El alpinista vizcaíno Koldo Zubimendi (Erandio, 41 años) ha vivido este pasado verano una gran aventura en el corazón del Karakorum. Una montaña que el alpinista fijó en su mente y convirtió en un sueño el poder escalarla. En un proyecto que comenzó hace cuatro ... años y a pesar de todas la contrariedades, este verano pudo culminar la primera ascensión al Kharut 2, una cumbre virgen de 6.800 metros que mira de frente al K2. Y además en solitario después de que su compañero de cordada, Vicente Bárcena (Erandio, 65 años), tuviera que darse la vuelta en las primera rampas de nieve de la montaña
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- Hay cientos de picos de más de 6.000 metros en el Karakorum. ¿Por qué decidisteis que Kharut 2 era el mejor?
- La decisión de intentar escalar el Kharut 2 surgió de casualidad mientras revisaba un libro de la zona del K2 que tengo en casa. En él se veía un dibujo del Kharut 2, un pico muy puntiagudo y que además aparecía como pico virgen y tras investigar un poco más y comprobar los datos, nos decidimos por él. Además, está en una zona alejada de los campos base de Broad Peak y K2, a unos 10 km, al fondo del valle de glaciar Godwin Austen.
- ¿Con qué experiencia en altura contáis para decidiros por esa montaña?
- Vicente ha estado en Andes varias veces, pero nunca ha superado la cota de 6. 000 m. En mi caso he estado por encima de los 8.000 m en dos ocasiones (Cho Oyu y Broad Peak) pero no fue una decisión basada en la altura del pico si no en su ubicación, por los abandonos de los intentos anteriores y el ser virgen todavía.
- ¿El hecho de atravesar el glaciar del Baltoro era otro aliciente?
- Conocer el glaciar del Baltoro o volver a recorrerlo siempre es una maravilla. A pesar de estar más sucio y compartirlo con más gente que hace una década, siempre es un placer poder caminar por una de las zonas de montaña más impresionantes del planeta.
- ¿Qué tiene Pakistán que no tenga otro lugar remoto del planeta?
- A mi me encanta Pakistán por todo: su cultura, su acogedora gente, sus idiomas, lo salvaje del entorno... Nosotros solo podemos conocer un trozo muy pequeño de Pakistán durante las expediciones y es una pena. A pesar de eso, lo poco que podemos paladear nos deja siempre un buen sabor de boca. Este año nos tocó esperar en Islamabad una semana hasta coger nuestro vuelo de vuelta y ese periodo se nos hizo largo, pero supongo que se nos hubiera hecho largo en cualquier gran ciudad.
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- Cuéntanos un poco cómo fue la expedición.
- La expedición se desarrolló sin grandes dificultades, los temas logísticos (vuelos, petates, alojamiento y transporte) fueron gestionados bien por la agencia y no tuvimos ningún problema. Una vez en la marcha de aproximación, tuvimos un tiempo irregular, malo los primeros días y anticiclón los últimos. El grupo de trekking con el que compartíamos el permiso era fantástico, muy buena gente, y eso hizo que el ambiente fuera muy bueno. Coincidimos con dos personas, uno de Alicante y otro de Castellón, y el resto éramos euskaldunes. De los vascos, ¡todos jubilados menos yo!
La aclimatación la hicimos en el Pastore Peak y de ahí nos fuimos al campo Base del K2. De aquí atravesamos el glaciar norte del Godwin Austen hasta montar el campo base avanzado en la falda del Kharut 2. Atravesar el glaciar nos costó mucho debido al gran número de grietas. Muchas de ellasestaban tapadas y nos caímos en varias ocasiones. Gracias a que estábamos encordados todas quedaron en un susto.
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Volvimos a descansar al CB del K2 y entraron varios días de mal tiempo, a pesar de ello, decidimos subir de nuevo al campo avanzado para hacer un intento. El día de cima nos hizo un tiempo estupendo y pude hacer cima. Lamentablemente, Vicente no se encontró con fuerzas suficientes y se tuvo que dar la vuelta al poco de empezar la escalada.
