![Alex Txikon | Alpinista: «Quizás he infravalorado el Manaslu»](https://s3.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202103/09/media/cortadas/Phelipe%20Eizaguirre%209-3-21-RL2iNdP620VwkFyK9oC81hO-1248x770@El%20Correo.jpg)
![Alex Txikon | Alpinista: «Quizás he infravalorado el Manaslu»](https://s3.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202103/09/media/cortadas/Phelipe%20Eizaguirre%209-3-21-RL2iNdP620VwkFyK9oC81hO-1248x770@El%20Correo.jpg)
Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Alex Txikon ya está en casa. Llegó ayer a Bilbao. Sin cima, como en las últimas expedición, pero con un sabor algo más amargo. El que deja la sensación de que esta vez sí era posible pero se les ha escapado. «Es como si eres ... Muniain o Williams, te rompes los cuernos para darlo todo en los entrenamientos y luego Marcelino no te saca a jugar. No es que no te saque a jugar, es que no te lleva ni convocado», explica con unos de esos símiles rojiblancos que tanto le gustan. Justo antes de coger el avión para Bilbao, aún en Nepal, el alpinista vizcaíno respondió a las preguntas de EL CORREO.
– ¿Cómo se encuentra?
– Bien, bien. Muy bien. Aquí en Katmandú muy bien. No he parado desde que he llegado del Manaslu. Nada más bajar chequeamos todo el material que hemos traído del campo base y también hemos aprovechado para ir al Makalu y montar en Sedwa, el pueblo en el que trabaja la ONG SOS Himalaya, los paneles solares y la estación fotovoltaica que hemos tenido en el campo base, así que no he tenido tiempo ni de descansar.
– ¿Y de reflexionar sobre lo que ha pasado en el Manaslu?
– Pues casi, casi te diría que tampoco. Pero bueno… tampoco hay muchas cosas que pensar. Los ochomiles son así, y más en invierno. Somos conscientes de que las opciones son mínimas y cuando has hecho todo el trabajo y solo necesitas un par de días de buen tiempo resulta que no te llegan, mientras que al principio de la expedición los has tenido de sobra…
– ¿Qué sensaciones le han quedado de esta expedición?
– Las sensaciones han sido buenas, aunque no he quitado el 'sanbenito' de no hacer cumbre. En ese sentido quizás me ha pesado psicológicamente estos intentos fallidos de años atrás. Aunque hemos hecho cumbre en el Ama Dablam o el Pumori, nos hemos quedado sin los platos fuertes, que son los ochomiles. Si me permites el símil, es como si eres Muniain o Williams, te rompes los cuernos para darlo todo en los entrenamientos y luego Marcelino no es que no te saque a jugar, es que no te lleva ni convocado. Es que los últimos años no hemos tenido ni opción de acercarnos a la cima.
– O sea que el cuerpo le pide una cima de ochomil metros.
– Eso es. Creo además sinceramente que nos la merecemos. Ya va tocando. Aunque también te digo una cosa. No la quiero a cualquier precio.
– ¿Y esta vez la ha visto cerca?
–En el Manaslu el bacalao se corta hasta el campo 2. Y en nuestra expedición se ha visto. El curro que hemos hecho ahí ha sido increíble, buscando una nueva ruta para evitar la grieta. Así que cuando después de todo ese curro llegas al campo tres y ves que las condiciones meteorológicas se vuelven contra ti es inevitable sentir un poco de frustración.
– ¿Ha sido un invierno muy raro, no?
– Mucho. El famoso fenómeno de 'El Niño' ha hecho que haya mucha menos precipitación, que el invierno, dentro de lo difícil que es siempre, haya sido más anárquico aún de los habitual en lo meteorológico.
– ¿Y la estrategia ha sido la mejor?
– Viendo lo que ha pasado, a toro pasado te planteas que habría pasado si hubiésemos venido diez días antes. Pero claro, luego está la pandemia. Si no vinimos antes fue porque había que guardar cuarentena en Katmandú antes de fin de año. Así que llegamos el 1 de enero, y cuando aterrizas te dicen que hay que seguir guardando cuarentena, aunque menos días. Luego la grieta nos retrasó también un par de días hasta que decidimos la nueva estrategia y encontramos la nueva ruta. En fin… que por una cosa o por otra perdimos unos días al principio de la expedición que podían haber sido cruciales.
– Demasiados imprevistos…
–A ver, que esto es himalayismo invernal. Sabemos que venimos a sortear problemas de todo tipo. No me quejo, pero los hechos están ahí. Y si fuera fácil ya estaría hecho.
– ¿Ha bajado con la sensación de fracaso? ¿De que esta vez sí que se podía haber conseguido?
– Es verdad que se podría haber conseguido. Hemos llegado hasta el campo tres y creo que si hubiésemos apretado un poco más los tres días que estuvimos parados decidiendo la nueva estrategia y alguno más en el que estuvimos mirando de reojo a la meteo o esperando a que subiesen las escaleras para intentar cruzar la grieta, cuando era infranqueable, creo que hubiésemos podido llegar a la cima. Creo sinceramente que el primer ataque a cumbre, si en vez de bajarnos en cuanto los partes anunciaron que entraba el 'jet stream' hubiésemos aguantado arriba se habría podido pelear. Pero claro, son cosas que las ves a toro pasado.
