Zabaleta y Temba siguen en la cumbre

Dos leyendas del alpinismo vasco, los dos hombres que hicieron historia para Euskadi al subir el Everest por primera vez y fotografiarse con la ikurriña entre la niebla y el temor al descenso de noche, se fundieron ayer en un abrazo estremecedor en Vitoria. Emocionante, como lo fue aquella ascensión el 14 de mayo de 1980, la primigenia de una expedición íntegramente vasca que hollaba el techo de la Tierra.Martín Zabaleta, el montañero de Hernani, y Pasang Temba, el sherpa de Nepal, los hacedores de la gesta imborrable, se reencontraron después de diecinueve años. Desde 2005, cuando uno regresó a Euskadi desde Estados Unidos, donde reside, y el otro viajó desde Asia a una tierra que desconocía. Entonces coincidieron con motivo del 25 aniversario de la hazaña himalayista que puso al montañismo vasco a la altura de los grandes del mundo. A 8.848 metros.

En la gala de este viernes, las sonrisas y miradas de complicidad que se cruzaron, como si se vieran más a menudo, las transmitieron a los presentes a la gala del centenario de la Federación Vasconavarra de Montaña celebrada en el Palacio Europa ante mil invitados. El colectivo que agrupa a más de 41.000 montañeros federados vascos y 13.000 navarros hizo posible el reencuentro entre dos hombres de las nieves. Está visto que la madre naturaleza les ha premiado con un don. Tienen ya una cierta edad -son septuagenarios- pero conservan un cuerpo ciertamente atlético, curtido, unos rasgos que denotan que son de otra estirpe, tipos acostumbrados a ascender, siempre en ascenso.

A Zabaleta le hizo especial ilusión encontrarse con Pasang en un ambiente familiar, sano, respetuoso como el montañero, por mucho que ayer todos quisieran fotografiarse con ellos, que iban de un lado para otro como autómatas con su kata, el pañuelo nepalí que da suerte y ahuyenta las maldades. «Tenía ganas de verle. Uno nunca sabe cuándo va a ser posible», se sinceró el alpinista guipuzcoano en declaraciones en exclusiva a EL CORREO.

Cuenta Martín que «una vez al año» se deja caer por Euskadi, de la que marchó para instalarse en Montana. «Siempre estoy en contacto con los amigos». Sabe que se le quiere y extraña. ¿Qué recuerda de aquella cumbre vasca en el Everest? «Me impresionó la ilusión, la alegría que se desató en Euskal Herria», confiesa Zabaleta. «Eran años muy difíciles», de la dictadura a la democracia. 1980. Seis años antes, una expedición vasca similar había tratado sin éxito alcanzar el pico más alto.

Con su posterior logro, Martín y Pasang abrieron paso, la huella entre las rocas y la nieve que después siguieron otros muchos vascos. «Sí, abrimos camino, pero me da un poco de vergüenza reconocerlo. Nosotros solo subimos el Everest y hay gente aquí que ha subido la de Dios». Por las muchas muestras de cariño que recibieron, es palpable que van sujetos por la misma cordada, que Martín y Pasang están en la mismísima cumbre del Everest, de la que nunca se han bajado. Admirados en las nubes.