Yolanda 'Yoli' Martín y Joseba Elorrieta no son una pareja al uso. Han llevado su amor y el que sienten por las montañas más lejos que nadie. En 1993 se convirtieron en la primera pareja española en hollar un ochomil -el Cho Oyu- y ... siguen siendo de las pocas en haberlo hecho en todo el mundo. Y Yoli sigue siendo, 26 años después, la única alpinista vizcaína que ha ascendido unas de las 14 cumbres más altas del planeta. En 1998 dieron un paso más e intentaron el Everest por el temible corredor Hornbein de su cara imponente norte, aunque la meteorología casi no les dio opciones.
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Pero su gran salto llegó en el año 2000, con el nacimiento de su hijo Tasio. «Pasamos de ser una cordada de dos a una de tres, y descubrimos formas distintas de acercarnos a las montañas, de realizar actividad asumiendo esta realidad diferente», rememora Joseba.
«Recorrer ese camino también fue apasionante», recuerda Yolanda. «Empezamos otra vez en los montes de nuestro entorno natural, recordando nuestras excursiones de adolescentes, con Tasio, una criatura de apenas unas semanas. En unos meses estábamos en el Pirineo, donde pasamos unos años maravillosos, al principio Tasio en mochila y luego en la bici con silla».
A los siete años, Tasio ya correteaba por los Pirineos como por el pasillo de su casa y poco después llegaron sus primeros pasos de escalada: Pedraforma, Peña Vieja, Aneto. El Vignemale en invierno y después el primer viaje a Alpes, Ecrins. «El mismo recorrido que de jóvenes hicimos en cordada de dos lo estábamos haciendo por otro camino y en cordada de tres», cuenta con indisimulado orgullo Yolanda.
La progresión era inevitable. Tasio tenía que conocer el Himalaya, el escenario de los grandes sueños de sus aitas. Sucedió en 2010. Los tres viajaron hasta Nepal e hicieron el conocido trekking del Everest, la marcha a pie que en una semana lleva de Lucka al campo base del Techo del Mundo y que pasa bajo la considerada montaña más bella del mundo, el Ama Dablam (6.813 m.), sagrada para los nepalíes y probablemente la cumbre más conocida del planeta tras los ochomiles y más fotografiada que muchas de ellos. Curiosamente Ama en lengua sherpa significa madre y el Ama Dablam es el 'Collar de la Madre', y como una madre protectora domina el cielo del Khumbu.
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Allí, a sus pies, Yoli y Joseba contaron a Tasio una bonita historia. En 1995, la pareja vizcaína, en compañía de un par de amigos, Iñaki García e Iñaki Unanue, viajaron hasta el Himalaya para ascender la montaña. Fieles a su estilo, se dieron prisa para evitar a las expediciones comerciales, tanto que fueron los primeros en alcanza la cima esa temporada. Todos menos Joseba. Camino de la cima, a seis metros de altitud, perdió la mochila en un desgraciado descuido y se tuvo que dar la vuelta.
Tasio escuchó a sus padres con atención y cuando acabaron, con el gesto serio, les espetó «un día subiremos los tres al Ama Dablam». Ocho años después, Tasio se ha convertido en una de las promesas del alpinismo vasco con más futuro. Con 16 años holló el MontBlanc, y escaló el Pilar Central del Freney y la Arista del Diablo del Mont Blanc Du Tacul, entre otras. Con 17 encadenó las cuatro caras del Picu Urriellu en diez horas y media y se proclamó campeón de Euskadi de Boulder sub 18 y fue quinto en el Nacional de de dificultad sub 18. Y con 18, abrió en la Cara Sur del Balaitus la vía 'Espera que me Suelto' (6c /250 m), además de pertenecer, durante los años 2017 y 2018 al Equipo de Jóvenes Alpinistas y de la Selección de Escalada Deportiva de la EMF.
