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Piedras con ocho siglos de historia

Piedras con ocho siglos de historia

La iglesia del Espíritu Santo, catalogada como Bien de Interés Cultural, cumple 800 años con el honor de ser «el edificio más antiguo de Miranda» y el único de estilo románico que se conserva en la ciudad

Cristina rtiz

Domingo, 26 de marzo 2017, 00:50

Ni su nombre ni su estética son las de aquel templo románico cuya construcción data de los primeros años del siglo XIII, en el segundo decenio, y cuya existencia aparecía citada por primera vez en el Fuero de Miranda. Aunque no existe documento alguno que certifique con exactitud el momento exacto de su consagración, si hay pistas que permiten situarla entre 1210 y 1220. Entre ellas, historiador mirandés, Javier Vélez Chaurri, profesor de Historia del Arte de la UPVen Vitoria, apunta la similitud del ábside con el de la parroquia alavesa de Tuesta, consagrada en 1206, y de otro desaparecido en Ameyugo; o la presencia constatada en Miranda de Alfonso VIII en 1207. «La fecha también está vinculada a los capiteles que hay en la portada, uno tiene un castillo en un lado y un león en otro».

Así que se ha optado por fijar la inauguración en 1207 y, por tanto, por celebrar este año su 800 aniversario. Momento para tratar de dar un mayor realce al único elemento románico que conserva la ciudad, partiendo de la base de que «fechas para estas obras es dificilísimo de encontrar; y aquí, además, tampoco conocemos el momento de consagración», valoró.

Si bien, no cree que el actual templo se corresponda con el citado en el fuero. Aquel «sería una iglesita pequeña para dar servicio unos pocos parroquianos que se habían situado en la zona, pasando de Aquende a Allende». Sin olvidar el papel juradero, para resolver las disputas a ese lado del río. Su nacimiento también a buen seguro estaría relacionado con la necesidad de controlar el puente, ya que para cruzar había que pagar. «Las iglesias en esa época también tenían una función civil», recordó.

La de San Nicolás desde 1972 Espíritu Santo empezó a construirse por su ábside, «muy potente, con unos arcos embutidos», en un románico tardío que se difumina a principios del siglo XIII, momento al que pertenecen el presbiterio y el arco de la portada. «El resto de la iglesia ya es posterior y no forma parte de ese estilo. Fue aumentando su tamaño según se asentó más gente a este lado del río», apuntó.

Desde las cenizas

De hecho, los grandes contrafuertes y ventanales circulares apuntan a una obra del Gótico y, probablemente del siglo XV. El resto del templo prácticamente es nuevo. Obedece a la reconstrucción que se hizo a principios de los años setenta para su reapertura en el 72. Y es que las llamas de mayo de 1936 hicieron saltar por los aires las bóvedas que sujetaban la cubierta por dentro. «Con el incendio explotó el interior y se destrozó todo. Desaparecieron las paredes originales, retablos, cuadros, imágenes, archivos... La combustión que hubo dentro de la iglesia fue tan grande que echó por tierra esa parte. Las bóvedas del ábside, con nervios muy potentes sí aguantaron», señaló Vélez Chaurri.

Tampoco los capiteles exteriores que aguantaron entonces parecen llevar bien el paso del tiempo. Hasta esa fecha, la iglesia contaba con un pórtico que había guarecido en cierto modo de las inclemencias del tiempo esas partes esculpidas; pero cuando se optó por la retirada definitiva de ese elemento en la reconstrucción del templo, pasaron a quedar directamente a la intemperie. Situación que ha provocado que «poco a poco la piedra va perdiendo densidad. Agua, luz, calor, frío.. y adiós relieves. Quitar los pórticos ha sido un error en muchos sitios».

También las inclemencias del tiempo están pasando factura a las pocas imágenes que quedan en los capiteles de las columnas. El de Tuesta es «idéntico»; y allí, quizá por el tipo de piedra, se ha conservado mejor. Al igual que la portada que sí está cubierta por un pórtico.

La advocación a la que se dedicó en origen, San Nicolás también es algo a tener en cuenta, por su importancia a lo largo del Camino de Santiago y de las rutas comerciales que venían desde Francia. Con el mismo nombre, enumeró, podemos encontrar ésta, otra en Fontecha, otra en Pancorbo y una más en Burgos junto a la catedral.

Tampoco los capiteles que hay en el lado izquierdo de la portada deberían pasar inadvertidos porque implicaban que los cristianos que se ponían frente a ella aceptaban sus culpas. «Hacía un reconocimiento de sus pecados, un acto penitencial». En los de la izquierda, por ejemplo, hay un diablo que está cogiendo del pelo a un hombre que tiene sobre el cuello una bolsa con dinero, la avaricia; al lado hay una mujer desnuda, a la que una serpiente le sube hasta el pecho y le pica, una representación de la lujuria.

También se incluye un diablo que lleva en las manos la imagen del alma, un niño pequeño, al que lanza a la boca del Leviatán. «Este tipo de imagen, un tanto tosca, viene del Camino de Santiago, de Francia. Eran una catequesis para las personas que, en su mayoría, no sabían leer. Son unos capiteles de interés. Un conjunto que quizá debería ser más conocido. Es el edificio más antiguo que tenemos en Miranda», concluyó.

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