Pioneras del montañismo vasco
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Una exposición itinerante repasa la trayectoria de montañeras, escaladoras y alpinistas durante los últimos 100 añosEn los albores del siglo pasado, en una época en la que el papel de la mujer en la sociedad apenas se circunscribía al hogar, un pequeño grupo de féminas quiso romper con los estereotipos y se echó al monte para hacer realidad sus sueños ... de libertad. Entonces se les vio como una curiosidad, apenas una anécdota. Hoy se las considera auténticas pioneras, montañeras, alpinistas y escaladoras que, seguramente sin ser conscientes de ello, señalaron el camino al montañismo femenino actual y pusieron la semilla para hacer de las montañas un espacio sin género.
Ellas son las protagonistas de la exposición 'Nos queremos en las cimas', que se puede ver desde este lunes y hasta el próximo 9 de marzo en el Kultura Leioa de la localidad vizcaína. Se trata de una muestra fotográfica que repasa la trayectoria de las montañeras, escaladoras y alpinistas vascas y navarras durante los últimos cien años. Una reflexión sobre la evolución del feminismo y su impacto en los deportes de montaña que se enmarca además en los actos de la celebración del centenario de la Federación Vasco-Navarra de Montaña, que las actuales federaciones Vasca y Navarra van a conmemorar a lo largo de todo este 2014.
Muchas perduran ya en el recuerdo, pero algunas de estas pioneras todavía viven y superan los 90 años, como Paquita Bretos o Maritxu Sorabilla. La mayoría, sin embargo, no salieron del anonimato e hicieron una labor silenciosa en clubes y entidades montañeras. La Federación Vasco-Navarra de Alpinismo se fundó en Elgeta en 1924. Para entonces, algunas cimas ya habían sido holladas por las pioneras montañeras francesas, británicas y norteamericanas. En los 'alegres' años veinte se produce un salto hacia adelante y comienzan a proliferar mujeres en deportes como el esquí, la natación, el ciclismo o el aún incipiente montañismo vasco y catalán.
La creación de los primeros clubes de montaña favoreció el acercamiento de las mujeres de clases populares a la práctica de deportes de montaña en grupo, no de manera individual. Como Raimunda Royo, uno de los doce socios fundadores del Club Alpino de Bilbao en 1924 y primera mujer que concluyó el concurso de Cien Montes (1914-1930). Esta circunstancia supuso la incorporación de un alto número de mujeres a estas prácticas deportivas en la naturaleza, hasta entonces no muy bien vistas socialmente ya que el deporte se consideraba que las masculinizaba.
Aun así, los avances fueron significativos, como que las montañeras pudieran ser socias de pleno derecho en los clubes durante la II República y en algunos casos, incluso consolidar su liderazgo, como cuando Luciana Larreategi Arizaga y María Magunazelaia Loroño 'Maoma' formaron parte de la Junta directiva del Club Deportivo Eibar en 1934.
Pero a esta primera era 'dorada' del montañismo femenino le sucedieron años oscuros. La postguerra y la dictadura recluyen a las mujeres en el espacio doméstico, aunque algunas, como Paquita Bretos Andueza y Mª Ángeles Ciganda Goñi del C.D. Navarra, o Mercedes Feliu del Oberena, mantienen la práctica montañera para canalizar sus ansias de libertad. Los años cincuenta y sesenta son los de las grandes gestas de montañeras excepcionales que se abren camino en un mundo de hombres, con ejemplos como las vizcaínas Maritxu Bilbao y Angelita Olano, que en julio de 1955 ascienden en once días ocho tresmiles en Pirineos, lo que les valió la concesión de la medalla al Mérito Deportivo; o la irunesa Julene Etxenike, que el 11 de agosto de 1951 se convierte en la primera vasca en hollar el Pico Urriellu.
Pero las dos grandes pioneras que inauguran el alpinismo femenino vasco moderno, con actividades en vías de envergadura en Pirineos o Alpes, son las donostiarras Maritxu Urreta Zulaika, fotógrafa, esquiadora y alpinista; y Loli López Goñi, quien en 1959 se convierte la primera mujer en el Grupo Vasco de Alta Montaña. Los años setenta son los de las alpinistas que comienzan a ascender los primeros sietemiles en el Himalaya y los Andes: Trini Cornellana o Pili Ganuza.
Y la década de los 80 es la de las escaladoras rompetechos como Miriam García Pascual y las esquiadoras de montaña como Belén Eguzkiza. La década de los 90 es la de los primeros ochomiles vascos con Amaia Arantzabal, Pili Ganuza, Yolanda Martín (todavía la única vizcaína en hollar un ochomil) o Estitxu Salinas. Ya en el siglo XXI, su primera década es la de las alpinistas y escaladoras míticas desafiando límites hasta entonces reservados a los hombres como Edurne Pasaban (primera mujer en hollar los 14 ochomiles) y Josune Bereziartu (primera mujer en completar una vía de dificultad 9a).
Y la siguiente década es la de la cuarta ola del alpinismo vasco: alpinistas autónomas en cordadas femeninas como Irati Anda, Uxue Loinaz, Amaia Segurola... La más reciente cosecha, que no la última, de aquella semilla sembrada hace cien años por mujeres anónimas que desafiaron la incomprensión, cuando no directamente el desprecio, de la sociedad y la incredulidad de los hombres para hacer realidad sus sueños de libertad.
La exposición
Leioa (Kultur Etxea). 19 de febrero-9 de marzo.
Ugao-Miraballes (Palacio Jane). 11 de marzo-1 de abril.
Okondo (Kultur Etxea). 4 de abril-10 de mayo.
Elgeta (Udala). 13 al 31 de mayo.
Bilbao (Palacio Euskalduna). 21 de junio-14 de julio.
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