Obituario

Juan Ignacio Lorente, el oftalmólogo que cumplió su sueño en el Everest

Lideró las dos primeras expediciones vascas al techo del mundo

Miércoles, 23 de marzo 2022

En la vitoriana calle Dato comenzó todo. Una tarde de julio de 1969, tres jóvenes algo desaliñados y vestidos con ropa montañera fantaseaban con nuevos objetivos alpinísticos al recordar la gesta que habían logrado dos años antes en los Andes peruanos, en la que supuso ... la primera expedición vasca lejos de Europa. De pronto, uno de ellos se detuvo en secó y espetó a los otros dos: «¡Oye! ¿Y el Everest? ¿Por qué no al Everest?». El autor de la ya histórica frase fue Juan Ignacio Lorente, que falleció en Vitoria a los 82 años tras una larga enfermedad.

Publicidad

El palmarés alpinístico de Lorente es muy escueto si se compara con el de otros grandes montañeros vascos. Aún así, el alpinismo vasco pierde a uno de sus grandes referentes. Un hombre sin cuya mente visionaria y capacidad de liderazgo la historia del alpinismo vasco se habría escrito de otra forma. Nunca sabremos si tan brillante como la que conocemos, pero sin duda con otras letras. Él tuvo la idea de ir al Everest y él, junto con su inseparable Ángel Rosen -otro de los jóvenes barbudos presentes aquella tarde de julio en la calle Dato-, consiguió la financiación necesaria y logró aglutinar y cohesionar a los mejores alpinistas vascos del momento en pos de un objetivo hercúleo: coronar el techo del mundo en una época en la que todavía el Everest era un desafío extremo. No en vano, cuando la primera expedición vasca se plantó en su campo base en 1974, solo lo habían ascendido 38 personas, todas ellas con la ayuda de oxígeno embotellado.

Aquel año fue el último que no se ascendió el Chomolungma hasta que el terremoto de 2015 obligó a cerrarlo. Ángel Rosen y Felipe Uriarte se quedaron a apenas trescientos metros de la cima. Como recordaba el propio Rosen a este periódico hace dos años, «entonces nuestra única referencia era el libro que escribió John Hunt, el líder de la primera expedición que holló la cima en 1953». Pero se trajeron una experiencia y unas enseñanzas que fueron definitivas para que el intento de 1980 culminara con Martín Zabaleta y Pasang Temba en la cima del mundo.

Juan Ignacio Lorente nació en Vitoria el 10 de diciembre de 1939. Su destino parecía dirigido, y no precisamente hacia las altas montañas. Su padre era el conocido oftalmólogo Marcelo Lorente. Pero, antes incluso de que la vocación familiar le llevase a convertirse en toda una institución médica de su especialidad en la capital alavesa, comenzó a hacer sus pinitos en los montes alaveses con los amigos.

Afición temprana

Esa afición fue madurando en los Pirineos y los Picos de Europa, se hizo adulta en los Alpes y se consagró en la expedición que realizaron en 1967 a la Cordillera Blanca de los Andes, donde escalaron tres picos vírgenes de casi seis mil metros de altura. Una expedición histórica que sin embargo fue más recordada por la polémica que recorrió la España de la época al descubrirse que los alpinistas habían ondeado ikurriñas en las cumbres.

Publicidad

El caso es que Lorente y sus seis compañeros volvieron de aquella experiencia con el convencimiento de que estaban preparados para empresas mayores. La semilla del Everest estaba ya sembrada y germinó dos años después en la calle Dato. Años de arduas gestiones dieron como resultado el permiso para 1974, en una época en la que Nepal solo concedía uno cada año «y se tuvo que llamar 'Expedición Tximist al Everest' porque todo lo que sonase a vasco estaba mal visto en Madrid», recordaría más tarde. Vieron la cumbre tan cerca que en cuanto regresaron a Euskadi iniciaron los trámites para regresar al techo del mundo. Les costó seis años en los que además de los preparativos para la nueva expedición le dio tiempo, junto con Rosen, a lograr en 1976 la primera cumbre vasca al Aconcagua.

«Era un gran amigo, un gran alpinista y una gran persona», le define Ángel Rosen

Ángel Rosen lloró el fallecimiento de Juan Ignacio Lorente, compañero en tantas aventuras, no solo en el gigante Everest, también, por ejemplo, en el Aconcagua. Ambos, en 1976, se convirtieron en los primeros vascos en hollar la cima andina. Rosen, triste, lamenta la muerte de Lorente, también prestigioso oftálmologo y jefe de las dos primeras expediciones vascas al Everest, el intento de 1974 y el éxito de 1980. «Era un gran amigo, un gran alpinista y una gran persona», evoca en conversación con EL CORREO. Hace dos años, en el aniversario de la ascensión, recordaba aquel gran día en el que se logró una hazaña. «Vivimos momentos únicos, irrepetibles».

Y por fin llegó la histórica ascensión del 14 de mayo de 1980. En la que el comportamiento del propio Lorente fue decisivo para que Zabaleta llegase a la cima ya que abortó su intento como segunda cordada para cederle el oxígeno cuando el guipuzcoano agotó el suyo. «Yo creo que si lo hubiese intentado igual ahora no estaría aquí contándolo» reflexionaba en una entrevista concedida a euskonews en el año 2000. «Después de dos horas y media estaba bastante cansado. Había mucha nieve profunda, me estaba retrasando y le dije a Martin que yo ya iría a mi paso pero que él siguiera con el sherpa hacia arriba. Pero cuando nos paramos y vimos que Martin había gastado casi toda su botella de oxígeno, le dí la mía y en cierto modo fue un alivio para mí».

Publicidad

Tras la gesta, Lorente se retiró de los grandes picos y se centró en su profesión y la familia, con su esposa Adeli Arzalus como gran apoyo hasta sus últimos días. Aunque hizo una excepción. En 1990, quizás para sacarse la espina de los ochomiles, intentó el Cho Oyu, pero un prematuro mal de altura se lo impidió.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad