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Alex Txikon, con el Valle del Silencio y el Lhotse detrás. EXP. EVEREST'20

Alex Txikon: «Imposible. Hay que bajar»

El alpinista de Lemoa y sus compañeros sherpas renuncian por tercera vez a hollar el Everest en invierno: «Hay 45 centímetros de nieve en la pared»

Miércoles, 26 de febrero 2020

Alex Txikon no hará cumbre en el Everest. El montañero vasco ha abortado la misión al comprobar que el estado de la nieve y el tiempo les impedían hacer cumbre con seguridad. Por radio, ha comunicado al campo base que regresaban. «Imposible. 45 centímetros ... de nieve en la pared del Lhotse hacen el ascenso a campo 3 (a 7.000 metros de altura) demasiado peligroso».

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Al parecer, según ha comunicado a su equipo, ayer las avalanchas ya les dieron «unos cuantos sustos». «¡Qué rabia, estamos fuertes y con ganas, pero las condiciones no nos dejan seguir! Tenemos que bajar», se ha lamentado el de Lemoa en su mensaje. Ahora, les toca descender, que tampoco es tarea fácil: deben atravesar «el flanco del Nuptse y la cascada de hielo», dos de los puntos más peligrosos de esta montaña y en la que muchos alpinistas han perdido la vida. «Tendremos cuidado», ha subrayado Txikon.

El Everest es la cumbre más alta de la tierra que se ha hollado en primavera más de una vez. La masificación, las cuerdas y unos partes meteorológicos casi milimétricos la han convertido en una montaña absolutamente previsible y despreciada por los puristas del alpinismo. Pero solo en el premonzón. Fuera de esa época, el Sagarmatha (su nombre nepalí, que significa 'La frente del cielo') sigue siendo una cumbre indómita, que se resiste de las más diversas formas a su conquista. Y a Txikon no es la primera vez que le pasa: es su tercer intento, fallido de nuevo.

En los tres inviernos que ha pasado a sus pies, el de Lemoa ha padecido su furia en forma de vientos huracanados, aludes de piedras, grietas... Y cuando él y su equipo estaban ya mentalizados –y habituados– a todo ello, el Everest les ha devuelto la moneda por donde menos lo esperaban: la nieve.

Nevadas

En los más de seis meses que el alpinista vasco ha sumado durante tres inviernos en el campo base del Chomolungma (su nombre tibetano, que significa 'Madre del Universo') no les ha nevado ni un día. Hasta este martes, cuando iniciaron el ataque a la cima. Ese día llegaron ya al campo 1 (6.000 m) con 20 centímetros acumulados. Nada del otro mundo para esta gente, aunque les supuso un desgaste adicional no previsto al tener que abrir huella. Pero ayer amanecieron ya con una capa de 70 centímetros, que prácticamente les llegaba hasta la cintura.

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En esas condiciones, su plan de llegar hasta el campo 3 quedó inmediatamente descartado. Esperaron a que amaneciera y salieron por la mañana (y no de madrugada como tenían previsto) con la meta puesta en el C-2 (6.450 m), un objetivo más que suficiente ante el itinerario que les esperaba. El Valle del Silencio es un terreno lleno de grietas, ahora cubiertas por la nieve, que tuvieron que afrontar sin casi visibilidad.

Lo que en otras circunstancias hubiese sido una caminata tranquila de un par de horas, como el propio Alex explicó el martes desde el C-1, se convirtió en una ardua jornada de trabajo en la que les ha costado casi seis horas llegar hasta el C-2.

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Ahora, el tiempo y es estado de la nieve les impiden seguir avanzando. Algo se olía la expedición vasca, que preferia no hacer planes e ir paso a paso. En su anterior incursión tuvieron que darse la vuelta por las piedras que caían en la vía habitual, la que siguen las expediciones en primavera. Decidieron intentarlo más a la izquierda, cerca del Pilar Sur del Everest, la preferida de Txikon.

A 900 metros de la gloria

Alex Txikon intentó hollar el Everest por primera vez en invierno en 2017. Entonces, el viento no le dio ni un minuto de tregua. Se tiró 74 días peleando y logró llegar al campo 4, a 8.000 metros de altura. Luego, tuvo que desistir. «Hubiera sido una locura», se sinceró. Pero prometió volver.

Lo hizo al año siguiente. Otra expedición larga, más de dos meses. Y otro intento fallido. Se le agotaba el permiso y no se abría una ventana de buen tiempo. Estaba a 900 metros de la gloria, pero no pudo ser. «La montaña es la que decide», lamentó entonces. Ahora, la nieve ha sido la que le ha puesto otra vez al límite. Aunque esta vez, más abajo, el el campo 3.

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