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Silvia de Diego
Lunes, 29 de marzo 2021, 01:41
Desde el inicio de la pandemia de Covid-19, las personas con alzheimer han sufrido una ruptura con la asistencia a los centros de día ... y asociaciones, con sus terapias y rutinas, sufriendo una disminución de su actividad social, cognitiva y física. Esta desconexión ha generado un empeoramiento funcional -a nivel cognitivo y físico- en las personas con esta enfermedad, al provocar alteraciones conductuales y psicológicas y acelerando el avance de la enfermedad y su deterioro.
En Afami reanudaron en julio su prestación de servicios y han tenido que buscar fórmulas para afrontar los gastos sin hipotecarse en un futuro, pero a pesar de la ayuda prestada de diversa índole, lo cierto es que el colectivo cifra en cerca de 10.000 euros las pérdidas hasta la fecha. «Estamos vacunados todos pero no se puede bajar la guardia. Seguimos con limitaciones para usuarios y grupos burbuja, extremando al máximo las medidas higiénico sanitarias», detalla su presidenta, Eulalia Mallofré.
En estos momentos el número de usuarios asciende a unas 85 personas frente a las casi 170 de antes del confinamiento. «Este 2021 también va a ser un año muy duro, tenemos que procurar resistir. Cuando reiniciamos la actividad comprobamos lo que ya sospechábamos y sabíamos, un empeoramiento significativo en todos los niveles de los usuarios», lamenta. «Pero hay que destacar que todos ellos nos han dado una lección de humanidad y eran capaces de entender la situación que estamos viviendo a su manera. Tanto el pasado 2020 como este 2021 se traduce también en un aprender continuo y en la supervivencia».
Afami no es una entidad con ánimo de lucro y son muchos los gastos que afronta. «Tenemos las subvenciones de diversas administraciones y bonificaciones. Junto a esto, empresas de la ciudad nos han ayudado a limpiar las instalaciones sin cobrarnos nada, pagamos la mitad de renta, nos han dado mascarillas... pero aún así la situación es complicada», reconoce.
El número de trabajadores ronda a día de los hoy los 47 en el colectivo y por la situación de pandemia algunos continúan en ERTE. «Actualmente, estamos trabajando 38 personas y esperamos que cuanto antes pueda reincorporarse todo el mundo», subraya mientras lamenta la gran cantidad de proyectos y actividades que se desarrollaban en el centro y que ha arrollado el Covid. «Con las de demencia hacíamos proyectos grupales junto con familiares, tampoco podemos unir salas con diferentes cognitivo cuando era algo realmente muy interesante porque aumentaban las motivaciones, tampoco podemos ir a la piscina una vez a la semana con aquellas personas con daño cerebral. La estimulación tanto de demencia como de daño cerebral es buena pero, claro, los talleres de musicoterapia no podemos realizarlos», enumera. «Lo que sí hemos incentivado es que haya más personal auxiliar para que puedan salir a paseos y no tengan que estar todo el día dentro de la misma sala. El contacto estrecho de abrazos ya no existe, estamos muy limitados y a todo esto se une también que aún no está abierto el centro para asistidos durante los fines de semana y es algo que demandan muchas familias», afirma Mallofré.
En cuanto al perfil del usuario de Afami, su presidenta detalla que la franja de edad es amplia: 40 el más joven y 105 el más longevo. «El grupo más numeroso son los congnitivos medios, que hay de entre 60 y 80 años. En cuanto a cómo afecta la enfermedad por sexos, el número de mujeres y hombres es similar aunque sí que es cierto que sigue habiendo más mujeres. Se da la circunstancia de que el hombre suele acudir antes a los servicios de autoayuda mientras que las mujeres son más cuidadoras, por lo que cuando vienen aquí están en un estado más avanzado de la enfermedad», explica.
Según los datos hechos públicos el pasado mes de septiembre por la Fundación Alzheimer España una de cada seis personas mayores de 65 años (un 16,7%) y casi un tercio de los mayores de 85 años (un 27,7%) padecen alzheimer, siendo este colectivo el que se encuentra entre la población con mayor vulnerabilidad frente al Covid 19. Asimismo, desde que comenzó la pandemia las asociaciones que ayudan a las familias con esta enfermedad han tenido que cesar su actividad presencial, lo que significa que en torno a unas 200.000 familias han dejado de recibir los servicios especializados presenciales y los cuidados que ofrecen estas entidades.
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