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Muere Ángel Rosen, miembro de las dos primeras expediciones vascas al EverestEl montañismo vasco siente la pérdida de Ángel Alexandre Vallejo Rosen, uno de sus alpinistas históricos, fallecido este martes a los 81 años en Vitoria. Padre del también ochomilista Juan Vallejo, Ángel nació en Biarritz el 17 de julio de 1942 pero residió buena ... parte de su vida en Álava. Delineante industrial de profesión, su nombre estará para siempre ligado a las grandes gestas en las cimas. Fue uno de los integrantes de aquella mítica primera expedición vasca al Everest en mayo de 1974. También formó parte del grupo que por fin holló su cumbre por medio de Martín Zabaleta y Pasang Temba el 14 de mayo de 1980. Aunque llevaba un tiempo enfermo, la noticia de su fallecimiento sorprendió a sus amigos. Fue «un escalador y alpinista de primera línea en los años 60 y 70, que marcó una época en Euskadi», le recuerdan los Pou.
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Como destacan los hermanos Iker y Eneko, Vallejo Rosen ejerció de hilo conductor entre los dos hitos. Fue uno de los cinco alpinistas presentes en ambas citas. Alcanzó idéntica altitud: 8.530 metros, primero junto a Felipe Uriarte y años después, con Garaioa, Gallardo y tres sherpas. Sin embargo, tuvo que abandonar por el viento que les acompañó en la ascensión. Fue la famosísima 'Expedición Tximist' al gigante de 8.848 metros, de la que ahora se ha cumplido medio siglo. La empresa de pilas Cegasa, para la que él trabajó, financió la aventura con diez millones de las antiguas pesetas. Las gestiones al más alto nivel fructificaron con la obtención de uno de los dos únicos permisos -primavera y otoño- que Nepal concedía por año para ocupar el campo base. La vasca era la vigésimo tercera expedición en dejarse seducir por el Everest, de las que solo cinco lo habían conquistado desde 1953. Hubo dos intentos de cumbre vascos por el Collado Sur, el 13 y el 26 de mayo de 1974, y ambos los desbarató el tiempo.
El propio Ángel Rosen, como era conocido en la montaña, y su compañero Felipe Uriarte se quedaron a apenas 350 metros de la cumbre. «Quizás en 1974 nos faltó un poco de experiencia. Hay que tener en cuenta que nos movíamos siguiendo las indicaciones del célebre libro de John Hunt en el que narra la conquista del Everest en 1953. Colocábamos los campos donde los colocaron ellos, y era una expedición sumamente pesada. No hubo cima, pero extrajimos conclusiones muy valiosas que aplicaríamos seis años después. En cualquier caso, en mis recuerdos guardo el mismo cariño», confesó a Óscar Gogorza en un reportaje publicado en EL CORREO en 2020.
En las dos expediciones, «las condiciones de la nieve eran buenas para progresar, no hacía falta pelear para hacer huella, pero fue el viento insoportable el que nos obligó a renunciar», evocó hace cuatro años. «Dar media vuelta y bajar era lo que había que hacer. No cabían más opciones. La elección, aunque dolorosa, era nuestra única oportunidad de regresar… y con suerte». Sus recuerdos de la exitosa expedición de 1980 ya sí quedaron grabados a fuego en su memoria. De vuelta al Collado Sur, donde habían pasado una noche terrible por una tormenta, su avance por el Everest pudo acabar en tragedia. La nieve cedió bajo sus pies y cayó en una grieta, unos veinte metros, hasta aterrizar en un puente de nieve blanda que evitó el accidente. Al ir encordados, todos colaboraron para extraerle.
Con la perspectiva de los años, Vallejo Rosen, que tras su jubilación estudió Humanidades en la universidad, profundizó en sus reflexiones. No creía que su vida hubiese sido diferente de haber subido el Everest las dos veces que lo intentó: «Yo no deseaba vivir de la montaña, ser profesional. Trabajaba como comercial en Cegasa y lo tuve muy fácil para acudir a ambas expediciones. El dueño de la empresa (Juan Celaya) era un enamorado de la montaña y apoyó más por una cuestión sentimental que por el deseo de sacar rédito económico o publicitario».
Menos recordadas pero igual de valiosas son otras de sus gestas. En 1963 firmó con José María Régil y Julio Villar la primera repetición de la vía abierta un año antes por Alberto Rabadó y Ernesto Navarro en la, por aquel entonces virgen, cara oeste del Urriellu (Naranjo de Bulnes). Años más tarde, en 1976, Rosen y el también fallecido Juan Ignacio Lorente, compañero de aventuras y jefe de aquellas dos primeras expediciones vascas al techo del mundo, se convirtieron en los primeros vascos en subir el Aconcagua.
En los últimos meses, pese a su enfermedad, Rosen estaba emocionado por la exposición que el 21 de junio se inaugurará en Vitoria. El Palacio Europa albergará un homenaje a la 'Expedición Tximist'. Los supervivientes, sus familiares y allegados se reunirán para recibir un tributo conmemorativo del cincuenta aniversario de la hazaña. Un evento en el que se viajará desde los inicios de la aventura hasta las decisiones que tuvieron que tomar en el Everest. Una cita en la que, a buen seguro, se recordará la figura de Rosen y la de sus compañeros fallecidos, con los que vivió momentos únicos e irrepetibles, y a los que también se echará en falta.
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