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Dos montañeros ante el Naranjo de Bulnes.

El rescate en el Naranjo que tuvo en vilo a todo el país

Se cumplen cincuenta años de la operación de salvamento de los montañeros Lastra y Arrabal, que fue objeto de un gran despliegue mediático y pareció concluir con éxito, aunque después tuvo un epílogo trágico

CARLOS BENITO

Jueves, 27 de febrero 2020, 10:45

El Naranjo de Bulnes ya se había cobrado unas cuantas vidas antes de 1970. La montaña de los Picos de Europa, hermosa y desafiante, fascinaba sin remedio a los escaladores, y varios se habían matado ya en ese empeño de medirse con las distintas caras del Picu, una mole que poseía tanta fuerza simbólica como peligro real. La lista incluía los nombres de Luis Martínez 'el Cuco', un asturiano que se precipitó al abismo en 1928, y de Isaías Sanz, de Portugalete, que se despeñó en 1956, así como los de Francisco Berrio y Ramón Ortiz, tan presentes entonces en el recuerdo: los dos montañeros guipuzcoanos acometieron en 1969 el gran reto que nadie había logrado aún, la ascensión invernal por la temible cara oeste, pero sucumbieron en el intento cuando apenas les faltaba nada.

Con ese precedente cercano en la memoria colectiva, la operación para rescatar a Gervasio Lastra y José Luis Arrabal se convirtió en un fenómeno mediático que protagonizó las portadas de los periódicos de la época y tuvo en vilo a todo el país. Los dos montañeros madrileños habían partido el domingo 8 de febrero de 1970 en compañía de dos compañeros (Enrique Herreros y Francisco Rodríguez) para intentar la invernal de la cara oeste. Llevaban meses preparándola, incluso habían llevado a cabo escaladas parciales en el propio Naranjo, pero en sus planes se cruzó una meteorología atroz, despiadada, con tormentas, vientos fortísimos y temperaturas gélidas. Tenían previsto regresar el viernes, así que el sábado cundió la intranquilidad en Bulnes ante su ausencia. «Algunos salieron en su busca, pero la enorme cantidad de nieve encontrada en el camino les hizo desistir», relataba la crónica de EL CORREO. El nerviosismo se aplacó en parte cuando aparecieron en el pueblo Herreros y Rodríguez, que daban por hecho que sus compañeros habían continuado la ascensión hasta completarla y se encontraban en perfectas condiciones, ya en el camino de regreso.

Pero se siguió sin saber nada de Lastra y Arrabal, que llevaban ya ocho, nueve, diez jornadas en algún lugar del pico, azotados por un tiempo infernal. Por fin se logró ubicar a los dos montañeros: estaban en una concavidad de la cara oeste, a unos noventa metros de la cumbre, expuestos a las feroces tormentas de nieve y a temperaturas de veinte grados bajo cero. El Naranjo era en aquellos momentos «un gigantesco cilindro de hielo», según la afortunada descripción de un participante en la operación, lo que complicaba de manera excepcional cualquier opción de rescate. Según detalló la Federación Española, se movilizó a sesenta socorristas de montaña procedentes de Asturias, Cantabria, Bizkaia, Gipuzkoa, Álava y Madrid. El plan que se diseñó consistía en alcanzar la cima e instalar allí un torno y un cable que permitieran izar a los dos escaladores, cuyo estado físico se desconocía. Un grupo emprendió la penosa ascensión por la cara sur, la más sencilla, transformada por el temporal y las planchas de hielo en un entorno hostil y traicionero. Finalmente, también fue posible depositar a varios hombres en la cima desde un helicóptero, de manera que se reunió arriba un equipo de dieciséis personas.

Gajos de naranja

Uno de los participantes en el operativo se descolgó hasta el punto en el que estaban Lastra y Arrabal y les entregó jugo de carne, frutas frescas y secas, vitaminas, glucosa, mermelada, ropa de abrigo y butano para su hornillo. Los desventurados montañeros llevaban doce días atrapados en la cornisa Roca Solano y se habían quedado muy pronto sin víveres. «Cuando nos sorprendió la ventisca, Arrabal estaba inmóvil, fijando una cuerda, y la nieve le entró hasta medio cuerpo. A los tres días, tiempo para el que tuvimos comida, José Luis tenía las manos inmóviles y yo tenía que darle la comida: las naranjas, gajo a gajo», relató posteriormente Gervasio Lastra, que se encontraba en buen estado.

