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CRISTINA ORTIZ
Miércoles, 28 de mayo 2014, 02:04
Cada vez son más los hogares mirandeses que necesitan ayuda para poder llegar a fin de mes, de cara a pagar gastos tan habituales como el recibo de la luz, la factura del gas, el alquiler o la cuota de la hipoteca. De hecho, el ... número de familias a las que Cáritas ayudó el año pasado a cumplir con alguno de estos cargos aumentó un 16%, pasando de las 360 de 2012 a las 431 del último ejercicio.
Se trata mayoritariamente de parejas mirandesas con menores a cargo. Además, son cada vez más los españoles que llaman a las puertas de la entidad en busca de apoyo económico. De hecho, el programa de Acogida es uno de los que más presupuesto se llevó en 2013. Consumió 122.458 euros de los 489.000 compartidos a lo largo del año por Cáritas en la ciudad. Uno de cada cuatro euros se destinó a la ayuda directa a las familias a través de un programa que «refleja la realidad social de crisis en Miranda», apuntó José Alfonso Menéndez, uno de los responsables de la entidad.
Y es que el perfil de usuarios ha ido cambiando según ha ido avanzando la crisis. «Cada vez son más los nacionales que acuden y que proceden de familias normalizadas, que no llegan de la exclusión. También hay otras que ya estuvieron antes con nosotros y que han recaído. Lograron en su momento llevar una vida autónoma pero ahora han vuelto», reconoció.
Además, aunque no tienen cifras concretas de cómo está evolucionando 2014, sí que están percibiendo que la demanda no está disminuyendo. «Por desgracia, se mantiene el aumento de las peticiones de ayuda que llegan».
Y se dan todas las que se puede, pero siempre «a cambio de una contraprestación en alguno de nuestros talleres, en nuestras actividades ocupacionales», detalló Menéndez.
Allí, además de desarrollar un trabajo, se busca al mismo tiempo crear un espacio de apoyo, un entorno en el que se puedan sentir cómodos y compartir sus problemas e inquietudes porque «se trata de gente que también anímicamente lo está pasando mal, no solo económicamente».
Al final, son tres ejes los que vertebran el programa: la respuesta inmediata ante una necesidad urgente y concreta, la contraprestación y el apoyo social, que «permita construir algo de esperanza».
Ahí juega un papel importante el programa de Empleo, uno de los más asentados y al que también se destinan buena parte de los recursos del colectivo. El año pasado se invirtieron 111.153 euros en formar y capacitar para la vuelta al mercado laboral a 353 personas.
67 contratos de trabajo
Evidentemente, no todas lograron un contrato. Lo consiguieron 67. La mayoría de ellas fueron mujeres con un mayor porcentaje de españolas que otros años que encontraron un empleo en labores vinculadas al Servicio Doméstico y Cuidados Geriátricos. De hecho, cuentan con un curso centrado en estos aspectos que se lleva a cabo a lo largo de todo el año y que está ya muy consolidado dentro de la programación de actividades del colectivo. «Todo lo que sea que decrezca el número de parados, está bien».
Pero como la bolsa de empleo no contó con ofertas suficientes para cubrir la demanda, 154 personas pasaron por los talleres de contraprestación. «La inauguración del pabellón de Bayas nos ha permitido contar con un espacio más amplio desde el que poder dar respuesta a más gente y ese era el objetivo que se perseguía», apuntó.
Por otro lado, cuantos más problemas económicos, sociales o laborales tiene la población, más trabajo llega a la asesoría jurídica. A lo largo de 2013 se informó y se apoyó a 402 personas con dudas o gestiones de «temas de lo más variado», desde la tramitación de papeles para la renovación de permisos o nacionalizaciones en el caso de inmigrantes, a la resolución de dudas sobre facturas giradas por atenciones sanitarias o explicaciones respecto a contratos de trabajo, por ejemplo.
El servicio, en el que se invirtieron casi 23.000 euros, gestionó también el programa de Vivienda, que en el último ejercicio tuvo más actividad que en años precedentes. Y es que el colectivo aumentó el número de pisos que tiene cedidos. Hasta un total de cinco. Inmuebles en los que Cáritas aloja a quienes no pueden acceder al pago de un alquiler. «Son casas tuteladas, en las que se hace un seguimiento por nuestra parte y en las que se prioriza sobre todo a aquellas familias que tienen niños», concluyó.
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