En 2007, la Zegama-Aizkorri celebraba su sexta edición mientras pugnaba por asentarse en el calendario internacional de maratones alpinos. Ese año debutó en la carrera un joven de 19 años llamado Kilian Jornet que empezaba a despuntar en un deporte que daba sus primeros pasos y que se trajo los libros para preparar los exámenes de fin de curso. Aquel chaval menudo y tímido venido de la Cerdanya ganó la carrera con apenas seis segundos de ventaja (la diferencia más corta de la historia de la prueba) sobre el favorito, García Castán.
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15 años después, Kilian Jornet sumó ayer su décima victoria (en 11 participaciones), se ha convertido en una figura mundial que trasciende incluso su deporte y en la meta le esperaban sus dos hijas, de uno y tres años. Tres lustros de amor y fidelidad entre un corredor y una carrera que han crecido juntos de forma paralela hasta lograr una dimensión internacional que, problamente, ninguno de los dos sospechaba en aquel 2007.
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