Noticia del rescate en la portada de EL CORREO, con una imagen de Arrabal durante la evacuación.

A primera hora de la mañana del día 21, se consiguió trasladar hasta la cumbre a los dos montañeros. Arrabal (que era soltero y tenía 21 años) fue evacuado en el pequeño helicóptero de la Jefatura Central de Tráfico, cuya participación en el dispositivo resultó crucial, y trasladado posteriormente a un aparato mayor del Ejército del Aire, que lo evacuó al Hospital General de Asturias. En cambio, Lastra (de 27 años, casado y padre de una niña pequeña) pudo emprender el retorno junto a sus salvadores por la cara sur del Urriellu, como se le llama en asturiano. Hombre de pocas palabras, se limitó a achacar lo ocurrido al «intentísimo frío reinante y la gran capa de hielo», que habían frenado su avance, y afirmó rotundamente que nunca volvería a intentar esa subida. Ante la presión informativa, grabó en una cinta sus lacónicas respuestas a un cuestionario, para que fuesen difundidas a todos los medios.

El parte médico de Arrabal no parecía particularmente preocupante, aun dentro de la gravedad: presentaba lesiones isquémicas por congelación en ambos pies y una ligera desnutrición. El equipo que lo trataba se mostró abiertamente optimista, pero el joven experimentó un rápido empeoramiento el 28 de febrero y falleció a causa de una «fulminante complicación respiratoria». En el funeral, su madre expresó su reconocimiento a todos los que habían intervenido en el rescate: «Doy gracias a Dios por haber visto a mi hijo vivo al bajarlo del Naranjo. Tal vez no hubiese podido resistir este golpe si lo bajan muerto». Lo ocurrido a los dos montañeros madrileños dio lugar a un intenso debate sobre las ascensiones en invierno y las posibles opciones para minimizar su riesgo, aunque el gobernador civil de Asturias encontró una vía rápida que solucionaba el problema: las prohibió hasta nueva orden.

La 'carrera' de 1973

El foco informativo tardaría solo tres años en regresar al Naranjo: en febrero de 1973, se estableció una singular 'carrera' entre tres cordadas que intentaban completar la invernal por la cara oeste, la persistente obsesión de los montañeros. Una de ellas estaba encabezada por el popularísimo César Pérez de Tudela, la gran figura mediática del alpinismo español de aquellos años; otra la lideraba José Ángel Lucas, que tenía el récord de subida por la cara oeste en verano, y en la tercera aparecía otro nombre bien conocido, el de Gervasio Lastra, que no pudo sustraerse al poderoso magnetismo del Urriellu. La gente cruzaba apuestas sobre qué equipo iba a llegar primero a la cima y los periódicos editaban suplementos especiales que daban minuciosa cuenta del pique, en el que no faltaron acusaciones de juego sucio. En Arenas de Cabrales se llegaron a reunir cuarenta redactores, locutores, fotógrafos y cámaras de televisión, ansiosos por recibir alguna noticia de lo que estaba ocurriendo allá arriba. Al final, Lastra se retiró y los otros dos equipos alcanzaron juntos la cumbre.

Aquel despliegue, improbable ejemplo de montañismo como espectáculo de masas, resultó determinante para popularizar esta disciplina deportiva en España. Sin embargo, el entusiasmo no fue universal. Hubo aficionados que contemplaron lo ocurrido con desagrado, igual que si se hubiese montado un frívolo número circense en lo más sagrado de los Picos de Europa, y también se registraron respuestas irónicas como el «romancillo» que el periodista Luis Carandell publicó en la revista 'Triunfo'. He aquí un fragmento: «Hay crisis de gol en fútbol, / el tenis se eclipsa ya, / el boxeo no está fuerte, / el baloncesto anda mal / y no digamos ya nada / de la fiesta nacional. / Mucho han subido los precios, / muy cara la vida está. / El sufrido ciudadano / en zozobra vive ya. / Mas se acuerdan del Naranjo: / «Esto nos puede salvar». / «Que manden un helicóptero / o los que haya que mandar». / El nacional-montañismo / promete mucho en verdad».

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