– ¿Hubiese cambiado de estrategia?
– Ahora es fácil decirlo, pero cuando estás arriba todo es distinto. En ese primer ataque estábamos cinco alpinistas en toda la montaña y si pasa algo es un problema. Porque yo siempre les digo lo mismo a quienes me acompañan. «De aquí tenemos que bajar todos por nuestro propio pie, porque si no el marrón es para todos». Eso quizás te hace ser un poco conservador a la hora de tomar decisiones, pero es que si no el peaje es demasiado alto. Mira lo que pasó en el K2… Allí arriba hay que ir siempre con pies de plomo.
– ¿De todos los ochomiles que conoce en invierno, el Manaslu es el más accesible?
– Es el más factible de todos en los que he estado. Sin duda.
– ¿Se confiaron por el buen tiempo que tuvieron en el primer tramo de la expedición?
–En enero, poco después de llegar al campo base, yo le decía a Simone «esta vez lo vamos a conseguir». Y él me decía que sí, que éramos un grupo fuerte y esta vez sí tocaba. Igual sí que nos confiamos un poco en enero, pero no en el sentido de relajarnos, porque curramos sin descanso todos los días que pudimos, aunque a un ritmo normal. Quizás lo que nos faltó es apretar un poco en esos momentos y exprimir más esos días que tuvimos tan buenos.
– La sensación que ha habido desde fuera es que Simone, aunque dentro de la expedición, iba un poco por libre. ¿Lo habían acordado así?
– Sí, lo teníamos hablado. A él le gusta funcionar en la montaña mucho más rápido y no pasar tanto tiempo por arriba, mientras que yo soy justo con contrario. Pero creo que pese a todo logramos una buena sincronización y desde luego a nivel humano la relación y el ambiente en el campo base ha sido excelente.
– El grupo también era nuevo salvo un par de sherpas. ¿El equipo ha funcionado bien?
– Muy bien. El grupo como tal creo que hemos funcionado perfectamente y hemos trabajado como uno. A Iñaki se le he notado en algún momento la inexperiencia de las invernales, como por ejemplo salir de la tienda sin haber puesto todavía los guantes, pero esos son los pequeños detalles que se adquieren con la experiencia.
– ¿Si volviera al Manaslu cambiaría algo?
–Si volviese a hacer tan buen tiempo, tiraría pa'rriba y hasta la cumbre. No perder tiempo, que como te he dicho no es que se haya perdido, pero se ha trabajado a un ritmo de rotación que es el habitual en una invernal, cuando quizás en esta ocasión no ha sido suficiente. Quizás he infravalorado la montaña, pensando que son casi mil metros menos que los ochos ochomiles en los que he estado estos años pasados. En lo único en lo que hemos tenido mala suerte ha sido en la grieta de la rimaya, porque si la ruta normal llegar a estar transitable hubiésemos llegado arriba sin dudarlo.
– ¿Y ahora qué?
– Te voy a ser sincero. Aquí en Katmandú con esas ganas que te digo que tengo de hacer cumbre, volvía a casa, descansaba unos días y me volvía para aquí a hacer un intento rápido a alguna cumbre. O en verano en Pakistán, al K2 por ejemplo… Recién bajado del campo base todavía estás caliente y se te pasan muchas cosas por la cabeza, aunque nada concluyente.
– Está claro que las ganas no las ha perdido.
– Por supuesto. Fíjate si no las he perdido que como te he contado antes, al día siguiente de bajar de Katmandú me fui a Sedwa para montarles la estación fotovoltaica, incluyendo un día completo de marcha a pie para llegar hasta allí. Solo por estar en el monte. Bajo con la sensación de querer más montaña.
– ¿Cómo ha vivido la muerte de su amigo Ali Sadpara en el K2?
– Es verdad que los alpinistas estamos un poco inmunizados ante esas noticias, primero porque cuando pierdes tantos amigos y compañeros haces un poco de 'callo' en tu interior y también porque levantas una especie de muro interior para que no te afecte. Pero es inevitable que cuando te detienes un rato en la vorágine en la que estás metido te vengan muchos pensamientos, muchas dudas a la cabeza, aunque solo sea en esos momentos. En esos momentos el nudo en la garganta en inevitable.
– ¿Esos accidentes de alpinistas a los que se conoce personalmente afectan cuando se está en plena expedición?
– Claro. Es inevitable. Somos humanos. En el Manaslu, por ejemplo, mentiría si dijese que no he pasado miedo. Cuando subes bajo una pared de la que sabes que caen avalanchas cada dos por tres. O duermes en el campo 3, el mismo sitio donde hace 8 años murieron una pila de alpinistas sepultados por un alud. Si te planteases todos los peligros de un ochomil, seguramente te quedarías en casa. Así que yo tengo un truco. No pienso más allá de lo que hago en cada momento: Tengo que superar una grieta, tengo que pasar bajo un serac, tengo que cruzar una zona de avalanchas. Las vas superando de una en una y eso te permite seguir. Si las cargas todas de golpe en la mochila de tu cabeza el peso sería demasiado. Venzo mi miedo en cada peligro objetivo que veo y así continúo adelante. De uno en uno.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Noticias recomendadas
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.