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R. SÁNCHEz Y A. S. JIMÉNEZ
Viernes, 27 de diciembre 2019
Un montañero donostiarra de 34 años perdió ayer la vida en el Pico Curavacas, en Palencia, al precipitarse al vacío desde una altura de casi 300 metros por la cara norte de la cima palentina. La víctima, que en el momento del accidente estaba acompañada ... por otro alpinista, de 37 años y natural de Palencia, cayó en una zona de complicado acceso. El Servicio de Emergencias del 112 de Cantabria, conjuntamente con el Grupo de Rescate e Intervención en Montaña (Greim) de la Guardia Civil con base en Sabero (León), logró recuperar su cadáver pasadas las 16.00 horas.
El suceso se produjo en torno a las 11.00 horas, cuando el montañero Josu González, ertzaina de profesión, pisó una placa de hielo y resbaló por la zona de La Llana (rellano de la cara norte del Curavacas), precipitándose al vacío casi 300 metros, hasta caer en un socavón.
El compañero del donostiarra dio aviso al Servicio de Emergencias 112 de Castilla y León, que alertó a su vez a su homólogo cántabro, al no poder despegar con el helicóptero por la falta de visibilidad debido a la niebla. Así una aeronave del 112 de Cantabria, que estaba realizando ejercicios en otra zona, se desplazó hasta el lugar, aunque también se activó el helicóptero del Grupo de Rescate e Intervención de Montaña de la Guardia Civil con base en Sabero (León).
Un rescatador permaneció con el cadáver, mientras que el helicóptero regresó con el acompañante a la base del 112 Cantabria, al aeropuerto Seve Ballesteros, en Santander, para luego volver y tratar de recuperar el cuerpo del montañero fallecido con la grúa de la aeronave, ya que la dificultad para el rescate fue máxima, al haber caído por un socavón. Sobre las 16.10 horas, el cuerpo pudo ser rescatado y ser trasladado a Triollo, un localidad cercana, donde una médico forense realizó el levantamiento del cadáver. El compañero de la víctima fue trasladado al parking de la pequeña localidad de Vidrieros, donde habían dejado sus vehículos esa mañana y desde donde emprendieron la expedición. Más tarde fue llevado desde Cantabria a la Comandancia de la Guardia Civil de Palencia para prestar declaración ante los agentes.
Aunque el rescate lo realizó el Servicio de Emergencias de Cantabria, la unidad del Greim de Sabero se encargó de realizar la inspección ocular en la zona del accidente para poder determinar las causas del mismo. Enrique Ferrero, sargento primero y jefe del Greim, explica que los montañeros subieron por La Canal Sur, una zona en la que es necesario el uso de piolet y crampones, y que una vez alcanzada la cima descendieron por La Llana, en dirección a El Callejo Grande, la principal zona de acceso a esta montaña cuando no hay nieve. Fue durante esa bajada cuando se produjo el fatal accidente, «como sucede en el 90% de los casos».
El sargento explica que en la madrugada de ayer se registraron fuertes heladas, «que provocan que la nieve de la zona de La Llana se vuelva dura como el cristal». La bajada, señala, la emprendieron «sin ir encordados», aunque Ferrero recalca que si el estado de la nieve y del tiempo es bueno «no hace falta utilizar cuerdas». Durante el descenso Josu González sufrió un resbalón y se precipitó al vacío. «Con heladas es una zona muy resbaladiza y tan dura que los crampones y el piolet apenas se clavan, por lo que si coges velocidad es muy difícil sujetarse», explica el sargento de la Guardia Civil.
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No obstante, aseguró que los dos montañeros «iban muy bien equipados», y que habían partido por la mañana desde Vidrieros con la intención de completar la ruta sobre las dos o tres de la tarde. «El accidente se produjo pasadas las 11.00 y justo habían empezado a descender, por lo que iban muy bien de tiempo sobre lo previsto».
El Grupo de Rescate e Intervención en Montaña de Sabero conocía de sobra la zona del Pico de Curavacas en la que ayer perdió la vida el donostiarra Josu González. Tal y como explica Enrique Ferrero, La Llana es un punto de este pico «que en invierno es especialmente complicado y peligroso», y donde cada año se dan «unos dos o tres accidentes con víctimas, con algún fallecido casi anualmente».
De hecho, la mortalidad en esta ladera del Curavacas es muy elevada. El 2006 y el 2010 fueron años especialmente fatídicos, en los que fallecieron cinco personas cada año.
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