Eduardo Gómez, quien acude en vehículo privado. Se muestra tranquilo con la situación y su rutina laboral continúa sin complicaciones, aunque lamenta no poder trasladarse a La Rioja para estar con sus familiares.

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Sin tren de las 7.20

«Hoy es Miranda la que está confinada, pero nunca se sabe qué ciudad lo estará en las próximas semanas», señalan estos trabajadores. Del mismo modo, parte de quienes se desplazan a Vitoria cada día desde la ciudad para estudiar en el campus de Álava de la UPV o en centros de Formación Profesional. Uno de los recursos que utilizaban para completar este trayecto antes de la pandemia era el regional exprés que partía a las 7.20. Sin embargo, Renfe lo eliminó durante el estado de alarma y no hay una fecha de recuperación.

Algunos se trasladaron desde la ciudad hasta el aeropuerto de Loiu para volar al extranjero

en autobús

La eliminación de algunos convoyes que operaban antes del 14 de marzo llevó a la Diputación de Álava a reforzar dos de los horarios de la línea 19, la que une Vitoria con Miranda, con un segundo autobús para evitar aglomeraciones. Sin embargo y dejando a un lado las horas punta, los autocares que se acercaron ayer a la capital alavesa estaban lejos de encontrarse completos. Pese a las dificultades, nada impide que los vecinos abandonen esta localidad confinada para visitar destinos incluso en el extranjero. «Estaba en Miranda visitando a unos familiares cuando anunciaron la medida. Hoy -por ayer- he venido a Vitoria para llegar hasta Loiu y volver a casa, en Londres, donde tendré que guardar dos semanas de cuarentena. No he pasado por ningún control», subrayaba Leticia Giménez.

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«Parece que los jóvenes seamos quienes tenemos la culpa»

Todos llevaban el salvoconducto para abandonar la confinada Miranda plegado en el bolsillo o en un documento en su teléfono móvil, pero no tuvieron ningún contratiempo para montarse en los autobuses de la línea 19 que la conectan con Vitoria. «Creí que nos pedirían algo en la estación de Miranda y traigo conmigo el justificante de la matrícula, pero nada», se sorprendió Sandra Calvo, estudiante de Fotografía de 19 años, al apearse del vehículo de camino a clase. Animada pese a las restricciones, sostiene que este segundo confinamiento es más ameno que el primero -«al menos podemos movernos por Miranda»- pero se siente juzgada. «Las personas mayores nos miran mal y nos piden que usemos la mascarilla, pero nosotros también tenemos cuidado», afirma.

«A lo mejor salimos más, pero parece que los jóvenes seamos quienes tenemos la culpa de todo», coincidía Raúl Ladrero, alumno mirandés de Egibide Arriaga. El domingo atravesó un control para acceder a la ciudad, en la que percibió algo de nerviosismo. «Las tiendas se llenaron antes del cierre, hubo quien quiso aprovisionarse. Me recordó un poco a lo que ocurrió en marzo».

Imane El Ghouli, vecina de Ribabellosa, bajó nerviosa del autocar en el andén 1 de la estación de autobuses. «Llevo así todo el verano, pero la verdad es que me agobia compartirlo con tanta gente que viene desde Miranda. Intento no tocar nada durante el trayecto», reconoce la joven estudiante de FP. Begoña Sedano fue una de las pocas pasajeras del autobus de las 10 y encarna otro de los supuestos por los que se permite salir de Miranda. «Mi tía es dependiente, tiene 88 años, está ingresada en el hospital de Txagorritxu y vengo a cuidar de ella. El hospital me ha dado un justificante, pero aún no me han pedido nada», explicaba la mujer, a quien el autocar le pareció más vacío de lo habitual.

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