El Pagasarri, la montaña amable
Mi montaña favorita ·
La popular cumbre bilbaína no es la más alta ni la más esbelta, pero sí la más generosa de cuantos montes rodean la villaSecciones
Servicios
Destacamos
Edición
Mi montaña favorita ·
La popular cumbre bilbaína no es la más alta ni la más esbelta, pero sí la más generosa de cuantos montes rodean la villaEs joven, apenas alcanza los 50 millones de años. Pagasarri. No es el más alto ni el más esbelto. Sí es el más generoso, el más versátil, el más amable de cuantos montes rodean Bilbao. Hasta el punto de que difícilmente podamos encontrar otro paraje, en ningún lugar de nuestro entorno, donde se hayan cruzado tan variados acontecimientos, tan importantes en diferentes ámbitos de nuestra historia.
Etimológicamente, su nombre refiere a un lugar espesamente cubierto de hayas. El nombre de nuestro monte aparece ya en la Carta Puebla de Bilbao, firmada en el año 1300 por Don Diego López de Haro, para definir el confín suroccidental de la villa (…et dende así como va el cerro á arriba fasta el Sel de Eguilud, y á Fagasarri y á Olaluceta…). En 1575, el Gobierno Municipal de Abando ordenó edificar una ermita en honor a San Roque, santo protector contra la peste, después de que una grave epidemia de cólera causara estragos en la localidad.
La construcción de las primeras neveras en el entorno del Pagasarri, data de la siguiente centuria, siendo anteriores, al parecer, al año 1620. Eran fosos donde se almacenaba nieve prensada, que abastecían a todo Bilbao del preciado producto capaz de enfriar bebidas, pero sobre todo, de conservar alimentos y de tratar procesos febriles derivados del cólera y otras enfermedades, congestiones cerebrales o todo tipo de traumatismos. Aquellas neveras ubicadas en Igertu, y otras que se construyeron después, como las que hoy podemos ver, restauradas, muy cerca de la cumbre, abastecieron de nieve a Bilbao hasta el año 1900, cuando comenzó a producirse hielo por procedimientos industriales en la fábrica de Zorroza.
Y es precisamente en esa época, unos pocos años antes, cuando se produce un fenómeno que convierte al Pagasarri en modelo, origen y santuario donde nacen e inician su desarrollo las primeras disciplinas deportivas practicadas de modo generalizado. En 1894, nace la Sociedad Gimnástica Zamacois de la que muy pocos años más tarde iban a surgir dos de las grandes asociaciones deportivas vascas: el Club Deportivo de Bilbao y el Athletic Club. Ambas acometían múltiples disciplinas deportivas, pero fue el Club Deportivo quien convocó las primeras citas, que resultaron masivas, en los montes del entorno de la villa.
Una de las más célebres fue, en 1912, la 'Copa de Pagasarri'. un evento competitivo con cuatro objetivos claros: el primero, acercar a nuestro monte al mayor número de gente posible; el segundo, dar muestras de una impecable organización, que desplegó a 150 muchachos a lo largo del recorrido; el tercero, estimular una participación más amplia para las siguientes ediciones que ya se anunciaban y el cuarto, difundir las bondades del deporte en general y del alpinismo en particular, a través de conferencias pronunciadas en el punto de llegada de la carrera. Hay que recordar que el desaforado desarrollo industrial de la época había convertido a Bilbao en una de las ciudades más insalubres de Europa y que, con frecuencia, se sucedían epidemias de tifus, cólera, tuberculosis… especialmente en los barrios más pobres de la villa.
La convocatoria fue todo un éxito ya que, según recogieron las crónicas del club, a la excursión acudieron cerca de 1.000 personas, figurando entre ellas varias señoritas. La segunda edición de aquella 'Copa de Pagasarri', que duplicó la participación, incluía un concurso de máximas, es decir, frases que pretendían extractar el espíritu y las enseñanzas de aquellas citas: «Los gérmenes morbosos solamente prosperan en los organismos débiles», «Hombres sanos, hombres buenos», «Mata más la inacción en este mundo, que los percances del sport más rudo»… No sabemos si Antxon Bandrés, presidente entonces de la Sección de Montaña del Club Deportivo, o alguno de los organizadores de aquellas citas pioneras, pudieron jamás imaginar su trascendencia y proyección de cara al futuro, pero lo cierto es que no cejaron en su entusiasmo, derrochando –quizá sin saberlo- un claro compromiso de servicio público.
La tercera y última edición se celebró en 1913 con 2500 participantes. Lo que vino, a partir de 1914 fue una combinación entre las consecuencias inmediatas de lo ya realizado con un importante esfuerzo de imaginación e ingenio: en 1914 inventaron los concursos de montaña, siendo el primero el de los Cien Montes, construyeron fuentes como «la del Tarín»… acometieron, en 1915, las primeras acciones modernas de repoblación forestal a base de voluntariado y en 1919, con la complicidad del ayuntamiento del que Antxon Bandrés era teniente de alcalde, edificaron el «refugio – hostería» que hoy conocemos.
De modo que hoy en día nos atreveríamos a decir que somos herederos de una extraordinaria conjunción de circunstancias tales como una orografía privilegiada, unos momentos históricos excepcionales y una capacidad de esfuerzo, de generosidad y de imaginación infinitas por parte de aquellos pioneros que frente a todas las adversidades apostaron lisa y llanamente por la vida.
Allá por 1991 organizamos la primera Marcha al Pagasarri. Seguimos precisamente el ejemplo mencionado de la Copa Pagasarri. La cita más amplia de BBK llegó a congregar a más de 12.000 personas. Fue en la época en que pretendíamos transmitir que determinadas satisfacciones solo pueden alcanzarse mediante el esfuerzo. Consideramos que este objetivo está más que cumplido, como lo demuestran las numerosas y multitudinarias citas que hoy se observan en nuestros montes. De modo que vamos a darle un giro a la convocatoria: ahora queremos introducir el valor de la responsabilidad y el compromiso. Con el Medio Ambiente. Porque si ayer era la salud, hoy es nuestra pervivencia como especie lo que está en riesgo. Por eso en estos últimos años, en lugar de algo que llevarse a casa, BBK «regala» árboles en la Marcha al Pagasarri. Por eso hemos introducido un complejo y ambicioso conjunto de iniciativas. Por cierto, este año, la cita es el 15 de diciembre.
Felizmente, ya no buscamos nuestra salud en los montes, pero seguimos necesitando de esos espacios naturales como fuente de vitalidad, de inspiración, de soledad, de magia, de humanidad, de poesía… de todas esas cosas que caben en un concepto que merece ser llamado vida.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.