Las diferencias de las dos primeras expediciones al Everest
txomin uriarte (miembro de la expedición al everest de 1974)
Miércoles, 13 de mayo 2020, 11:25
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txomin uriarte (miembro de la expedición al everest de 1974)
Miércoles, 13 de mayo 2020, 11:25
El proyecto por el que los vascos llegaron a la cumbre del Everest había nacido en Gasteiz en 1969 en la cabeza y en el corazón de los alpinistas que habían participado en la expedición a los Andes del Perú en 1967. Y tuvo dos ... etapas.
La primera, se llamó Expedición Tximist porque la financiación corrió a cargo de la empresa Cegasa, que dirigía Juan Celaya, y Tximist era el 'nombre de pila', como rezaba la propaganda. Fue en 1974 y Ángel Rosen y Felipe Uriarte se tuvieron que dar la vuelta a 300 metros de la cumbre. Allí mismo, sin volver a casa, se pidió el permiso para un nuevo intento, en cuya financiación participaron esta vez las instituciones financieras y la administración pública vasca. Fue la que alcanzó la cumbre, seis años después.
Eran dos expediciones unidas por un mísmo espíritu, aunque los seis años que las separaron parecieron mucho más tiempo en muchos aspectos. Vamos a repasar algunas diferencias entre ambas.
Empecemos por los permisos. Cuando se consiguió en 1971 para la primera expedición, al Everest habían subido sólo cinco expediciones y hubo que ir personalmente a Kathmandu para solicitarlo. El permiso para 1980 se pidió al final de la misma expedición de 1974… Y entre tanto habían pasado muchas cosas.
En 1974 fue la única expedición instalada en el Campo Base durante los tres meses que duró. No había nadie más. En 1980 había ya tres expediciones trabajando y con frecuencia llegaban grupos de trekinistas al glaciar del Khumbu.
En 1974, los sherpas eran solamente porteadores de altura, prácticamente sin ninguna preparación alpinística. En ningún momento de la expedición fueron por delante de los alpinistas vascos abriendo camino. Seis años después ya acompañaban a los expedicionarios en los intentos de ascensión.
En cuanto s las expediciones propiamente dichas, quizás el cambio más significativo estuvo en la estrategia, sacado de la experiencia de la primera. En 1980 instalaron dos campamentos de altura menos que seis años antes, lo que supuso un importante ahorro logístico que la hizo más ligera -y menos peligrosa-.
Pero, a fin de cuentas, fueron cambios menores. El planteamiento de las dos expediciones fue muy parecido y cinco de los miembros repitieron la experiencia. También es cierto que el equipamiento y las comunicaciones habían mejorado, aunque no demasiado. Sin embargo, en estos seis años se habían dado unos avances extraordinarios en las actividades practicadas en el Everest. Había pasado poco más de un lustro pero las formas de hacer en el Himalaya eran muy diferentes. Y eso había producido una diferencia fundamental en la mentalidad, en el conocimiento de lo que se podía hacer, en la rotura de tabúes que hasta entonces se consideraban generalmente verdades absolutas.
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