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Y en cuanto cumplió la mayoría de edad no se lo pensó. Recuperó de su memoria aquel relato que sus padres le contaron ocho años atrás recostados en una piedra con la Madre del collar sobre sus cabezas y se lo soltó: «Ha llegado la hora de que escalemos el Ama Dablam».
Aunque el plan inicial era ir los tres, las obligaciones laborales -Yoli y Joseba son los guardas del Refugio de Gorbeia de la BMF-FVM desde 2014- provocaron que Yolanda se descolgase el proyecto. La cordada iba a ser padre e hijo. El primero para sacarse la espina clavada desde 1995 y segundo para cerrar un circulo familiar abierto por su padre la primavera de aquel año.
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Y como entonces, su objetivo era subir en estilo alpino y huyendo de la masificación que padece la montaña en el postmonzón, así que eligieron abril para realizar la escalada. Y a Nepal se fueron a principios de mes Joseba y Tasio. Tras 20 días de trekking por el Himalaya que les sirvieron para aclimatarse, el 24 de abril estaban ya en el campo base.
No se lo pensaron dos veces. En cuanto comprobaron que la meteorología acompañaba, al día 2 partieron hacia arriba con la idea de hacer cima el día 27. A sus espaldas, sendas mochilas con casi 20 kilos de peso. Es lo que tiene el estilo alpino. Escalaron por la arista suroeste hasta el campo 2, situado a casi seis mil metros, pero entonces comprobaron de que la nieve a partir de esa altura estaba demasiado peligrosa. Primer intento fallido y vuelta al campo base.
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No aguardaron mucho tiempo. El día 29 iniciaron el segundo intento. Subieron sin problemas hasta el campo 2 y preparon todo para hace cima el el primero de mayo. Partieron hacia la cumbre a las dos de la madrugada, pero se encontraron con tramos de roca mucho más técnicos de lo esperado, lo que ralentizó notablemente su progresión. Poco después del amanecer llegaron al C3, descansaron unos minutos y retomaron la escalada, pero el terreno seguía ofreciendo secciones muy técnica y algunas también peligrosas cubiertas de hielo.
A las dos de la tarde «nos quedaban unos 400 metros para llegar a cumbre. Vistas las condiciones, calculamos que podríamos hacer cima sobre las 5 de la tarde, pero lo que más nos preocupaba era el descenso. No teníamos material suficiente para bajar con seguridad y en un tiempo razonable, y sabíamos que si seguíamos hacia arriba nos esperaba un largo y complicado descenso por la noche», explicaría luego en su blog Tasio.
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La decisión era complicada, pero la experiencia del padre se impuso al ímpetu del hijo. «la cima no estaba muy lejos, y eramos conscientes de que el tiempo empeoraba para los próximos días, así que no sabíamos si otro intento sería posible. Yo estaba motivado para seguir hasta la cumbre, pero aita rápidamente me hizo ver que era demasiado arriesgado. Tomamos la decisión de bajar, intentando mantener la cabeza fría en aquella situación» explicaría al día siguiente Tasio en su blog.
Pero no se querían quedar sin un último intento. Aunque el vuelo de vuelta a casa lo tenían para el día 10, pudieron cambiar los billetes y retrasarlos un par de días. El destino les daba una última oportunidad que no estaban dispuestos a desaprovechar. El 8 de mayo iniciaron el tercer intento, Campo 1... Campo 2... y a por la cima. Pero a apenas 500 metros de la cima, Joseba fue consciente de que su ritmo no era el de Tasio. Estaba ralentizando la marcha y quizás privando a su hijo de la cima. Y tomó la que seguramente ha sido una de las decisiones más duras de su vida. Le dijo a Tasio que continuase solo hasta la cumbre, que el se daba media vuelta. Pocas horas después, Tasio Martín, el hijo de los ochomilistas Yolanda Martín y Joseba Elorrieta, llegaba a la cima del Ama Dablam. Desde la cumbre del 'Collar de la Madre', Tasio vio en horizonte el Everest y todos sus sueños.
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