La ascensión de la vía fue preciosa, alternando rampas de nieve dura con pasos de mixto, arista y roca. De hecho, la cima es un bloque de roca al que solo puede escalar por un corredor lateral de nieve muy empinado. Al estar solo, ser tarde y estar la nieve ya demasiado blanda, no pude pisar la cima y me tuve que contentar con asomar la cabeza y echar un vistazo. Fue una experiencia muy bonita, estaba satisfecho, aunque no hubiera pisado la cumbre. Durante el descenso, el mayor miedo era el estado de la nieve, pero afortunadamente empezó a desplomarse la temperatura y eso hizo que ganara consistencia facilitándome la bajada. Me tocó vivaquear a 6.300 metros ya que se había hecho de noche hacía rato. Fue larga pero no demasiado dura. Durante la noche y a la mañana siguiente hizo mal tiempo y decidí bajar lo antes posible para evitar problemas. Por suerte, el tiempo mejoró y pude volver con Vicente a la mañana temprano. El abrazo fue muy emotivo. El resto de días de expedición el tiempo fue malo. Tuvimos mucha suerte con el día de cima elegido.
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- Es decir, al final hiciste el intento en solitario.
- Sí, Vicente no se encontraba con fuerzas y cuando vio que subiendo la primera rampa de nieve iba lento, decidió no condicionar la escalada y bajarse. Fue una decisión muy difícil y un momento muy duro para ambos. Después de todo lo que habíamos pasado juntos el no poder hacer un intento a cumbre nos dio mucha pena.
- ¿Fue una escalada arriesgada? ¿Temiste por tu integridad física en algún momento?
- En el momento en que escalas solo ya existe cierto riesgo, aun así, es un riesgo controlado. Llevábamos muchas horas de entrenamiento, muchas actividades realizadas por pirineos y eso te da una preparación para poder afrontar la escalada con garantías. Hubo varias secciones técnicamente más difíciles que me hicieron sudar y pasé momentos de tensión, pero más miedo pasé estando rodeado de grietas en el glaciar.
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- ¿Y la llegada a la cima?
- Era muy tarde, cuando llegué a la pared final eran más de las cinco y media. Me encontré con una pared de roca de unos 10 metros de alto y estuve un buen rato buscando la forma de bordearla. Desistí y ataque de frente. Era difícil de escalar, pero lo intenté de frente, quitándome los guantes. Se me rompió una regleta. Lo intenté de nuevo y se me volvió a romper otro agarre. Me bajé. Seguí buscando y en la parte sur de la pared había un corredor muy fino de nieve blanda, pegada a la pared y al final del mismo un bloque pequeño de roca. Ascendí por la nieve y me até con dos cintas planas unidas de 1,5 metros al bloque. El ambiente era muy aéreo. Estaba con los pies en la pared de roca y un precipicio de mil metros hacia China. Intenté clavar los piolets en la cima, pero fue imposible. La nieve era muy blanda y no podía traccionar. El piolet derecho lo pude enganchar en la roca y levantarme lo suficiente para poder alzar la cabeza hasta la cima, mientras con la mano izquierda me sujetaba a la cinta plana que estaba alondrada al bloque de roca. No puede grabar ni sacar fotos. Me dio pena no poder ponerme de pie en la cima y echar un vistazo tranquilo al panorama del Karakorum, pero el riesgo de bajar con esa nieve tan blanda era demasiado.
- ¿Qué ha supuesto para ti esta expedición?
- Para mi ha sido un viaje muy largo. Nunca he tardado tanto en realizar una expedición desde su planteamiento hasta que realizas la ascensión. Habitualmente la idea nace un año antes, entrenas y preparas los temas logísticos, permisos, etc. y vas de expedición. En este caso, la idea nació cuatro años antes, en 2019. La planteamos para 2020 pero llegó la pandemia. Entonces éramos cuatro miembros de expedición. En los dos años siguientes tampoco pudimos ir por diversos motivos y lo tuvimos que dejar para este 2023. Quedábamos tres. Una semana antes de viajar, nuestro amigo y miembro de la expedición Unai Pollos enfermó y le recomendaron no viajar. Así que nos quedamos Vicente y yo. Y finalmente, el ataque a cima lo tuve que hacer en solitario. Por lo tanto, esta expedición ha supuesto un auténtico reto, una montaña rusa de emociones. Nos ha aportado momentos muy amargos y otros muy felices que no olvidaré jamás.
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Me gustaría ir a tantos sitios y escalar tantas montañas con los amigos y la familia. Por el momento no tengo ninguna montaña concreta en mente, pero cualquier propuesta puede ser una buena excusa para volver a ir con amigos a pasar un poco de hambre y frío.
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